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Washington.— Para defenderse del impeachment en su contra, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha recurrido a dos figuras del histórico juicio político al exmandatario Bill Clinton para integrar su equipo legal.
Se trata de Kenneth Starr y Robert Ray, quienes en los años 90 acapararon la atención de la Unión Americana por su papel como fiscales especiales e independientes que con su investigación lograron poner contra las cuerdas a Clinton (1993-2001), y que ahora se sumarán a otros juristas que desde hace meses diseñan la estrategia de defensa de Trump para el proceso que definirá si es destituido y que empezará el martes en el Senado.
También estarán acompañados por Alan Dershowitz, un polémico profesor retirado de Derecho Constitucional, cuyos antiguos clientes son la exestrella del futbol americano O.J. Simpson, protagonista en los años 90 de un sonado juicio por el homicidio de su esposa, o Jeffrey Epstein, muerto en extrañas circunstancias en su celda cuando estaba acusado por pedofilia.
Dershowitz confirmó en su cuenta de Twitter que intervendrá en la fase de argumentos orales del proceso de destitución.
Los tres juristas se unen al equipo que encabezan el abogado general de la Casa Blanca, Pat Cipollone, y uno de los letrados personales de Trump, Jay Sekulow.
Estos dos últimos serán los defensores principales del presidente y, según la cadena CNN, contarán con la ayuda de otra abogada personal del mandatario, Jane Raskin, y de la exfiscal de Florida Pam Bondi, quien desde finales del año pasado ha sido el rostro de la operación mediática contra el impeachment.
Starr, un meticuloso y discreto experto en Derecho, relacionado durante toda su carrera con figuras del ala más conservadora del Partido Republicano, se hizo cargo en 1994 de la investigación a Clinton por el caso Whitewater, una fracasada inversión de bienes raíces relacionada con la quiebra de una caja de ahorros en Arkansas, que salpicaba al exgobernador de ese estado y a su esposa, Hillary.
Pese a que esa indagatoria no dio resultados, Starr tuvo la tenacidad de seguir tirando de la cuerda de otros casos oscuros de la presidencia de Clinton, como el despido irregular de unos empleados de la oficina de viajes de la Casa Blanca, o el manejo de ficheros del FBI sobre exfuncionarios republicanos, hasta dar con el suceso que llevaría al presidente demócrata a tener que enfrentarse a un juicio político.
Se trató sobre la relación sexual clandestina que mantuvo con la becaria de la Casa Blanca Mónica Lewinsky, que el exmandatario intentó tapar y negó, bajo juramento, a los investigadores independientes, una acción que fue finalmente el motivo de su impeachment: el perjurio.
Déjà vu
El juicio político a Clinton, como se espera que ocurra con el que padecerá a partir de la próxima semana Trump, debido a la mayoría con que cuenta el Partido Republicano en el Senado, finalizó con la absolución del expresidente.
Ante este cúmulo de déjà vu de los años 90, la propia Lewinsky reaccionó con sorpresa. “Definitivamente este es un día de: ‘¿Me estás tomando el pelo?’”, escribió en Twitter.
Dershowitz defendió su imparcialidad y aseveró que su deseo es “defender la integridad de la Constitución y prevenir la creación de un precedente constitucional peligroso”.
El polémico abogado dijo no ser partidista, lo que argumentó al indicar que en 2016 votó por la candidata demócrata, Hillary Clinton, aunque en los últimos años se le ha visto defendiendo frecuentemente a Trump en entrevistas con cadenas de televisión conservadoras.
Al retuitear mensajes de los comentaristas de su cadena de televisión favorita, Fox News, Trump insistió ayer en que el juicio político es injusto y que debería suspenderse. “Tienen un buen presidente, pero intentan someterlo a un proceso de destitución”, señaló a los Tigres de la Universidad del estado de Louisiana, los ganadores de la liga estudiantil de futbol americano, a los que recibió en la Casa Blanca.
Revelaciones
Se prevé que el Senado, de mayoría republicana, absuelva a Trump, pero se acumulan nuevas revelaciones sobre sus acciones respecto a Ucrania.
La Oficina de Rendición de Cuentas del Gobierno de Estados Unidos indicó hace dos días que la Casa Blanca violó la ley federal cuando retuvo la asistencia para Ucrania. Ante ello, el mandatario acusó al observatorio, que denunció sus presiones a Kiev, de seguir los dictados de la líder demócrata, Nancy Pelosi.
Al mismo tiempo, Lev Parnas, socio del abogado personal de Trump Rudy Giuliani, también acusado, entregó a los fiscales nuevos documentos que vinculan al presidente con un canal secundario de política exterior orquestado por Giuliani.
El secretario de Estado, Mike Pompeo, prometió una investigación para determinar si la exembajadora de Washington en Kiev, Marie Yovanovitch, despedida el año pasado y escuchada como testigo de los demócratas en la investigación que condujo a la acusación al gobernante, había sido puesto bajo vigilancia por seguidores de Trump.
Los acontecimientos aplicaron más presión a los senadores para que llamen a nuevos testigos, una cuestión en disputa que debe resolverse. La Casa Blanca instruyó a los funcionarios a no cumplir con las órdenes de comparecencia del Congreso, que solicitan testimonio o información.