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La invasión que inició Rusia en Ucrania el 24 de febrero de 2022 está por cumplir un año sin visos de una solución. La ayuda que no deja de fluir de Occidente al gobierno de Volodimir Zelensky le ha permitido enfrentar exitosamente a las tropas del Kremlin, pero a un elevado costo: miles de vidas perdidas, ciudades destruidas, hambre, millones de personas que han debido dejar sus hogares. La guerra nos deja diversas lecciones, incluyendo que la ausencia de mecanismos internacionales para frenar los conflictos armados, y que las sanciones a Rusia no han funcionado como se esperaba. Para algunos de nuestros expertos, esta guerra no terminará hasta que Vladimir Putin reconozca su derrota, o sea retirado del gobierno. Milan M.A. Gonzales, corresponsal de guerra de Página Siete, cuenta el horror que ha sido cubrir el conflicto.
La guerra en 2023
Héctor Cárdenas Rodríguez. Embajador en retiro
A unos días de cumplirse un año de la invasión rusa a Ucrania, surgen algunas interrogantes sobre cuánto tiempo durará esa guerra no declarada entre ambas naciones. Todo parece indicar que las partes, ante el giro que ha tomado el conflicto, tendrán que poner en marcha sus respectivas estrategias para poner fin a la “operación militar especial” que el presidente ruso Vladimir Putin consideraba de corta duración pero que se ha enfrentado, a la respuesta vigorosa de Ucrania, con el apoyo de la OTAN, que ha puesto a su disposición armamento defensivo de última tecnología. Rusia, por su parte, se ha visto obligada a adoptar una nueva estrategia para hacer frente al ejército ucranio, incrementando el número de tropas en doscientos cincuenta mil elementos, la mayoría extraídos de las penitenciarías, sin entrenamiento militar y dispuestos a sacrificarse con tal de no regresar a las cárceles. De igual manera, los bombardeos a la infraestructura del país han aumentado significativamente en los últimos días con el fin de crear un ambiente de pánico entre la población civil.
Por otra parte, el Kremlin ha decidido ganar tiempo, con el fin de agotar los recursos de la nación invadida. Sin embargo, se advierte que el ejército no responde, con el ánimo de hace meses, a los llamados de Putin y, según informan las agencias de inteligencia occidentales, ha provocado la deserción, la frustración y el combate contra sus propios elementos. En este contexto, a pesar de la negativa del Kremlin para aceptar y difundir las cifras, se calcula el número de bajas en más de doscientos mil, entre muertos, heridos y prisioneros de guerra.
Por su parte, Ucrania entrena a sus tropas en el manejo de los tanques de combate y aviones de caza que los países miembros de la OTAN han decidido proporcionar al ejército ucranio, que solo podrá utilizar en las próximas semanas, dada la complejidad de su funcionamiento. Mientras tanto, el presidente Volodimir Zelensky ha desplegado una actividad diplomática sin precedentes.
Es probable que esta guerra, que ha causado daños incalculables, humanos y materiales, se prolongue hasta el momento en que el presidente Putin se retire, o lo retiren, de la escena política.
La piel de la espera
Milan M.A. Gonzales. Corresponsal de guerra. Página Siete
Sus ojos desorbitados tras el volante luchaban para no cerrarse, los míos también. Cada quince minutos su esposa lo llamaba para decirle que lo esperaba; de fondo, su pequeño hijo hacía sonidos evocándolo. Crucé la frontera polaco-ucraniana a pie. Tras caminar 25 kilómetros conocí a Jurgen, quien sería el último voluntario aquel 23 de marzo. Conducía su vieja camioneta durante doce horas sin pausas, salvo para cargar gasolina y comer. Unas soldados ucranianas lo detuvieron para pedirle que me lleve a Lviv; dos horas después estábamos frente a mi hostal. Cuán profundo y humano fue nuestro abrazo al despedirnos. Él, como millares de voluntarios, se comprometieron a apoyar a su tierra. Así es desde el 24 de febrero de 2022, día en que Ucrania despertó agredida por el invasor Vladimir Putin, quien convenientemente olvida que dicho país declaró su primera independencia en 1917, y la definitiva en 1991.
Es un año en el que los misiles rusos se estrellan sobre la vasta Ucrania, un año que el autócrata moscovita y sus contados aliados, como el dictador bielorruso Alexandr Lukashenko, no cesan de asesinar. En contra del derecho internacional quieren anexar Donetsk, Luhansk, Zaporiyia y Jersón. Mas su plan fracasa estrepitosamente. Ucrania se ha defiende, en buena medida gracias a una Europa unida. Prueba de ello es el envío de 100 tanques Leopard 1.
No todos los días ves impactar un misil cerca de tus huesos. Aquel 26 de marzo en Leópolis estaba a metros del humo que engulle. Hay maldad en quien justifica la sangre inocente por este absurdo. Tres cuartos del planeta luchan contra ella. Cuarto millón de muertos y la piel de la nación ucraniana aguanta. Entretanto, el ex espía ruso pasea sus barcos con carga nuclear por el Báltico. Mariia, a quien entreviste hace un año en Kiev, me responde sobre su situación actual con un firme: sobrevivo.
