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Washington.— Todo el mundo miraba a Pennsylvania, la que parecía la joya de la corona de las elecciones, el estado por el que pasaba cualquier camino a la Casa Blanca. Y, al final, Joe Biden no necesitará conseguirlo para llegar a la presidencia.
Es cierto que ganar en Pennsylvania mejoraba por mucho las opciones de cualquier candidato de tener un trayecto placentero hacia la victoria, pero la conjunción de resultados del demócrata le han permitido trazar un sendero en el que no es necesario pasar por su estado natal. No fue porque Biden no hiciera un esfuerzo titánico por Pennsylvania. Hizo más de una docena de mítines y le dedicó toda la víspera electoral. Sin embargo, los éxitos conseguidos durante la jornada electoral, especialmente el vuelco de Arizona y la reconstrucción del muro azul del cinturón industrial, ni que sea parcialmente, fue una gran noticia para los demócratas.
Al cierre de esta edición, a Biden sólo le hacen falta seis delegados del colegio electoral para llegar a los 270 anhelados. Eso significa que tiene que ganar uno de los cinco estados que quedan por decidir (a excepción de Alaska, que no le daría el premio suficiente). El más probable y factible sería vencer en Nevada, que se espera que anuncie su ganador durante la mañana de este jueves.
Ganar en Pennsylvania, Carolina del Norte o Georgia también serían suficientes para alcanzar la Casa Blanca. Si Biden consigue Nevada y llega a los 270, todo lo que pudiera ganar de más sería de añadido. Si los resultados le fueran muy favorables, y ganara todo lo que queda, podría superar los 321 delegados del colegio electoral, dejando a Trump con 217.
Sin embargo, el republicano aún puede evitar ser presidente de un único mandato, y para eso necesita no cometer ningún error: está obligado a ganar todos y cada uno de los estados que quedan por decidir. El único del que podría prescindir es Alaska: sus tres electores no aportarían nada a la suma necesaria. Lo único seguro es que no hay forma matemática de empate. Por tanto, cuando todos los estados terminen sus conteos —y procesos judiciales mediante—, habrá un ganador claro.