Washington.— La frontera entre partido y gobierno es inexistente para Donald Trump y su administración. La convención republicana está dejando claro que el presidente no tiene ningún problema en que tanto él como funcionarios usen las ventajas de estar en el poder para su interés electoral, lo que ha levantado críticas éticas e incluso dudas sobre la legalidad de sus acciones.

Con la pandemia del coronavirus imposibilitando una convención política, en un estadio repleto de gente, Trump no ha tenido ningún reparo en utilizar la Casa Blanca como escenario de sus primeras apariciones en el cónclave republicano, edificio federal que no debería usarse con fines políticos.

Este martes, en la segunda jornada de convención, usó la residencia presidencial, su actual cargo y a su familia como activos. En medio del acto proselitista, Trump dio a conocer su decisión de otorgar el perdón presidencial a un exconvicto afroamericano por el robo de un banco que empezó en una iglesia al salir de prisión, con el único fin de aprovecharlo con fines políticos.

En su segunda aparición de la noche, el mandatario presidió un acto de naturalización de cinco inmigrantes en uno de los salones de la Casa Blanca, con la participación del secretario de Seguridad Nacional interino, Chad Wolf.

La administración Trump era consciente de los problemas éticos e incluso legales que podría suponer todo eso y varios reportes de prensa aseguraban que todos los actos y discursos fueron revisados por abogados. Si bien la ley exime al presidente y al vicepresidente del cumplimiento de no participar en actos políticos, no sucede lo mismo en el caso de otros funcionarios.

Como Mike Pompeo, secretario de Estado y uno de los platos fuertes de la jornada, quien aprovechó su viaje oficial a Israel para conectar con la convención. Nunca en la historia un jefe diplomático había intervenido en un acto político de este calibre, violando claramente la conocida ley Hatch sobre la participación de empleados federales en actividades políticas.

Pompeo rompe sus reglas

Pompeo se saltó sus propias normativas: en julio dijo a sus empleados que no era apropiado participar en el proceso político, incluido “atender una convención”. La aparición de Pompeo, que no oculta su interés en presentarse a la presidencia en 2024, desató la caja de los truenos en Washington. El Partido Demócrata lo calificó de “vergonzoso” y el congresista Joaquín Castro anunció una investigación sobre la decisión del secretario de Estado de hablar desde Jerusalén, ciudad a la que llegó representando a Estados Unidos y en un viaje pagado por todos los estadounidenses.

El discurso más importante de la noche también se hizo desde un edificio federal. Melania Trump, la hermética primera dama, habló desde el Jardín de la Rosaleda de la Casa Blanca, con público presente —medio centenar de personas sin mascarilla y escasa separación.

La exmodelo fue la única que hizo una mención explícita a las víctimas del coronavirus, elemento que brilla por su ausencia en las sesiones de discursos y anuncios políticos, y llamó a la reflexión en el momento de “inquietud racial” que vive el país. “No están solos”, dijo a las familias afectadas por la pandemia, y afirmó que su esposo peleará por madres y padres, por las familias, y que “el liderazgo de mi esposo” es lo que EU necesita más que nunca.

A falta de grandes figuras políticas que quieran participar de la convención, el partido se ha visto obligado a llenar las dos horas y media diarias de transmisión con historias humanas muy guionizadas pero efectivas, de quienes se han beneficiado de las políticas de Trump. No podían faltar, claro está, los empresarios que agradecen al presidente la renegociación del Tratado de Libre Comercio con México.

Los que tampoco faltan nunca son los hijos del mandatario. El Partido Republicano no esconde que es una rama familiar más del clan Trump y este martes, además de Melania, fue el turno de dos de los hijos menos mediáticos, Eric y Tiffany, quienes presentaron a su padre como el único líder capaz de combatir los peligros que enfrenta EU.

De destacar es el enfoque en un segmento de la población que el partido quiere que se movilice hacia su candidato: las mujeres. Toda la velada, los mensajes sobre las políticas y la empatía del presidente hacia ellas fueron constantes, aprovechando además la reciente celebración del centenario del sufragio femenino en el país.

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