Miami.— El sábado 13 de julio, un atentado convertía al expresidente de Estados Unidos en una especie de héroe, que días después los republicanos ungirían como candidato presidencial y parecía no tener ya obstáculo alguno en su camino a la Casa Blanca, con un rival demócrata debilitado y presionado por su propio partido para hacerse a un lado. Un mes después, el panorama no podía ser más distinto. Para él, para los demócratas… y para el Servicio Secreto.

Para el 15 de julio, los republicanos llegaban a su convención convencidos de que, tras sobrevivir al ataque, con un oído afectado por un rozón de bala, Trump era invencible. Las fotos de la gente con el oído parchado para solidarizarse con su líder se hicieron virales. Y considerándose él mismo imparable, optó por un hombre que bajo otras condiciones podría ser un riesgo; identificado con los republicanos más extremos: antiinmigrante, antiaborto, antimujeres sin hijos… un Trump a la doble potencia. Pero en ese momento, parecía que ninguna decisión de Trump, ni la elección del senador como compañero de formula, podría afectarle.

Tres días después de concluida la convención, el panorama para Trump dio un giro de 360 grados: ante una presión ya insostenible por parte del Partido Demócrata, tras un desempeño desastroso en el debate con Trump, el presidente Joe Biden, quien hasta ese momento se mantenía firme en su aspiración a la reelección, y ganador de las primarias del bloque, anunció que se bajaba de la contienda e inmediatamente propuso a la vicepresidenta Kamala Harris para que lo sucediera en la carrera rumbo a la Casa Blanca.

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El apoyo a Harris fue unánime y para el 6 de agosto, era ya la nominada oficial del Partido Demócrata, a la espera solamente de que acepte oficialmente ser la candidata en la convención de este mes.

Biden y Harris le arrebataron así a Trump el halo triunfal con el que salió de la convención. Pero ahí no terminaría todo.

La llegada intempestiva y sorpresiva de una Kamala Harris empujada por una marea demócrata llena de energía y nueva oxigenación, ha puesto de cabeza al equipo de campaña trumpista. Y es que, entre otras cosas, Trump paso de ser el más “cuerdo” de los candidatos, a ser el “viejito” de la contienda, con 78 años, contra los 59 de la vicepresidenta demócrata. Adicionalmente se le ha puesto de frente una mujer afroasiática estadounidense, con una representación extraordinaria para mujeres, afros, asiáticos y de rebote, los latinos.

Ese mismo 6 de agosto, Harris ponía fin a la incertidumbre y designaba al gobernador de Minnesota, Tim Walz, como su compañero de fórmula. Un político que no podía ser más diferente de Vance y con el que ha decidido enfrentar a quienes ya tienen oficialmente el sello, cortesía de Walz, de “raritos” republicanos.

“Esta campaña es única y no se puede tomar como precedente nada de lo que haya pasado. Cualquiera que piense que sabe lo que va a suceder está absolutamente equivocado”, ha declarado David Redlawsk, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Delaware.

El Servicio Secreto, en tela de juicio

El más afectado por el atentado contra Trump en Butler, Pennsylvania, no ha sido el magnate, a pesar de haber sido la víctima, sino el Servicio Secreto, al revelarse graves fallas de seguridad sin las cuales, el magnate jamás habría resultado herido.

Fueron tan grandes las deficiencias que costaron la cabeza de la directora de la agencia,b.

Ella misma admitió, durante una audiencia ante el Comité de Supervisión y Rendición de Cuentas de la Cámara de Representantes que los agentes del Servicio Secreto habían identificado al atacante como una persona “sospechosa” al menos 20 minutos antes de que comenzara a disparar, y que el atentado ha sido “el fallo operativo más significativo del Servicio Secreto en décadas”.

Ni siquiera fue el Servicio Secreto el primero en disparar contra Matthew Crooks, el joven de 20 años que disparó con un rifle a Trump, sino un agente local asignado a un equipo SWAT. Ese disparo sorprendió a Crooks y aunque la bala no dio en el blanco, sí evitó que el agresor siguiera disparando. El Servicio Secreto disparó la bala que mató a Crooks.

Pese a la renuncia de Cheatle, el atentado contra Trump puso de relieve las vulnerabilidades en la seguridad de los eventos políticos y ha desencadenado un esfuerzo significativo para mejorar las prácticas y procedimientos del Servicio Secreto.

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Sin Biden, no es lo mismo

Tras el atentado, Trump logró que las dudas que ya generaba Biden para otros cuatro años en la presidencia se hicieran más grandes. Después de todo, el republicano salió del ataque con el puño en alto, más desafiante que nunca, para clamar: “¡Luchen, luchen!”. En cambio, Biden lucía cada vez más confundido, incapaz de mantener un discurso coherente. Pero con Harris, las cosas cambian, y el atentado, a la par de impulsar su imagen de líder, también ha tenido un impacto en su aspecto físico, visible en sus eventos.

