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Washington.— Las novedades en el proceso de impeachment al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, suceden a un ritmo vertiginoso. Washington amaneció ayer con la desclasificación de la denuncia interna anónima que alertó de la sospechosa llamada entre Trump y el presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, que ha puesto patas arriba al país; un informe que acusa directamente al mandatario de “usar su poder para solicitar la injerencia de un país extranjero” y a la Casa Blanca de encubrimiento.
El documento de nueve páginas es más madera para el fuego del proceso de destitución. Si bien el denunciante confiesa no tener los datos de primera mano, recabó información de una docena de funcionarios que “muy inquietos” le compartieron datos “de preocupación urgente”.
El más grave, la confirmación de que Trump quiso “usar su poder” para que Zelensky y su gobierno le ayudaran a conseguir trapos sucios del exvicepresidente Joe Biden y su hijo. “Buscó presionar al líder ucraniano a tomar acciones que le ayudaran en su apuesta de reelección en 2020”, escribió el soplón. Esa “solicitud de interferencia” para investigar a su rival incluía además la participación de dos figuras importantes: su abogado y exalcalde de Nueva York, Rudy Giuliani —“figura central en la trama”—, y el fiscal general de EU, William Barr.
No es la única denuncia alarmante: la Casa Blanca trató de “bloquear” todo lo referente a la llamada, especialmente la transcripción exacta. “Estas acciones subrayan que los funcionarios de la Casa Blanca entendían la gravedad de lo que transpiró de la llamada”, resolvió el autor del informe.
Un denunciante del que no se sabe su identidad, si bien información del The New York Times asegura que es un agente de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) que por un tiempo estuvo trabajando en la Casa Blanca.
La queja, ahora hecha pública, será el punto de partida para los demócratas en sus pesquisas con miras a un juicio político contra Trump, su “hoja de ruta” para la investigación y posterior redacción de artículos para la destitución del mandatario. “El foco está en esta denuncia”, confirmó Nancy Pelosi, la presidenta de la Cámara de Representantes, quien acusó al mandatario de “encubrimiento” y lo criticó por “menospreciar” la Constitución con sus actos y decisiones.
La ira de Trump es incalculable. Insiste ante la prensa que se trata de una “cacería de brujas” que le puede hacer “mucho daño” al país y cada que puede ennumera sus “hazañas”. Ayer, por ejemplo, aseguró que está “usando a México para proteger nuestra frontera”, puesto que los demócratas no quieren cooperar “con nada”.
Antes no se trataba así a los espías”. Según el diario Los Angeles Times, su contrariedad con los últimos eventos sacó su carácter más intimidante, acusando a los funcionarios del gobierno que fueron fuentes del denunciante de “espías”, e insinuando que se le debería castigar. “Saben lo que hacíamos normalmente cuando éramos inteligentes, ¿verdad? Los espías y la traición los manejábamos un poco diferente de como lo hacemos ahora”, dijo en un acto privado.
Casi en paralelo a la publicación del informe, comparecía ante un comité de la Cámara de Representantes el director nacional de Inteligencia interino, Joseph Maguire, quien calificó el caso como “único y sin precedentes”. Dijo que la denuncia es “creíble” y se declaró convencido de que el denunciante actuó “de buena fe”.
Mientras los demócratas consolidan su creencia sobre la “traición” de Trump a Estados Unidos, algunos republicanos empiezan a reconocer que las acciones del presidente “no están bien” y que hay que investigar. Los que todavía siguen al lado del mandatario califican todo el escándalo de una “payasada” basada en “rumores”. Portavoces de la Casa Blanca están impulsando la retórica de que todo forma parte de la “histeria y narrativas falsas” de los demócratas y los medios de comunicación.
Mientras tanto, Wall Street sigue a la baja, ante el temor por el posible juicio político contra el mandatario Trump.