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Bruselas. El espacio más grande del mundo, por el que circulan personas sin requisito de visado, bautizado como espacio Schengen, da la bienvenida el 1 de enero a Bulgaria y Rumania, las naciones más rezagadas y empobrecidas de la Unión Europea (UE), tras más de una década de espera y dos años de veto por parte del gobierno austríaco.
Con el arribo de los estados ubicados en la turbulenta región del mar Negro, la zona abarcará más de 4 millones de kilómetros cuadrados y estará habitada por casi 420 millones de personas de 29 países, 25 de los 27 Estados miembros de la UE, más Islandia, Liechtenstein, Noruega y Suiza, todos miembros de la Asociación Europea de Libre Comercio.
Bulgaria y Rumania ingresaron a la UE el 1 de enero de 2007, pero debido a objeciones manifestadas por su rezago económico, social y judicial tuvieron que esperar casi dos décadas para obtener el boleto de acceso a un proyecto que arrancó con el Tratado de Maastricht de 1992 y la participación de cinco países, Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Francia y Alemania.
También influyó en el proceso el veto de Austria, alegando problemas de migración irregular. Holanda por años bloqueó el ingreso de Bulgaria, a pesar de que ambos países balcánicos cumplían desde 2012 todas las condiciones técnicas necesarias.
Durante su estancia en la sala de espera, Sofía y Bucarest solo aplicaron algunas partes del acervo de Schengen, como las relativas a los controles de las fronteras exteriores, la cooperación policial y el uso del sistema colectivo de información.
Con la adhesión plena, los estudiantes, trabajadores y ciudadanos con pasaporte rumano y búlgaro podrán vivir en cualquier país de la zona, asumiendo los mismos derechos y obligaciones de los residentes.
“Con esta decisión histórica, estamos demostrando lo que puede conseguir una Europa unida, acercando a las personas, derribando barreras y haciendo que la promesa de Europa sea un poco más tangible para todos”, dijo en la última sesión plenaria del año la Presidenta de la Comisión Europea, Roberta Metsola.
La expansión de Schengen tiene lugar en un momento en el que la apertura de las fronteras interiores va en reversa. Argumentando amenazas graves para el orden público y la seguridad interna, cada vez más países restablecen controles en sus fronteras.
En 2024 por lo menos nueve países introdujeron medidas restrictivas de manera esporádica, aleatoria y unilateral; Dinamarca, Noruega y Dinamarca ya suprimieron las restricciones, mientras que Italia, Australia, Eslovenia, Alemania, Holanda y Francia tienen acciones en activo.
Alemania introdujo controles fronterizos con todos sus vecinos en septiembre y los mantendrá hasta marzo; aunque las autoridades no descartan la posibilidad de prolongarlos.
Cambio de mando en presidencia de la Unión Europea
El arranque de 2025 se caracterizará además por el cambio de mando en la presidencia semestral de la UE.
La euroescéptica Hungría de Viktor Orbán pasará el timón de mando a Polonia, encabezada por el primer ministro Donald Tusk, fiel aliado de Bruselas y efervescente defensor del proyecto comunitario.
Los expertos esperan que Tusk adquiera protagonismo ante el vacío de poder provocado por las crisis de liderazgo en Francia y Alemania.
Al margen de las prioridades de la presidencia polaca, el antiguo presidente del Consejo Europeo tendrá que guiar al bloque por la tormenta que se avecina por el retorno de Donald Trump a la Casa Blanca el 20 de enero.
El mandatario estadounidense amenaza con imponer tarifas arancelarias a la Unión si no compra más gas y petróleo estadounidense.
“El primer objetivo de la Presidencia polaca de la UE es reforzar los lazos transatlánticos. El problema es que, internamente, Polonia ya ha dado señales contradictorias al respecto. El elefante en la habitación es que los partidos políticos polacos discrepan sobre su postura hacia Trump y, en consecuencia, hacia Estados Unidos”, sostiene en un análisis Cordelia Buchanan Ponczek, investigadora del Finnish Institute of International Affairs.
También tendrá que trabajar por preservar la unidad ante los acontecimientos globales, como la guerra en curso en Ucrania, la instrumentalización de la migración y la inestabilidad en Oriente Próximo.
El líder polaco no estará exento de riesgos internos. Los polacos serán llamados a las urnas para elegir a su próximo presidente (cuyo poder radica en la capacidad de veto ante el legislativo), durante la presidencia semestral, probablemente en mayo. Las elecciones suelen ser un distractor nacional con repercusiones en la representatividad exterior.
Será la segunda presidencia de Polonia desde su adhesión a la UE en 2004; la primera fue en 2011, y coincidirá prácticamente con el inicio del segundo mandato de Ursula von der Leyen, al frente de la Comisión Europea.
mcc