Más Información
Denuncian agresión de presuntos militares contra trabajadores en Tamaulipas; una de las víctimas falleció, tenía huellas de tortura
Diputados avalan súper secretaría de García Harfuch; SSPC investigará delitos y coordinará inteligencia a nivel nacional
Elección judicial: Aspirantes a cargos comparten carta de motivos y hasta currículum; “Justicia no debe ser inaccesible”, afirman
Yasmín Esquivel defiende la reforma judicial en Con los de Casa; alejado de la realidad pensar que es una venganza política, afirma
México hablará con Trump sobre el T-MEC en febrero; no es obligación del país tener órganos autónomos, afirma Ebrard
Con prórroga o sin ella, elección judicial va, asegura Taddei; afirma que presupuesto de 13 mmdp no es ninguna “ocurrencia”
Así fingió “El Guacho” su muerte para vivir en Estados Unidos; su esposa es hija de “El Mencho”, líder del CJNG
El ataque más grande y mortal que se ha dado en contra de la comunidad mexicana en Estados Unidos cumple un año este 3 de agosto.
Quién no recuerda esa noticia que a México llegó pasado el medio día: un tiroteo en un centro comercial en El Paso, Texas, región fronteriza con Ciudad Juárez, Chihuahua. Más de una decena de heridos, más de una decena de muertos.
Con más claridad de los hechos, todo ocurrió en el Walmart de Cielo Vista Mall, un centro comercial que se encuentra a poco más de 6 kilómetros del puente internacional por el que miles de mexicanos cruzan para hacer una vida binacional.
El 3 de agosto de 2019, un día de verano con preparativos para el regreso a clases, la tienda comercial tenía gran afluencia lo mismo de estadounidenses, que mexicanos y mexicanoamericanos.
Era el segundo día de trabajo en el Walmart, para Daisy Arvizu, una joven que hoy tiene 24 años y vive en El Paso con su madre y su hermano.
Estaba emocionada, su tarea era atender el área de tecnologías y precisamente ese domingo 3 de agosto de 2019 entró a las 10:00 hora local.
En breve plática con EL UNIVERSAL, Daisy recuerda que apenas se instaló en su lugar de trabajo, llamó a su madre para que fuera a visitarla al Walmart, y casi 10 minutos después de ello, comenzó a escuchar las detonaciones y los gritos de la gente.
“No me gusta mucho hablar de eso. Recuerdo que no sabía qué estaba pasando, pero escuché los gritos y muchos tiros, me tiré al suelo y traté de llamar a mi mamá”, rememora.
El área de tecnologías, en ese Walmart de Cielo Vista, no se encontraba cerca de la entrada principal a la tienda, que fue desde donde el atacante disparó. Daisy no recuerda cuánto tiempo pasó antes de que ella pudiera ponerse de pie y salir de la tienda.
Relata que se escuchaban los gritos y cuando ya no se escucharon disparos, el mismo personal de la tienda comenzó a pedir que la gente se saliera.
Pero ya en el piso, había gente herida, charcos de sangre.
“La verdad es que fue algo horrible y recuerdo que días después la gente ya no quería salir a la calle. Yo, después de dos semanas, entré a trabajar a otro Walmart, pero ya no regresé ahí”, comenta.
El Walmart de Cielo Vista, permaneció algunos meses cerrado.
Herida abierta
Fernando García es secretario ejecutivo de la Red Fronteriza por los Derechos Humanos. Está en El Paso, Texas y asegura que la herida de la comunidad mexicana sigue abierta, sobretodo porque las acciones en contra de la comunidad migrante (sin importar el estatus), han ido en ascendencia y de manera negativa.
Para este defensor de los derechos humanos en la frontera de México con Estados Unidos, aquella matanza del 3 de agosto de hace un año se derivó de 3 elementos: la supremacía blanca como ideología no solamente racistas, sino una ideología en contra de las minorías respecto a las personas blancas; la venta de armas de fuego sin control alguno, y el discurso que durante toda la administración ha tenido el Presidente Donald Trump, en contra de los mexicanos en particular.
