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Washington.— La vida de Donald Trump previa a su carrera política se basaba en gran medida en amenazas de juicios para quejarse de aquello que no era de su agrado. Ahora, tras su paso por la Casa Blanca, parece estar dispuesto a retomar ese sendero: ayer anunció una demanda ante las cortes a las grandes empresas tecnológicas por un supuesto abuso y censura de la libertad de expresión.
La animadversión de Trump con las empresas de Silicon Valley viene de lejos, a quienes acusa de “vergonzosa e ilegal censura” en su contra que debe “frenarse de inmediato”. De ahí la demanda contra los presidentes de Facebook, Google y Twitter, y la exigencia de que se le restituyan sus cuentas en nombre de la primera enmienda de la Constitución de EU. “Exigimos el fin del silenciamiento, de las listas negras, el destierro y la cancelación”, dijo Trump. Desde su salida de la Casa Blanca, y en gran parte por culpa de su participación y comentarios sobre la insurrección que acabó con el asalto al Capitolio del 6 de enero, la presencia de Trump en las redes quedó vetada.
En enero, Twitter canceló de forma permanente la presencia de Trump en su red social. Facebook decidió suspenderle por dos años, con la condición de que se le devolverá la cuenta si “el riesgo para la seguridad pública ha reculado”. El expresidente intentó crear un microblog que le sirviera de altavoz, pero lo cerró por falta de visualizaciones cuando todavía no había pasado un mes. Sin las redes, Trump perdió el principal altavoz para sus ideas.
“A principios de este año, una prohibición que continúa hasta el día de hoy (…) no es una situación justa, es muy mala para este país, es muy mala para el mundo”, se quejó. “Si me lo pueden hacer a mí, se lo pueden hacer a cualquiera. Y de hecho, eso es exactamente lo que están haciendo, se llevan a personas que ni siquiera se dan cuenta de que se lo quitarían, no tienen ni idea de por qué se los llevaron. Pero lo que están haciendo es increíble, increíblemente peligroso”, alertó, en lo que ve una maniobra casi de complot del ideario progresista contra el movimiento conservador que él dice liderar.
Si bien Trump tiene tradición de llenar las cortes de demandas, raras veces deja que lleguen a juicio. Es probable que en este caso pase exactamente eso, y más en previsión del poco éxito que podría tener: si bien definió a Facebook y Twitter casi como “actores estatales” y, por tanto, sujeto a límites en su libertad de expresión, la realidad es que son empresas privadas y, por tanto, prohibirles suspender las cuentas de Trump supone atacar a su libertad de expresión.
Trump también fue noticia por un avance de una novedad editorial: según el reportero Michael C. Bender, autor del libro Frankly, we did win this election sobre los últimos momentos del magnate en la Casa Blanca que saldrá a la venta la próxima semana, en 2018, en gira por Europa, dijo al entonces jefe de gabinete, John Kelly, que Adolf Hitler “hizo cosas buenas”, dentro de una conversación en la que hubo que hacerle correcciones sobre la historia entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial. Kelly, “perplejo” por lo que acababa de suceder, recomendó a Trump que nunca dijera nada favorable a Hitler.