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El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, negó nuevamente ayer una “colusión” con Rusia, pero pareció admitir que sabía que su consejero de seguridad nacional, inculpado el viernes, había mentido al Buró Federal de Investigaciones (FBI). La confesión de Michael Flynn ensombreció el triunfo que se anotó el mandatario en el Senado, donde se aprobó su plan de reforma fiscal.
Trump insistió en que “no hubo colusión” entre su equipo electoral y Rusia, y negó estar inquieto por lo que pueda declarar Flynn ante la justicia, luego de que el viernes el ex asesor reconociera que mintió al FBI con respecto a sus contactos con Rusia y dijera que está dispuesto a cooperar.
El yerno de Trump, Jared Kushner, fue identificado como el “muy alto” funcionario de transición que, según Flynn, le ordenó contactar a gobiernos extranjeros. Brian Ross, periodista de la cadena ABC, había dicho que Flynn estaría dispuesto a señalar al propio Trump como responsable último de sus reuniones con representantes del Kremlin, pero ayer fue suspendido al revelarse que no era así. El presidente felicitó a la televisora por la decisión.
Por lo pronto, Trump tuiteó que “tuve que despedir al general Flynn porque había mentido al vicepresidente [Mike Pence] y al FBI. Se declaró culpable de esas mentiras. Es triste porque sus acciones durante la transición fueron legales. ¡No tenía nada que ocultar!”. El mensaje le puede complicar las cosas, dado que cuando despidió a Flynn, la Casa Blanca sólo había dicho que éste le había mentido a Pence, no al FBI sobre sus intercambios con el embajador ruso en Washington.
El tuit de Trump llevó al representante demócrata Adam Schiff, miembro del Comité de Inteligencia de la Cámara Baja, a cuestionar por qué si Trump sabía de las mentiras al FBI, demoró en cesar a Flynn y “presionó” al entonces jefe del FBI James Comey a dejar pasar el tema.
Cada vez más cerca. La investigación del fiscal especial Robert Mueller sobre la injerencia de Moscú en las elecciones de 2016 se acerca cada vez más a Trump.
Si logra probar una colusión con Rusia o una obstrucción a la justicia, no debe excluirse un procedimiento de destitución del presidente.
Ayer mismo se informó que Peter Strzok, jefe adjunto de contraespionaje del FBI y miembro del equipo que investiga la intromisión rusa en los comicios de EU, fue destituido debido a mensajes de texto que envió criticando a Trump. Strzok también había participado en la investigación sobre el servidor de correo electrónico de Hillary Clinton.
El escándalo por la confesión de Flynn desplazó a segundo plano la aprobación de la reforma fiscal en el Senado, que desató la euforia de Trump. “Estamos un paso más cerca de dar recortes tributarios enormes a las familias trabajadoras en todo Estados Unidos. ¡Esperamos firmar una ley final antes de Navidad!”, tuiteó.
El texto, aprobado por 51 votos a 49, debe ser armonizado ahora con la versión de la Cámara de Representantes y votado nuevamente. Con esta reforma, el impuesto a las empresas, que es actualmente de 35%, pasará a ser de 20%. Todas las categorías de contribuyentes deberían beneficiarse de la rebaja de los impuestos.
Los impulsores de la reforma aseguraron inicialmente que las rebajas de impuestos se autofinanciarían gracias a una aceleración del crecimiento, pero según los expertos aumentará en un billón de dólares la actual deuda pública de 20 billones de dólares.
Robert Reich, ex secretario de Trabajo del ex presidente Bill Clinton, escribió una columna de opinión en la que aseguró, citando al Tax Policy Center, que en contra de lo que dice el gobierno, hasta 2027 los beneficios de la ley irán a los bolsillos del 1% más rico, mientras que los menos favorecidos tendrán reducciones modestas de impuestos.
No sólo eso. La reforma incluye el mayor golpe de los republicanos hasta ahora a la ley de salud del ex presidente Barack Obama, pues elimina la exigencia de que todos los estadounidenses tengan un seguro de salud. Ello hará subir las primas de los seguros y millones de personas perderían la cobertura, según los expertos en políticas públicas.
La minoría demócrata sólo pudo expresar una oposición simbólica. Sus senadores sostuvieron que el texto “tima” a la clase media porque beneficia más a las empresas y a los contribuyentes con mayores ingresos. “¡Esta noche el Tesoro federal fue saqueado!”, lanzó el senador Bernie Sanders.
En Nueva York, donde Trump participó en una reunión de recaudación de fondos, varias decenas de personas desaprobaron al mandatario. “Las reducciones de impuestos destruyen vidas”, decía una pancarta.