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Washington.— El gobierno de Donald Trump decidió aplazar la segunda cumbre entre el presidente de Estados Unidos y su homólogo ruso, Vladimir Putin, culpando del retraso a que la investigación por la trama rusa sigue vigente.
El asesor en Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Bolton, anunció en un comunicado que Trump prefiere que el encuentro con Putin se realice “una vez termine la caza de brujas” del fiscal especial del Rusiagate, Robert Mueller, y dejó para “principios” de 2019 la opción de una nueva reunión.
La decisión es otra de las marchas atrás de la Casa Blanca tras la estrepitosa cumbre en Helsinki, Finlandia, que provocó una semana negra al gobierno de Trump, llena de críticas y caos que obligaron al magnate a cambiar declaraciones y matizar constantemente políticas y propuestas.
El cambio de fecha de una segunda cumbre, que inicialmente se había previsto para otoño de este año, coincide con una nueva oleada de críticas y el desapego de los líderes del Partido Republicano hacia las ideas del presidente. “Hemos dejado claro [a Trump] que Putin no será bienvenido al Capitolio”, dijo un día antes el líder republicano en el Senado, Mitch McConnell.
El Kremlin fue prudente y no dio respuesta inmediata a la invitación para que Putin visitara EU.
En tanto, el secretario de Estado, Mike Pompeo, compareció ayer ante el comité de Relaciones Exteriores para dar explicaciones sobre la política internacional del país, en una sesión centrada en el secretismo que todavía rodea el encuentro privado entre Trump y Putin.
En lo que pareció más un interrogatorio, Pompeo se negó a responder qué sabía de la reunión, escudándose en que eran conversaciones privadas entre presidentes. Dijo haber hablado “en numerosas ocasiones” con Trump de la reunión, y negó haber revisado las notas de los traductores de los mandatarios, ni haber conversado con ellos.
Lo que sí aclaró Pompeo es el mantenimiento de cierta línea dura con Rusia. Prometió que EU no reconocerá la anexión de Crimea ni planea por el momento levantar sanciones, al contrario, se mostró dispuesto a trabajar con el Congreso para ampliarlas.
Agregó que el presidente sí cree que Rusia interfirió en las elecciones de 2016 con ataques cibernéticos, ya que fue él mismo —cuando todavía era director de la CIA— quien le informó de las “severas consecuencias” de esos actos.