Miami.— Desde su aparición en la política estadounidense en 2015, Donald Trump se ha dirigido a México con una serie de amenazas, promesas y declaraciones que han sacudido la relación bilateral y han puesto en alerta a la sociedad mexicana. En sus discursos, la inmigración, el narcotráfico y el comercio se convirtieron en armas políticas, y su constante promesa de un muro pagado por México fue sólo el comienzo de una presión constante que se prolongaría a lo largo de casi una década.
Para los presidentes mexicanos, desde Enrique Peña Nieto hasta Claudia Sheinbaum, pasando por Andrés Manuel López Obrador, el reto ha sido proteger la soberanía nacional sin romper los lazos vitales que unen a ambos países. Un repaso de las amenazas de Trump permite reconocer los antecedentes a los que el gobierno mexicano se va a enfrentar en los próximos cuatro años.
Desde el inicio de su campaña en 2015, Trump insistió en construir un muro en la frontera con México y aseguró que los mexicanos pagarían por él. Aunque comenzó la construcción y renovación de algunos tramos de la barrera fronteriza, México no financió el proyecto. En lugar de eso, Trump recurrió a recursos del presupuesto estadounidense y declaró una emergencia nacional en febrero de 2019 para redirigir fondos del Departamento de Defensa a la construcción y mantenimiento de la valla.
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El gobierno de Enrique Peña Nieto rechazó firmemente la idea de que México pagaría por el muro.
Trump amenazó con imponer aranceles a productos provenientes de México si el país no colaboraba para reducir el flujo migratorio y controlar el tráfico de drogas. En 2019, retomó esta amenaza y advirtió con imponer aranceles progresivos a todas las importaciones mexicanas, empezando con 5% e incrementándolos hasta 25% si México no tomaba medidas adicionales para frenar la migración.
Aunque Trump no implementó un arancel generalizado, utilizó esta amenaza como estrategia de presión en 2019. Como respuesta, el gobierno del entonces presidente López Obrador incrementó sus esfuerzos en control migratorio, desplegando efectivos de la Guardia Nacional en la frontera sur mexicana y ajustó sus políticas migratorias.
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Trump también fue contundente en su campaña al describir el TLCAN como uno de los “peores acuerdos comerciales” para EU.
Trump cumplió con su promesa de renegociar el acuerdo y el resultado fue el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), firmado en 2018. Este nuevo tratado incluyó cambios significativos, especialmente en las reglas de origen para productos automotrices y requisitos salariales; lo que impactó a la industria en México.
México, aún bajo la administración de Peña Nieto, participó activamente en la renegociación para mantener el comercio bilateral.
Trump hizo de la inmigración uno de los temas centrales de su administración, prometiendo medidas más estrictas para detener la inmigración ilegal y aumentar las deportaciones. También implementó una política de tolerancia cero en 2018, que llevó a la separación de familias migrantes en la frontera.
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Trump implementó numerosas políticas migratorias restrictivas, como el aumento de deportaciones, la construcción de centros de detención en la frontera y, con la llegada del Covid-19, la implementación del llamado Título 42; una ordenanza de salud pública que obligaba sacar de la Unión Americana de manera exprés a los migrantes sin papeles y todos fueron a dar a México, como tercer país; afectando a migrantes mexicanos, latinoamericanos y de otras partes del mundo. Además, la política de tolerancia cero generó crisis humanitaria y fuertes críticas internas como internacionales.
Desde el inicio de su campaña, Trump hizo comentarios despectivos hacia los inmigrantes mexicanos, acusándolos de ser responsables de diversos problemas en Estados Unidos.
Este tipo de retórica promovió una percepción negativa hacia los inmigrantes mexicanos y en general, en muchos sectores de la población estadounidense; traduciéndose a su vez en agresiones, insultos y detenciones racistas contra migrantes y hasta ciudadanos de origen latino y en general, de origen no blanco.
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En 2016, Trump sugirió que podría restringir las remesas enviadas por trabajadores indocumentados a sus familias en México como medida de presión para financiar el muro. Esta amenaza nunca se concretó debido, entre otras cosas, a que, legalmente, si interfería en las remesas de un país, tendría que interferir en la de todos los países.
Trump cumplió parcial o totalmente algunas de sus amenazas más destacadas hacia México durante su primera campaña y gobierno presidenciales, especialmente en comercio y migración. Sin embargo, algunas de sus promesas no se implementaron.
Pero llegaría un segundo embate de Donald Trump contra México. Tras su derrota frente a Joe Biden en 2020 y su posterior reelección en 2024, Trump no sólo reactivó sus amenazas contra México; sino que ha intensificado su postura.
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La amenaza de un muro físico se renovó al igual que la amenaza de una deportación a todo indocumentado, las presiones comerciales alrededor de altos aranceles volvieron y la amenaza de declarar a los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas y entrar a México a combatirlas sumó un nuevo nivel de tensión.
Uno de los temas en los discursos de Trump fue la posibilidad de imponer aranceles a los productos importados desde México si el gobierno mexicano no frenaba el flujo de migrantes y de drogas.
La política migratoria de Trump ha sido consistentemente restrictiva y ha prometido durante la campaña electoral reactivar e intensificar las deportaciones masivas de inmigrantes indocumentados, en su mayoría mexicanos y centroamericanos. En abril de 2024 mencionó públicamente la posibilidad de construir campamentos de detención para facilitar y acelerar las deportaciones y advirtió que “debemos proteger nuestras fronteras y hacer que nuestras leyes se cumplan; si eso requiere nuevos campamentos de detención, los construiremos”.
Esta amenaza prometió sacar a los 11 millones de indocumentados que se presume viven en la Unión Americana, fue vista con mucha preocupación tanto en México como entre las comunidades migrantes en Estados Unidos.
Desde sus años en la presidencia, Trump ha considerado la posibilidad de designar a los cárteles de la droga en México como organizaciones terroristas. De avanzar con esta designación, el gobierno de Estados Unidos podría realizar operaciones militares contra los cárteles de la droga mexicanos, sin necesidad de una autorización expresa de México; generando una grave amenaza a la soberanía de ese país.
La administración de Sheinbaum ha reaccionado a estas declaraciones, señalando que México no permitiría en ninguna circunstancia una intervención militar extranjera en su territorio.
Trump manifestó su intención de revisar los términos del T-MEC e incluso amenazó con terminarlo si consideraba que no beneficiaba suficientemente a Estados Unidos. El gobierno mexicano y líderes empresariales han subrayado la importancia de preservar el T-MEC y evitar posibles renegociaciones que perjudiquen a la economía mexicana.
En múltiples ocasiones, Trump reiteró su intención de continuar la construcción de barreras físicas a lo largo de la frontera sur. La respuesta de México ha sido clara en múltiples ocasiones. La presidenta Sheinbaum expresó que “México cree en el diálogo y en la cooperación para resolver los problemas migratorios y de seguridad; no en la construcción de barreras físicas que sólo dividen a nuestras comunidades”.