Madrid.— La se está convirtiendo en una oportunidad excepcional para las mafias que trafican con personas, sobre todo porque muchas de las mujeres y menores desplazados dependen de la voluntad de terceros para escapar del conflicto y salir del país.

La Unión Europea (UE) alertó de la problemática con la implementación de un Plan Común contra la Trata de Personas, en el contexto de la guerra de Ucrania, con el objetivo de ayudar a víctimas potenciales y combatir los riesgos de que esta práctica ilegal se agudice con el conflicto bélico.

Entre los objetivos del plan europeo está fortalecer la conciencia sobre los riesgos de la trata de seres humanos y establecer líneas de ayuda ad hoc, además de reforzar la prevención contra este delito que en Ucrania tiene uno de sus mayores exponentes, porque en este país opera tradicionalmente una de las mafias de traficantes de personas más activas de Europa en colusión con otras redes criminales europeas.

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El proyecto también contempla mejorar la aplicación de la ley y la respuesta judicial a la trata de seres humanos; mejorar la identificación temprana, el apoyo y la protección de las víctimas, así como abordar los riesgos del tráfico ilegal de seres humanos en países no pertenecientes a la UE, especialmente Ucrania y Moldavia.

“Los datos a nivel comunitario muestran que las mujeres y los niños son especialmente vulnerables a la trata de seres humanos: 75% de todas las víctimas en la UE son mujeres y niñas, al igual que 92% de las víctimas de la trata con fines de explotación sexual, mientras que los niños representan casi una cuarta parte de las víctimas”, señala la Comisión Europea.

Más de 5.4 millones de personas han entrado en países de la UE desde el estallido de la guerra en Ucrania, según datos del Ejecutivo europeo.

La gran mayoría de las personas que huyen de Ucrania son mujeres y niños: más de 13 mil menores no acompañados o separados han sido registrados hasta el momento, agrega el comunicado de la comisión para poner en evidencia el alto riesgo que corren los refugiados ucranianos ante la actividad de las mafias que trafican con personas.

Las organizaciones humanitarias y agencias internacionales no tienen registro del número de personas que están siendo víctimas de trata, entre otras cosas por el descontrol migratorio que está provocando la guerra, pero subrayan que la gran vulnerabilidad de los desplazados supone un inmejorable caldo de cultivo para este tipo de crímenes, lo que puede incrementar el número de afectados.

En una declaración emitida el 12 de abril, la Alta Comisionada Auxiliar para la Protección de la agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), Gillian Triggs, advirtió que, aunque la generosidad y la solidaridad hacia los refugiados de Ucrania han sido ejemplares e inspiradoras, los Estados deben impedir que los depredadores y las redes criminales puedan explotar esta situación. “Estamos en alerta máxima y advertimos a las personas refugiadas sobre los riesgos de los depredadores y las redes criminales que pueden intentar explotar su vulnerabilidad o atraerlos con promesas de transporte gratuito, alojamiento, empleo u otras formas de asistencia”, indicó la funcionaria.

ACNUR reconoce que resulta imposible saber cuántas personas refugiadas han sido víctimas de abusadores o tratantes de personas. No obstante, Nadia Abu-Amr, quien coordina los esfuerzos de ACNUR para prevenir la explotación y los abusos sexuales en Polonia, indica que las amenazas son evidentes.

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Focos rojos

La más obvia de ellas, según la agencia de Naciones Unidas, es la gran proporción de mujeres, niñas y niños ucranianos que han huido de sus hogares. Otro foco rojo es la falta de inspección en muchos puestos fronterizos, donde no existen sistemas para registrar voluntarios ni para monitorear a los grupos o las personas que ingresan desde Ucrania.

Nadia subraya que otro factor de riesgo es el deseo que tienen muchos refugiados de continuar su camino tan pronto como sea posible, luego de haber cruzado la frontera con Polonia.

“El transporte público es gratuito para los refugiados que proceden de Ucrania, pero son demasiadas las personas que tratan de pasar lo más rápido posible, así que suben al vehículo de quien sea que lo ofrezca”, indica la coordinadora de ACNUR, luego de reseñar que los voluntarios tienen mucho poder frente a personas increíblemente vulnerables.

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“Aquí [en Polonia] la fuerza de trabajo voluntario es enorme, y su rápido involucramiento ha sido de gran ayuda para dar respuesta a acontecimientos que se dieron sin previo aviso. Sin embargo, es también un arma de doble filo”, relata Nadia, quien señala que es imposible saber de dónde provienen todas las personas voluntarias que se ofrecen para auxiliar a los desplazados.

Cuando llegó a Polonia desde Ucrania, Angelina (18 años) estaba muy cansada y aceptó que un extraño la llevara en su vehículo a su destino, sin pedirle que mostrara una identificación, aunque activó el rastreador de su celular y compartió la ubicación con una amiga suya. El hombre finalmente la llevó a donde ella tenía que ir, pero los riesgos en circunstancias de este tipo son evidentes, enfatiza ACNUR.

El descontrol fronterizo ha hecho que algunos voluntarios se organicen para evitar situaciones indeseables y verificar la identidad de quienes se ofrecen a llevar a las personas refugiadas en sus vehículos. Entre otras medidas, fotografían su licencia de conducir y tratan de que los desplazados no viajen solos.

Cuando inició la crisis, ACNUR lanzó una campaña de sensibilización en la que distribuyó material impreso entre personas refugiadas en ambos lados de la frontera para que contaran con información sobre cómo protegerse y cómo denunciar delitos o conductas sexuales inapropiadas.

En el caso de Ucrania, la posibilidad de que actúen las mafias de trata se incrementa significativamente, porque este país tiene una de las tasas más altas de cuidado institucional en Europa: alrededor de 1.3% de niños y niñas viven en algún tipo de centro de atención residencial, lo que los hace especialmente vulnerables en caso de que tengan que abandonar la institución por acciones de guerra.

“Como en cualquier crisis, los niños y niñas sin tutores ni referentes paternos o maternos en Ucrania corren un mayor riesgo de sufrir abusos, explotación, tráfico y abandono”, advierte Save the Children, que reclama a los gobiernos europeos que tomen iniciativas para evitar que estos menores queden en el desamparo.

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“La guerra ha provocado la huida de más de un millón de niños y niñas, pero la mayoría de los niños y niñas acogidos en instituciones siguen atrapados en el país. Estos menores son los más vulnerables en Ucrania y se enfrentan a un mayor riesgo de tráfico, abuso y otras formas de explotación”, asegura Irina Saghoyan, directora de la organización humanitaria para Europa del Este.

El modus operandi de las redes de trata apenas varía en el conflicto ucraniano: ofrecen trabajo, alojamiento, transporte o comida a las víctimas y luego, una vez que aceptan, las presionan o chantajean para que realicen favores o servicios sexuales con los que no están de acuerdo. Los destinos finales de las víctimas suelen ser fundamentalmente los prostíbulos de distintos países de Europa central y occidental con alta demanda de sexo pagado, donde las mujeres se prostituyen bajo coacción, o realizan trabajos domésticos en condiciones de esclavitud.

Las mafias de trata de Europa del este, concretamente albanesas, búlgaras, rusas, ucranianas y rumanas, son especialmente activas en el Viejo Continente, con la complicidad de organizaciones delictivas de otros países como España, Italia, Países Bajos o Alemania. Las mujeres que se han dedicado a la prostitución ejercen un papel significativo en estas redes criminales, por el grado de confianza que pueden llegar a establecer con las víctimas.

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