Lecciones de la guerra de Ucrania
Luis Herrera Lasso M. Director del Grupo COPPAN
A un año de la guerra en Ucrania, varias lecciones saltan a la vista. Primero, que la conquista territorial sigue siendo un móvil de guerra para algunos Estados, como lo mostró Rusia. Segundo, que cuando un pueblo y su gobierno resisten la invasión por un largo periodo, el éxito de la ocupación aparece cada día más distante. Tercero, la ausencia de mecanismos en el orden mundial para inhibir y/o contener conflictos armados. Cuarto, que la globalización induce a tomar partido. Gobiernos y pueblos, en su mayoría, están con Ucrania; algunos mantienen su distancia, pero Rusia está prácticamente sola.
La guerras son como las peleas de box, sabemos cuándo comienzan, pero no cuándo y cómo terminan. De no existir una escalada que lleve al uso de armas no convencionales, el gran perdedor de esta guerra en vidas humanas y destrucción sin duda será Ucrania. Sin embargo, Rusia será el gran perdedor en el juego de la política internacional, en su economía, en su moral y su prestigio. Ucrania contará con cuantiosos recursos para su reconstrucción. Rusia se quedará sin aliados ni socios políticos y con socios comerciales mucho menos dependientes de sus productos. Pobres serán sus ganancias de esta guerra.
Si consciente de su pérdida el líder ruso opta por llevar la guerra a otro nivel, el escenario sería mucho más complicado y las consecuencias impredecibles. Nada lo aconseja, pero tampoco nadie podrá impedirlo.
La cuestionada efectividad de las sanciones a Rusia
Renata Zilli, Investigadora del European Centre for International Political Economy (ECIPE).
A un año de la invasión rusa a Ucrania, no hay un claro consenso sobre la efectividad de las sanciones económicas y financieras imputadas al agresor. Y aunque la prolongación del conflicto armado podría considerarse como el mejor indicador para evaluar la inefectividad de las mismas, estaríamos partiendo de una premisa errónea: que las guerras son cortas y sencillas de acabar. Ciertamente, la economía rusa ha resistido al embate de Occidente y contrario a lo pronosticado, ha logrado compensar algunas de sus pérdidas. Algunos de los factores que explican este fenómeno son: el aumento en los precios del petróleo y gas natural, la apreciación del rublo y la reconfiguración de los flujos comerciales internacionales hacia ciertos mercados que permiten al Kremlin eludir las sanciones.
En ese sentido, destaca el crecimiento del comercio entre aquellos países que no impusieron sanciones unilaterales a Rusia como la India y Brasil. Con datos del NYT, en 2022 el volumen mensual promedio de los flujos comerciales entre Rusia y estos países, se incrementó en 300% y 106% respectivamente, en comparación con el periodo antebellum de 2017-2021. No obstante, resulta aún más sorprendente el aumento del volumen comercial entre Moscú y países que sí forman parte del bloque de sanciones como Bélgica (+81%), España (+57%) y Japón (+13%). Este hecho evidencia dos cuestiones. Primera, que el desacoplamiento productivo hacia Rusia en sectores estratégicos no ha sido fácil ni será rápido. Rusia es de los principales exportadores de tecnología nuclear y de escasas materias primas usadas en las manufacturas de alta tecnología como los chips o semiconductores, cruciales para las industrias del futuro.
Y segunda, que las sanciones económicas no son el talón de Aquiles de Moscú (casi de ninguna autocracia). La guerra ha echado a andar un proceso de reorganización en los mercados globales, que trastocará la competitividad y la estructura productiva de los países, tanto de tirios como troyanos. Si el objetivo de las sanciones es poner fin a la invasión de Ucrania, su efectividad dependerá de una estrategia multisectorial y coordinada entre aliados internacionales a lo largo del tiempo. Lo que aún resulta incierto determinar es, si la temporalidad como factor, será el talón de Putin, o de Occidente.
China y su papel geopolítico
Diego Jiménez Álvarez, internacionalista y maestrante en Estudios de Asia y África con especialidad en China por El Colegio de México.
A mediados de la Guerra Fría, por complejas diferencias dentro de su relación bilateral, China y la Unión Soviética se distanciaron, pero la visión pragmática de China y Estados Unidos crearía inmediatamente un nuevo equilibrio internacional. Este acercamiento permitiría a México establecer relaciones diplomáticas con China el 14 de febrero de 1972. 51 años después, la relación bilateral entre ambos países sigue siendo un importante factor para calcular nuestra política exterior hacia China.
La guerra geoeconómica entre China y Estados Unidos y la guerra de desgaste entre Rusia y Ucrania han generado un reacomodo en las cadenas globales de valor. Aunque los perfiles económicos de México y China son diferentes, hasta competitivos en ciertos sectores, el nearshoring es la oportunidad que ambos países esperaban para aumentar sus vínculos económicos, porque México, al ser la puerta al mercado estadunidense permitirá a la inversión china seguir en ese mercado. Sin embargo, nuestra relación bilateral con China va más allá del rubro económico, en México es admirada por su tecnología, su antiguo pensamiento filosófico y elogiada por su comida con la que el estilo gastronómico de Sichuan guarda relación con la comida mexicana.