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Washington.— Con líderes políticos exigiendo su destitución y que pague por la violencia, una cascada de renuncias y dos meses después de las elecciones, el presidente saliente de Estados Unidos dio finalmente su discurso de concesión.
No hubo, por primera vez, mención alguna a “fraude” o “elección robada”, los mensajes con los que en las últimas semanas atizó a su base. Con la oposición clamando por su cabeza, y a dos semanas de tener que entregar el mando, reconoció que se quedó sin opciones. “Mi campaña recurrió con fuerza a todas las vías legales para desafiar los resultados electorales”.
En un mensaje de video que marcó su regreso a Twitter tras 12 horas de suspensión por tuits que la red señaló que incitaban a la violencia, Trump admitió lo inevitable. “El Congreso certificó los resultados. Una nueva administración tomará posesión el 20 de enero. A partir de ahora me enfocaré en garantizar una transición suave, ordenada y sin interrupciones del poder. Este momento exige sanar y reconociliarnos”.
Sobre la violencia del miércoles en el Capitolio, de la que lo responsabilizan legisladores demócratas y el presidente electo, Joe Biden, se declaró “escandalizado”. Advirtió que aquellos que violaron la ley “pagarán”. El mensaje llegó demasiado tarde. El daño a las instituciones democráticas y a la seguridad del país están hechos.
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La violencia del miércoles, con una turba entrando por la fuerza al Congreso, vandalizando, rebasó todos los límites.
Un oficial, identificado como Brian D. Sicknick, falleció anoche, por lesiones sufridas durante el choque con los manifestantes, informó la Policía del Capitolio. Suman así cinco muertos. Además de él, perdieron la vida cuatro manifestantes: Ashli Babbitt, una mujer de 35 años residente en San Diego, California que recibió un balazo de una oficial del Capitolio que ya fue suspendida; Benjamin Phillips, de 50, originario de Ri, Pennsylvania; Kevin Greeson, de 55 años, de Athens, Alabama; y Rosanne Boyland, de 34 años, de Kennesaw, Georgia.
Entre los manifestantes han sido identificados miembros de la teoría de la conspiración QAnon, como Jake Angeli, quien aparece en fotos con el torso desnudo y una cofia amerindia con cuernos de bisonte. También había nacionalistas blancos y gente de grupos neonazis.
A pesar de lo ocurrido, el Congreso pudo regresar a sesionar para finalmente, en horas de la madrugada, terminar de contar los votos del Colegio Electoral y confirmar que Joe Biden ganó con 306 votos electorales, contra 232 de Trump. Todavía en esas primeras horas de hoy, el mandatario saliente insistía en que le hicieron fraude. Pero a la par del recuento de daños, la ira crecía entre el liderazgo demócrata, incluido el propio Biden, que responsabilizó totalmente a Trump por la violencia. La toma del Capitolio, aseguró en un mensaje de video, fue “uno de los días más oscuros en la historia de nuestra nación”. Calificó de “terroristas domésticos” a los atacantes del Congreso. “No les llamemos manifestantes. Eran una turba de alborotadores”.
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¿El culpable? Trump. “Intentó usar a una turba para silenciar las voces de casi 160 millones de estadounidenses” que votaron en noviembre, acusó Biden. Trump, añadió, desencadenó un “ataque sin precedentes” contra las instituciones democráticas de EU” que derivó, afirmó, en la violencia del miércoles. Aunque evitó referirse a la posibilidad de que se invoque la Enmienda 25 —algo que sólo pueden hacer el gabinete o el vicepresidente Mike Pence—, el liderazgo demócrata en el Congreso sí lo hizo, fuerte y claro.
“Esta es una emergencia de la mayor magnitud”, dijo la presidenta demócrata de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, para quien “al incitar a la sedición, como él —Trump— lo hizo el miércoles, debe ser destituido del cargo” por incapacidad para gobernar. Por ello, llamó a Pence a actuar y advirtió que de no hacerlo, el Congreso estaría listo para iniciar en los próximos días un nuevo proceso de destitución. “Debemos hacerlo de inmediato [invocar la Enmienda]”, coincidió el líder de la minoría demócrata en el Senado, Chuck Schumer.
Pero según el diario The New York Times, Pence, quien el miércoles, ante el silencio de Trump frente a la violencia fue quien salió a decir “Basta”, no es favorable a invocar la enmienda. Pence, al igual que varios miembros del gabinete, “ven el esfuerzo como algo que se sumará al actual caos en Washington en lugar de detenerlo”, señaló el Times.
El mismo diario informó que Trump evalúa perdonarse él mismo de forma preventiva.
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Llueven también las críticas al actuar de la policía del Capitolio y, en general, a la forma como se enfrentaron las protestas. Biden no dudó en hablar de un “doble rasero” y decir que, de haber sido una manifestación de Black Lives Matter, la respuesta habría sido totalmente diferente. Tres oficiales de seguridad del Capitolio se vieron obligados a renunciar.
Abandonan el barco
Lo ocurrido el miércoles colmó la paciencia de varios miembros del gobierno de Trump, incluyendo las secretarias de Educación, Betsy DeVos, y de Transporte, Elaine Chao, esposa del líder republicano en el Senado, Mitch McConnell. “Ayer, nuestro país sufrió un acto traumático y totalmente evitable. No puedo ignorarlo”, dijo Chao.
“No puedo quedarme, no después de ayer”, dijo a su vez Mick Mulvaney, quien era enviado especial en Irlanda del Norte. Varios miembros del Consejo de Seguridad Nacional también anunciaron su salida.