Desde finales del año pasado, Colombia vive una ola de protestas. Este miércoles se registró una de las jornadas más violentas, con quema de estaciones de policía y vehículos. Hasta el momento, van decenas de muertos, pero ¿qué es lo que ha desatado la furia de los colombianos?
Las manifestaciones comenzaron el 21 de noviembre de 2019, con cacerolazos y marchas convocadas por el Comité Nacional del Paro contra las políticas económicas y sociales del gobierno de Iván Duque.
Entre las razones están el incumplimiento al acuerdo de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el cual daría por culminado el conflicto armado.
Las concentraciones, que duraron varios meses, se vieron afectadas por la cuarentena por la pandemia que impuso el gobierno en marzo y que dejó en sus casas a más de 49 millones de colombianos.
Sin embargo, el pasado 2 de septiembre, el comité convocó a paro nuevamente ante el préstamo e inyección de capital del estado a la aerolínea Avianca por 370 millones de dólares.
Ello, junto con una nueva reforma laboral que transformaría el trabajo de jornadas a horas, incentivos al fracking, obstrucciones en el proceso judicial del expresidente Álvaro Uribe Vélez y el aumento de masacres de colombianos llevaron a los ciudadanos a las calles.
Según el informe Instituto de estudios para el desarrollo y la paz, 218 personas han sido asesinadas en 55 masacres durante este año.
La gota que derramó el vaso fue la muerte del abogado Javier Ordóñez la madrugada del miércoles a manos de la policía, que usó un taser para descargas eléctricas y lo presionó contra el suelo, pese a las súplicas del hombre, quien fue detenido por beber en vía pública.
El caso, similar al de George Floyd en Estados Unidos, provocó reacciones similares por parte de los manifestantes.
En noviembre, la muerte de Dilan Cruz, joven que recibió un disparo de un elemento del Esmad durante una manifestación en la capital, había desatado gran indignación y críticas a los abusos de las fuerzas del orden.
A las víctimas también se sumó una niña indígena de 13 años, abusada sexualmente a manos de siete soldados que prestaban su servicio en junio pasado.
El mes siguiente fueron retirados del servicio ocho infantes de marina por otro caso de presunto abuso sexual.
Luis Carlos Ayala, fotógrafo del colectivo De la Calle Somos, ha dado seguimiento a las protestas desde 2019.
“Desde el año pasado, más o menos estoy documentando las diversas manifestaciones que se han presentado, sobre todo en Bogotá.
“Al parecer, todo se conecta: el paro nacional del año pasado y parte de este y ahora con la pandemia y el abandono estatal.
“El asesinato de Javier Ordóñez fue lo que gatilló el cansancio sobre el abuso de la fuerza pública, es lo que yo puedo leer”, dice a EL UNIVERSAL.
El fotógrafo presenció las manifestaciones desde la localidad en la que murió Ordóñez: “Había pues como un malestar general hacia la policía. Mucha rabia acumulada.
“Uno siendo parte de un medio de comunicación alternativa debe estar en estos espacios comunicando desde otras perspectivas. Trato de hacer lo mejor que puedo desde mi, no sé, reducida capacidad de la imagen fija”, comenta.