Bruselas.— La extrema derecha continúa su andar por el Ahora capitaliza una gran victoria en Austria, en donde el ultraderechista Partido de la Libertad (FPÖ) se convirtió en la fuerza más votada en las .

Los ultras encabezados por el populista de derecha Herbert Kickl se llevaron la victoria en los comicios celebrados el domingo, luego de aprovechar los miedos de los austriacos y ganar el voto de los indecisos y las mujeres.

Sin embargo, pese a que por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial una fracción de corte neonazi se convirtió en la más votada en Austria, el triunfo para la agrupación política fundada en 1956 como sucesora de la Asociación de Independientes (VdU) es agridulce.

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Si bien obtuvieron 13% más votos que hace cuatro años, el FPÖ no logró rebasar la barrera mágica de 30%, a pesar de que todo parecía estar alineado a su favor.

La actual coalición gobernante, formada por el conservador Partido Popular (ÖVP), del , y los Verdes era disfuncional, mientras que los socialdemócratas (SPÖ), liderados por Andreas Babler, estaban divididos por disputas internas, lo que impidió sacar ventaja como oposición.

Austria estuvo en recesión en 2023 con una caída del PIB de 0.8%, padeció una inflación galopante de 7.7%, la población fue testigo de la disminución de los salarios reales y la economía presenció el desplome de la inversión. En el primer trimestre de 2024, la actividad económica creció modestamente, un 0.2%, reporta la Comisión Europea.

Además, Europa libra en su flanco este una guerra a gran escala que pone en entredicho la neutralidad de Austria. La Unión Europea no sólo se ha involucrado en la guerra iniciada por Rusia contra Ucrania imponiendo sanciones contra el régimen del presidente ruso Vladimir Putin, sino que apoya la defensa de Kiev con armamento y financiamiento.

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Para Oliver Grimm, Corresponsal en Bruselas del diario alemán Die Presse, “las condiciones eran perfectas” para un resultado mejor del FPÖ. “Pese a todo ello, no sólo no llegaron al 30%, sino que se radicalizaron a tal grado que hace casi imposible la posibilidad de construir alianzas con otros partidos”, dijo Grimm en un foro convocado por el think tank European Policy Centre para analizar los resultados de las elecciones austriacas y las implicaciones para la Unión Europea.

Una vez confirmados los resultados, correspondió al presidente de izquierda, Alexander Van der Bellen, iniciar las gestiones para la formación de un nuevo gobierno de coalición, al no haber partido con mayoría absoluta para gobernar en solitario. La norma es que el partido más votado asuma las riendas de las conversaciones para la conformación del Ejecutivo. No sería la primera vez que el FPÖ participa en un gobierno, ha sido el caso desde los comicios de 1999, pero sería inédito que se quedaran con el cargo más codiciado, el de canciller.

Durante la campaña, Herbert Kickl no ocultó sus aspiraciones de convertirse en el nuevo canciller. Sin embargo, con anticipación, todos los partidos descartaron la posibilidad de colaborar para darle las llaves de la cancillería a un político que ha recurrido a términos usados por los nazis, que pide la expulsión de los migrantes “no invitados” y que además es pro-Rusia. De manera que si el FPÖ quiere llegar al poder, deberá alinearse como lo hizo el ultra Geert Wilders en Holanda. El Partido por la Libertad (PVV) fue el más votado ahí, pero no le dieron el puesto de premier a Wilders, aunque sí lo invitaron a formar gobierno.

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Kathrin Stainer-Hämmerle, Profesora de Ciencias Políticas de la Universidad de Ciencias Aplicadas de Carintia, Austria, dice que el resultado no debe sorprender, pues forma parte de la tendencia que domina el espectro electoral europeo.

El PVV resultó ganador en noviembre en Holanda; Agrupación Nacional obtuvo su mejor resultado en las legislativas de Francia en julio, y Alternativa para Alemania (AfD), fue la más votada en las elecciones celebradas estatales de Turingia, con 32% de los votos, por delante de los democristianos del CDU.

Afirma que, al igual que en otros países, en Austria la derecha xenófoba está explotando un sentimiento ciudadano caracterizado por la desconfianza en los partidos tradicionales y el gobierno, así como por el miedo al futuro a causa del clima, la migración y el costo de vida. “Fue una campaña dominada por el miedo (…) al final, los populistas salen vencedores cuando estas emociones dominan en la sociedad”.

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Sostiene que la clave estuvo en que Kickl supo movilizar a los indecisos y obtuvo por vez primera el voto de la mujer al colocar el tema de la integración de migrantes de no habla alemana como un problema en las aulas. El corazón de los indecisos lo ganó con promesas absurdas. Dijo que la inflación y los precios de los combustibles bajarían automáticamente si abren la llave del gas ruso. Kickl dice que como nación neutral, Austria no debería estar apoyado las sanciones contra el régimen de Putin.

La politóloga sostiene que para neutralizar al FPÖ basta con una gran coalición entre el ÖVP, el SPÖ y liberales, aunque es una fórmula arriesgada debido a que en el pasado las alianzas sólo se han traducido en más votos para los ultras, al no resolver los problemas de fondo.“Si todos los partidos trabajaran juntos para dar grandes pasos en asuntos cruciales [pensiones, educación e integración], el FPÖ perdería el terreno ganado, el sentimiento que le ha dado todo éxito. Espero que los partidos se den cuenta de que esta elección fue la última llamada”.

Los expertos prevén que la Comisión Europea recurra a sanciones si el Ballhausplatz 2, la residencia oficial del Canciller Federal de Austria, se instala un gobierno alineado a la Hungría de Viktor Orbán.

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