El presidente de Estados Unidos, Donald Trump , reconoció a Jerusalén como la capital de Israel , revirtiendo una postura de Washington que databa de hace décadas, pese a las advertencias en todo el mundo de que el gesto abre una división entre Israel y los palestinos.

En un discurso ofrecido en la Casa Blanca, Trump dijo que su gobierno pondrá en marcha también el proceso para trasladar la Embajada de Estados Unidos desde Tel Aviv a Jerusalén, algo que se espera tarde varios años.

"He decidido que es hora de reconocer oficialmente a Jerusalén como la capital de Israel", comentó Trump.

"Aunque presidentes anteriores lo convirtieron en una gran promesa de campaña, no la cumplieron. Hoy, yo estoy cumpliendo".

A pesar de las advertencias sombrías desde todo el mundo, el presidente Donald Trump trastocó la política exterior estadounidense de las últimas décadas al reconocer a Jerusalén como la capital de Israel.

De nada sirvieron las exhortaciones apremiantes de gobiernos árabes y europeos o la amenaza de protestas y violencia contra Estados Unidos: Trump dijo que ponía fin a un enfoque que desde hace décadas no ha podido hacer progresar el proceso de paz. Por primera vez, respaldó personalmente el concepto de la “solución de dos estados” para Israel y los palestinos, siempre que ambas partes lo acepten.

“He resuelto que es hora de reconocer oficialmente a Jerusalén como la capital de Israel”, dijo en un discurso desde la Casa Blanca. Dijo que la medida venía con un “largo retraso” y beneficia los intereses de Estados Unidos. El reconocimiento, añadió, reconoce la “obviedad” de que Jerusalén es el asiento del gobierno israelí a pesar de la disputa en torno de su estatus, uno de los elementos cruciales del conflicto entre israelíes y palestinos.

“Esto es ni más ni menos el reconocimiento de la realidad”, dijo Trump.

El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, calificó el anuncio de “día histórico” y “paso importante hacia la paz”.

El presidente ordenó al Departamento de Estado iniciar el proceso de trasladar la embajada estadounidense de Tel Aviv a Jerusalén como lo requiere la ley. Sin embargo, funcionarios dijeron que el traslado tomará años.

Trump aseguró que su decisión no pondría en entredicho las fronteras geográficas y políticas de la ciudad, las que serán determinadas por Israel y los palestinos.

Antes del discurso, líderes árabes y musulmanes advirtieron que el anuncio podría traer violencia. En Gaza, cientos de palestinos quemaron banderas estadounidenses e israelíes. Agitaron pancartas que proclamaban a Jerusalén como su “capital eterna”, una frase que también emplean los israelíes para su país.

Los aliados más estrechos de Estados Unidos en Europa pusieron en duda la prudencia de una medida que rompe drásticamente con la posición anterior de Estados Unidos de declararse neutral sobre la soberanía de la ciudad.

Jerusalén incluye el sitio más sagrado del judaísmo, así como el tercer santuario en importancia del islam e importantes sitios cristianos. En el pasado, cualquier medida en aparente perjuicio de los reclamos musulmanes sobre la ciudad ha provocado protestas en Tierra Santa y más allá.

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