Washington.— El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, rechazó ayer las acusaciones de racismo que se han vertido en su contra por la guerra dialéctica que ha mantenido desde mitad de julio con legisladoras provenientes de minorías étnicas y destacadas figuras afroestadounidenses.

“Soy la persona menos racista del mundo”, dijo a periodistas en la Casa Blanca.

En las dos últimas semanas, Trump atacó a cuatro congresistas demócratas: Alexandria Ocasio-Cortez, Ayanna Pressley, Ilhan Omar y Rashida Tlaib; a un legislador negro, representante del área de Baltimore: Elijah Cummings, y a un activista de los derechos civiles de minorías, Al Sharpton.

Sus comentarios levantaron señalamientos de que el mandatario promueve las divisiones raciales en EU mientras apela a su base blanca de clase trabajadora con miras a las elecciones del próximo año. “No estoy enojado con nadie”, aseguró el mandatario.

El gobernante denunció los “horrores” de la esclavitud en Jamestown, Virginia, al celebrar la fundación de la primera legislatura local por colonos ingleses hace 400 años, pero el evento fue interrumpido y boicoteado por legisladores estatales afroestadounidenses.

En su discurso, Trump señaló que junto con los primeros colonos llegaron los primeros esclavos africanos, lo que convirtió a Jamestown en un símbolo no sólo de la democracia estadounidense, sino también de la esclavitud masiva. “Recordamos a todas las almas sagradas que sufrieron los horrores de la esclavitud”, dijo Trump, sobre lo que llamó un “bárbaro comercio de vidas humanas”, pero los legisladores afroestadounidenses del estado de Virginia boicotearon el acto.

“Es imposible ignorar el emblema del odio y el desdén que representa el presidente”, dijeron en un comunicado, en el que denunciaron la “retórica racista y xenófoba” de Trump. Un legislador del estado de Virginia levantó un cartel que decía: “Deporten el odio” y “Regresa a tu hogar corrupto”.

Trump hizo una pausa en su discurso mientras el hombre, identificado como Ibraheem Samirah, era retirado del lugar. El mandatario negó que la controversia haya dañado su imagen, alegando que los residentes de Baltimore estaban llamando en masa para agradecerle por denunciar lo que el mandatario define como negligente liderazgo de sus políticos.

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