“Hoy no ha cambiado nada, la herida sigue abierta y se le ha estado echando mucha sal”, consideró.
Tras aquella matanza, recordó, la comunidad esperaba unas palabras de aliento, de disculpa, por parte del Presidente Donald Trump, pero no llegaron. En cambio, días después, llegó una de las mayores redadas en Mississippi, para detener a trabajadores migrantes indocumentados, lo que dejó a decenas de familias separadas; se rechazan las solicitudes de refugio; continúa la construcción del muro y existe una nueva batalla legar contra los dreamers (soñadores).
Fernando García resalta que antes de aquel 3 de agosto de 2019, había miedo en la comunidad mexicana, por la separación de familias que se ha estado dando. Y después del 3 de agosto , el miedo llegó a otros niveles: el ser atacado o asesinado, incertidumbre.
“Pero también puedo decir que de ese miedo, de esa incertidumbre ha surgido mucha unidad y valor en la comunidad. Yo sí creo que en la comunidad de El Paso hay más solidaridad, más conciencia y se ha expresado el rechazo contundente al racismo, a la política de Donald Trump, a la separación de familias”, detalla.
El manifiesto
Patrick Crusius, el joven de 21 años fue el autor de la masacre. Disparó en contra de todo aquél que se atravesó en su camino al interior de la tienda, preparó la masacre. La información que proporcionó la policía, fue que Crusius condujo poco más de 8 horas desde Allen, un suburbio de Dallas, Texas, para llegar a El Paso.
Previo a la masacre que perpetró con un arma AK-47, el joven subió a internet un manifiesto a través del cual denunció una “invasión hispana”, razón por la cual realizaría la masacre.
El texto apareció en un foro de carácter extremista del sitio 8Chan. Habló de una limpieza racial, pero también hizo referencia al arma que utilizaría.
De hecho, versiones periodísticas exhibieron que la madre de Crusius, en algún momento denunció la compra de tal arma, por parte de su hijo, al cual señaló como no apto para utilizarla.
El joven, hoy señalado como supremacista blanco, habló incluso de la posibilidad de su muerte a manos de la policía o “de los invasores”. La captura, añadió, sería peor porque de cualquier manera, es posible que reciba la pena de muerte –además de homicidio multitudinario, se le acusa a nivel federal del delito de crimen de odio-.
Crusius se entregó a la policía casi 40 minutos después de perpetrar la masacre; se confesó autor del hecho.
Sin embargo, meses después, en una audiencia, se declaró “no culpable”, por escrito.
Y apenas el mes pasado, se difundió que los abogados del joven lo declararon como una persona con discapacidades mentales.
A nombre del supremacismo blanco, se han cometido asesinatos que dejan conmoción en las sociedades: en 2015 se cometió el asesinato de 9 afroestadounidenses en Charleston, Carolina del Sur; para 2017, en Charlottesville, Virginia, en medio de una manifestación, un hombre fue asesinado y 28 más heridos; en 2018 en una sinagoga en Pittsburgh, Pennsylvania, fueron asesinadas 11 personas, y en marzo de 2019, en Christchurch, Nueva Zelanda, un hombre australiano mató a 51 personas, primero, y 49 después, en dos mezquitas distintas, en un hecho que, incluso, transmitió en vivo por la red social Facebook. Después de todo ello siguió la matanza de El Paso, en donde murieron 23 personas y 23 más resultaron heridas.
Dimensión internacional
El gobierno mexicano calificó lo ocurrido en El Paso como un crimen de odio. Levantó la voz en el ámbito multilateral a través de sendas resoluciones para condenar el la matanza.
“La reacción del gobierno de México, a través de la Cancillería, de la matanza de El Paso, contribuyó a darle una dimensión internacional en el sistema de Naciones Unidas, a la discriminación racial, los discursos y crímenes de odio”, señala el embajador de México ante la UNESCO, Juan José Bremer.
El diplomático mexicano tuvo la tarea de presentar, ante el organismo dedicado a la educación y la cultura, de la ONU, una resolución para condenar lo ocurrido en El Paso, pero sobretodo para buscar acciones, a nivel internacional, que contribuyan a erradicar la xenofobia, el odio, la discriminación, el supremacismo blanco.
