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Washington.— El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, eligió ayer a Brett Kavanaugh como nuevo juez del Tribunal Supremo del país. Él cubrirá la vacante dejada por la jubilación del moderado Anthony Kennedy, si lo aprueba el Senado.
Se trata de un juez tremendamente conservador, que consolidará el viraje a la derecha del órgano judicial más importante de EU.
Según los expertos, Kavanaugh, de 53 años, estará en el bando más conservador de una corte de nueve jueces, y su juventud augura que se quedará en un puesto vitalicio por algunas décadas.
Altamente experimentado, los últimos 13 años ha estado en la segunda corte más importante del país, la de apelaciones del distrito de Columbia.
El anuncio se hizo al estilo de cualquier show de televisión, que Trump domina: en horario de máxima audiencia y manteniendo el suspenso hasta el último minuto.
En una Casa Blanca inundada de filtraciones, sorprende que mantuviera el nombre de Kavannaugh oculto hasta pocos minutos antes de la nominación oficial, cuando la agencia AP soltó el nombre.
“El juez Kavanaugh tiene credenciales impecables, calificaciones insuperables, y un compromiso demostrado con la justicia”, dijo Trump.
Kavannaugh estudió en Yale, universidad de gran pedigrí, y trabajó en la administración de George W. Bush, aspecto que parecía que le quitaba puntos, así como su conocimiento e implicación en la maquinaria de Washington.
Sin embargo, se hizo con el premio, y uno de los puntos que le pudo favorecer es su abierta idea del poder del ejecutivo en el orden democrático, y ha defendido en más de una ocasión que un presidente en activo no debería ser sujeto a investigación. Algo que, en el actual contexto, encaja muchas piezas si se relaciona directamente con la investigación de la trama rusa que hay contra el entorno de Trump.
Tampoco fue baladí para la elección que integrara, en la década de los 1990, el equipo que presionó para el juicio político (impeachment) contra el presidente Bill Clinton, por su affair extramarital mientras estaba en la Casa Blanca.
“Mi filosofía judicial es muy clara. Un juez tiene que ser independiente, y debe interpretar la ley, no hacerla”, prometió Kavanaugh en sus primeras palabras.
“Tendré la mente abierta en todos los casos”, aseguró.
Ahora inicia su viaje hasta la confirmación, que pasa por obtener el apoyo de la mayoría en el Senado. La mayoría republicana no debería presentar un obstáculo, si bien puede haber pequeños sobresaltos por la lucha que han prometido los demócratas, y la oposición de activistas que ven como, con un alto tribunal conservador, los avances en derechos sociales pueden deshacerse.