Con Biden, Trump podía lucir su imagen de gran recaudador. Tras ser hallado culpable, en mayo, de 34 cargos por falsificación de registros comerciales, en el caso de la exactriz de cine para adultos Stormy Daniels, recaudó 52.8 millones de dólares en un solo día. En una semana, Harris recaudó 200 millones de dólares, y en todo julio los demócratas recaudaron 310 millones de dólares, contra 138 millones de los republicanos.

El congresista republicano James Comer, al interrogar a la entonces directora del Servicio Secreto estadounidense, Kimberly Cheatle, en Washington. Foto: Chris Kleponis | AFP
El congresista republicano James Comer, al interrogar a la entonces directora del Servicio Secreto estadounidense, Kimberly Cheatle, en Washington. Foto: Chris Kleponis | AFP

Harris está aprovechando el impulso para afianzar su imagen ante las minorías. Apenas el jueves, su campaña sacó un video electoral en español, en el que ella reivindica su historia como hija de inmigrantes (su madre era de India y su padre es jamaicano). “Cuando eres criada por una madre migrante, conoces lo que es posible con determinación. Y con determinación fue cómo Kamala Harris comenzó trabajando en un McDonald’s y llegó a ser fiscal, fiscal general del estado, senadora de Estados Unidos y nuestra vicepresidenta”, dice el spot.

Harris y los demócratas son conscientes de la importancia del voto latino y de cómo, tras ser un sector tradicionalmente demócrata, en los últimos años han virado e incrementado su apoyo a Trump.

“Sin duda se trata de la campaña más turbulenta que hemos tenido en la historia moderna”, declaró Hans Noel, especialista en política de la Universidad de Georgetown, al hablar cómo el ascenso de Harris movió todo el tablero político.

¿Se mantendrá el ritmo?

Las encuestas muestran, por ahora, a Harris y a Trump pegados en la intención de voto, algo que para los demócratas ya es un avance, después del desplome que sufrió Biden en los sondeos tras el debate.

Incluso, una encuesta publicada por la Facultad de Derecho de la Universidad Marquette muestra que, entre los votantes probables a nivel nacional, Harris aventaja ahora a Trump en seis puntos: 53% a 47%.

Sin embargo, nada está dicho, y falta mucho para las elecciones del 5 de noviembre.

La base de Trump se mantiene firme y el impulso de Harris tiene mucho que ver con la decepción que generaba la candidatura de Biden. Está por verse, ya con la fórmula Harris-Walz definida y los mítines a todo lo que da, si los demócratas logran mantener el buen ritmo y les basta para derrotar a MAGA en las urnas.

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La entonces directora del Servicio Secreto, Kimberly Cheatle, durante una audiencia de la Cámara Baja que examinó posibles fallas de seguridad en torno al atentado contra Trump. Foto: Chris Kleponis | AFP
La entonces directora del Servicio Secreto, Kimberly Cheatle, durante una audiencia de la Cámara Baja que examinó posibles fallas de seguridad en torno al atentado contra Trump. Foto: Chris Kleponis | AFP

Tony Fabrizio, encuestador de la campaña de Trump, aseguró que Harris vive una “luna de miel” de corta duración. “Que los demócratas sustituyan a un candidato por otro NO cambia el descontento de los votantes por la economía, la inflación, la delincuencia, la frontera abierta, los costes de la vivienda, por no mencionar la preocupación por dos guerras en el extranjero”, dijo en un memorándum, aludiendo a las guerras de Rusia en Ucrania y de Israel en Gaza. “En poco tiempo, la luna de miel de Harris terminará y los votantes volverán a centrarse en su papel de compañera y copiloto de Biden”, aseguró. Los demócratas ansían demostrar que Fabrizio, y Trump, están equivocados.

Por lo pronto, el nerviosismo que despertó el cambio de fórmula demócrata es evidente. En una conferencia el jueves, Trump urgió a Harris a enfrentarse con él no en uno, sino en tres debates, de los que, por ahora, la candidata demócrata sólo ha aceptado uno para el 10 de septiembre, que será transmitido y moderado por la cadena ABC News, como estaba programado cuando Biden era el candidato. Se trata de un cambio notable por parte del republicano, quien al saber que Harris sería la candidata, y no Biden, insinuó que no se presentaría al encuentro en ABC News.

El viento aún sopla a favor de Harris, quien tiene pendiente aceptar la nominación demócrata en la Convención que tendrá lugar del 19 al 22 de agosto, en Chicago, acaparando la atención, sobre Trump... a menos que haya un nuevo terremoto.

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