Washington.— Volvió el caos a la Casa Blanca y otra vez fue tras un tuit del presidente Donald Trump. El mandatario anunció en las redes sociales la salida fulminante de su asesor en Seguridad Nacional, el halcón John Bolton, con quien dijo tener “muchos desacuerdos con muchas de sus sugerencias”. Es el tercer consejero en la materia que abandona la administración en menos de tres años.

“Informé a John Bolton ayer por la noche [el lunes] que sus servicios ya no eran requeridos en la Casa Blanca”, escribió Trump en Twitter. El republicano aseguró que pidió la renuncia y que ayer por la mañana la recibió.

Las divergencias entre Bolton y Trump eran muchas y notorias. Las opiniones eran distintas en casi todos los frentes y desafíos internacionales en los que Washington está involucrado, especialmente con los considerados enemigos.

Su salida pone de manifiesto los desacuerdos constantes entre el consejero y el presidente: Bolton era contrario al diálogo con Corea del Norte, escéptico de hablar con Irán, opuesto a negociar con los talibán de Afganistán, supuestamente la gota que colmó el vaso y finiquitó la desesperación de Trump con su asesor. Además, el fracaso del plan para Venezuela había despertado la ira de Trump en más de una ocasión.

“Tenían desacuerdos en políticas”, reconoció la portavoz presidencial, Stephanie Grisham. “Está muy claro que las políticas y prioridades de John Bolton no se alineaban con las del presidente Trump”, añadió otro vocero, Hogan Gidley.

Las diferencias entre ellos se evidenciaron incluso en la narración del relato sobre su salida. Bolton aseguró que no fue despedido, sino que fue él quien presentó la dimisión por “una acumulación de factores”. Dijo que es “completamente erróneo” que le pidieran renunciar.

“Que quede claro: dimití y ofrecí hacerlo ayer por la noche”, declaró. En su versión, Trump le dijo que lo hablarían al día siguiente.

Tras participar en la reunión de Seguridad Nacional diaria, Bolton abandonó su cargo.

El hecho pareció tomar desprevenida a la Casa Blanca, que tenía prevista una conferencia de prensa con Bolton. “Nunca me sorprendo”, bromeó el secretario de Estado, Mike Pompeo, a quien se le preguntó sobre el asunto.

Pompeo era uno de los rivales de Bolton, con quien estaba en desacuerdo “muchas veces”.

Bolton se une a una lista extensísima de funcionarios de la administración Trump que han sido despedidos o han dimitido de un gobierno que todavía no ha cumplido mil días y que es incapaz de consolidar una estructura concreta de gobierno.

El exasesor presidencial había llegado en abril de 2018 como una figura belicista y militarista que nunca escondió su deseo de bombardear a los enemigos de Estados Unidos, por ejemplo, Corea del Norte o Irán. Avalado por sus posturas firmes como comentarista en la conservadora Fox News, varios reportes de prensa aseguraban que su bigote característico le había impedido ser secretario de Estado, dado el desprecio de Trump por el vello facial.

Charlie Kupperman, hasta ahora número dos de Bolton, tomará el cargo de forma interina. Se espera que el reemplazo sea anunciado la próxima semana.

La estructura de Seguridad Nacional queda sin cabeza visible a dos semanas de la Asamblea General de la ONU, algo que podría beneficiar el diálogo con Irán que tanto desea Trump. Todas las versiones apuntan a que ambos países podrían aprovechar para verse en Nueva York, algo más factible sin la oposición de Bolton. “Por supuesto”, respondió Pompeo a las preguntas de si veía una futura reunión entre Trump y el líder iraní, Hassan Rouhani.

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