San Francisco.— El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, visitó ayer las zonas afectadas por los gigantescos incendios que queman California y mostró un tono más conciliador frente a las palabras agresivas que hace una semana dedicó a las autoridades de este estado por su gestión del fuego.

Trump recorrió parte del área quemada por el incendio Camp, que arde en el norte de California, junto al gobernador del estado, el demócrata Jerry Brown, y su futuro sucesor, el también progresista Gavin Newsom, así como por Jody Jones, alcaldesa de Paradise, una población de 26 mil habitantes que fue completamente engullida por las llamas.

“Nadie pensó que esto podía pasar. Es muy triste ver esto. Tenemos que llevar a cabo trabajos de mantenimiento. Trabajaremos con grupos medioambientales. Todo el mundo ha visto la luz. Creo que avanzamos todos en el mismo sentido”, indicó el presidente en declaraciones a los medios. También expresó su esperanza de que “no volverá a producirse [un fuego] así de devastador porque este ha sido uno muy, muy malo”.

Hace una semana, el presidente generó indignación entre los servicios de emergencia californianos al culpar a las autoridades del estado, todas ellas demócratas, de una “absoluta mala gestión” forestal y amenazar con cancelar futuras ayudas federales.

De acuerdo con el último recuento, el incendio Camp ha causado al menos 76 muertos, mientras que más de mil personas permanecen desaparecidas y el fuego ha arrasado 59 mil 900 hectáreas. El incendio también ha destruido más de 12 mil edificios, en su mayoría en Paradise.

Unas 40 mil personas permanecen evacuadas, mientras que el humo de la conflagración se desplaza cientos de kilómetros y mantiene zonas muy pobladas como Sacramento o la bahía de San Francisco bajo alerta máxima por la mala calidad del aire.

En toda esta área, en la que residen unos 10 millones de personas. En el sur, el Woolsey ha dejado tres muertos.

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