“El atentado de El Paso fue visto por la Cancillería, no como un incidente aislado, no un acto de un extremista o un demente, sino que estamos frente a un movimiento criminal de alcances preocupantes. El Paso fue la voz de alarma y México la recogió para subrayar este tema en la escena internacional”, detalla Bremer.
Lamentablemente la discriminación y el odio continuarán, agrega, pero la resolución mexicana hace que el tema se mantenga en la conciencia, sobretodo porque se vino a actualizar un tema que ya está en el corazón de las Naciones Unidas.
Para este experimentado diplomático, la batalla que deben dar los organismos internacionales competentes y los gobiernos, es el combate a la “dramática” difusión que el odio y la agresión encuentran en las redes sociales.
“El mayor desafío actualmente es la era digital, la era conectada, porque si bien, no se discuten los enormes beneficios que aporta la tecnología a la educación, la ciencia, en todas partes crece la preocupación por el uso negativo e incluso delincuencial, de las redes sociales”, apunta.
La voz mexicana también se alzó en el seno de la Organización de Estados Americanos (OEA), en donde México presentó una resolución para condenar el hecho y encontrar mecanismos para el combate al odio.
La exigencia
Apenas ocurrido el hecho, la autoridad mexicana levantó la voz y señaló el hecho como un crimen de odio, provocado, incluso, por discursos que van en contra de la comunidad mexicana.
Se pidió investigación, se habló –incluso- de solicitar extradición de Crusius, toda vez que el día del hecho 8 mexicanos fallecieron (el noveno falleció apenas en abril pasado). Hubo reuniones entre autoridades mexicanas y estadounidenses.
“Ha sido un tema muy doloroso para todo México, pero sobretodo, para nuestra comunidad en Ciudad Juárez, que además es una zona de carácter binacional en términos reales”, detalla Roberto Velasco, Director General para América del Norte, en la Secretaría de Relaciones Exteriores.
Este joven funcionario recuerda que hace un año, en compañía del titular de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, viajó a El Paso y se reunieron con las víctimas que accedieron. Asegura que se apoyó a todas las familias que lo solicitaron: para gastos funerarios, traslado de restos a México, apoyo económico para cubrir necesidades, entre otros.
Además, añade, existe contacto permanente con el FBI, con la fiscalía local en El Paso y el Departamento de Justicia en Estados Unidos.
“Hay contacto a todos los niveles. El juicio a este personaje continúa en Estados Unidos, nosotros hemos sido parte de la investigación. Ha habido contacto permanente para garantizar que haya una investigación profunda y ver si este personaje actuó solo o con una red.
“En el caso particular de Crusius, toda la información indica que no hay una red”, indica.
Considera que la amenaza a la comunidad mexicana es permanente y ello producto de un discurso de odio, por lo que es necesario atender el tema desde la base cultural.
Los consulados de México en Estados Unidos, mantienen una vigilancia permanente en medios locales, redes sociales, con la misma comunidad, para tratar de detectar amenazas que pudieran concluir en hecho como el de El Paso, Texas del 3 de agosto de 2019.
Un año
Este 3 de agosto se cumple un año y para ello, autoridades de El Paso, Texas y Ciudad Juárez, Chihuahua, han preparado sendos homenajes para recordar a las víctimas.
En las dos ciudades, serán colocadas placas con los nombres de las personas que murieron. Habrá minutos de silencio en memoria y con ello el llamado a la reflexión sobre el odio, la xenofobia, la discriminación.
Las víctimas mortales mexicanas
En ese hecho del 3 de octubre de 2019 murieron 9 mexicanos, el último de ellos, falleció en abril pasado después de varias operaciones y sin haber salido en ningún momento del hospital:
- Juan de Dios Velázquez Chairez
- Sara Esther Regalado
- Adolfo Cerros Hernández
- Jorge Calvillo García
- Elsa Mendoza de la Mora
- Gloria Irma Márquez
- María Eugenia Legarreta Rothe
- Iván Filiberto Manzano
- Guillermo García (murió a finales de abril pasado)