Londres.— La primera ministra británica, Liz Truss, aseguró ayer que luchará por mantenerse en el cargo, pese a las presiones desde dentro y fuera de su partido para que abandone Downing Street y las turbulencias que atraviesa su gobierno.

En un nuevo golpe, la hasta ahora ministra del Interior, Suella Braverman, dimitió ayer. Alegó como motivo para su dimisión haber usado su cuenta de correo personal para enviar un documento oficial a un colega, un “error” y una “infracción técnica” por la que aceptaba su “responsabilidad”. “Dimito”, escribió. En su carta de renuncia, Braverman aseguró asimismo que le preocupaban “seriamente” las políticas del gobierno.

Braverman, antigua abogada general del Estado, fue sustituida por Grant Shapps, uno de los cabecillas de la revuelta interna de los conservadores tories contra el recorte de impuestos que Truss se vio forzada a retirar.

Se trata del segundo ministerio clave que cae en manos de los rivales internos de la primera ministra en cinco días después de que Jeremy Hunt, que respaldó junto a Shapps al adversario de Truss en las primarias conservadoras, Rishi Sunak, asumió Economía el viernes.

La dirigente conservadora aseguró en una comparecencia ante el Parlamento británico que pretende mantenerse en el cargo. Truss afirmó que es “una luchadora, no alguien que abandona”. “Estoy dispuesta a tomar decisiones difíciles”, insistió. Medios británicos han asegurado que fue Hunt quien dio la orden de despedir a Braverman, lo que ha avivado la percepción de que el titular de Economía ha acaparado gran parte del poder en el gobierno.

Cuestionada sobre ese extremo, una portavoz adjunta de Downing Street aseguró que Truss mantiene la autoridad en su gabinete. Se mantienen al mismo tiempo las especulaciones sobre la posibilidad de que los diputados conservadores fuercen la salida de Truss, que se ha desplomado en las encuestas hasta 30% por debajo del líder laborista, Keir Starmer.

Las normas del partido, sin embargo, impiden convocar una moción de censura interna contra el líder durante su primer año en el cargo y Truss asumió el poder hace tan solo un mes y medio. Para cambiar esa regla, una amplia mayoría de los parlamentarios tories deberían respaldar la modificación. Entre gritos de “dimisión” desde la bancada de la oposición, Truss pidió “perdón” por los “errores”.

Votación desata el caos

Mientras, los tories se impusieron por amplio margen (326 frente a 230) y desestimaron una enmienda propuesta por los laboristas para evitar que se vuelva a permitir el fracking (explotación de petróleo de esquisto) en el país.

Un diputado laborista, Chris Bryant, pidió la apertura de una investigación, explicando que había presenciado escenas de votación forzada dentro de la mayoría parlamentaria y de “acoso”. Además, ante el rumor de que el jefe y el vicejefe de filas, encargados de velar por la disciplina del partido, habrían renunciado en protesta por el brusco cambio de táctica del gobierno en la votación; Downing Street desmintió las dimisiones.

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