Bruselas.— Hace unas semanas un periodista preguntó al presidente ruso Vladimir Putin si sabía perdonar, a lo que respondió que “sí”, con excepción de situaciones en las que la lealtad es sepultada por la traición.
Con esa anécdota en mente, estudiosos de Putin anticipan una limpia a profundidad del círculo más cercano al poder como consecuencia de la vergonzosa rebelión fallida emprendida por un “monstruo” de propia creación, como es el Grupo Wagner, encabezado por el que un día fuera llamado el “cocinero del Kremlin”, Yevgeny Prigozhin.
De materializarse el análisis de los expertos, la respuesta de Putin quedará marcada en los libros de la historia como la versión rusa de “la noche de los cuchillos largos”, una operación emprendida el 30 de junio de 1934 por Adolfo Hitler para purgar a la elite nazi.
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“A largo plazo esto puede implicar un debilitamiento de Putin porque mostró al pueblo ruso y a sus contendientes en la élite que su posición puede verse amenazada, pero a corto plazo conducirá a un endurecimiento de las filas en el que habrá un aplastamiento de los posibles contendientes”, dice a EL UNIVERSAL Tim Sweijs, director del Departamento de Investigación del Centro de Estudios Estratégicos de La Haya (HCSS, por sus siglas en inglés).
“Con el cierre de filas buscará tener un control más rígido de aquellos elementos independientes que suponen una amenaza. Podríamos incluso llegar a pensar en una especie de noche de los cuchillos largos. No sabemos con exactitud, no tenemos bola de cristal, pero es algo que puede ocurrir en los próximos días y semanas”.
El experto asegura que la posición de poder de las dictaduras no es institucionalizada, no la resguarda la gente, sino la habilidad de infundir miedo y controlar los medios de poder.
“Las dinámicas del pasado, como la de Hitler en Alemania o Saddam Hussein en Irak, han mostrado que aquellos que intentan desafiar la dictadura son aplastados y el proceso conduce a mayor control en el círculo que los rodea”.
Bruno Lété, investigador del German Marshall Fund of the United States con sede en Bruselas, comparte el análisis de que habrá cacería de brujas.
Asegura que el extraordinario evento no fue planificado: no formó parte de un guion preestablecido con fines específicos, fue el clásico uso de la fuerza entre dos oligarcas rusos por intereses propios, incluyendo económicos.
“Para compensar la grieta ocasionada en la imagen de Putin frente al mundo entero veremos firmes acciones en el futuro cercano dentro de Rusia. Habrá una purga, una limpia al interior de Rusia. No es el fin de la trama, es solo el inicio de algo más grande por parte de Putin para reinstaurar su poder”.
“Muchas personas han de estar preocupadas por su posición, incluso sus vidas. Aquellos que no vieron esto venir pagarán el precio. Habrá cambios al interior de la defensa, el Estado, habrá mano dura en las próximas semanas”.
La “depuración” también incluirá al grupo militar privado Wagner, cuyos días de actuación por la libre en Ucrania llegaron a su fin.
La firma militar tiene dos opciones en el contexto de la guerra contra Kiev: es desmovilizada o integrada en las fuerzas regulares. Esto explica porque desde el comienzo de la crisis Putin ha procurado separar al grupo del liderazgo.
Queda por ver qué futuro le depara al oligarca Prigozhin y su empresa armada privada. Poderosos intereses económicos están en juego; la milicia tiene a su cargo el resguardo de importantes concesiones otorgadas a Rusia en sectores estratégicos de países africanos como Sudán, Malí, Libia y República Central Africana.
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Joris Van Bladel, investigador del Instituto Real de Relaciones Internacionales Egmont, está convencido de que Prigozhin aún no gasta todas sus cartas.
“Basándome en fuentes rusas, hay indicadores que señalan que Prigozhin puede contar con cierto o importante apoyo popular. En mi opinión, su papel político-militar no está agotado. Mientras siga vivo continuará siendo un problema para Putin”.
En una pregunta abierta formulada a finales de mayo sobre el candidato presidencial preferido a 300 días de las elecciones presidenciales de 2024, Prigozhin ocupó el segundo lugar.
Si bien entre las preferencias Prigozhin figuró significativamente por detrás de Putin, “durante los acontecimientos importantes, la lealtad de la gente cambia rápida y decisivamente. En presencia de una alternativa viable y en medio de un impulso de cambio revolucionario, o incluso de un atisbo de esperanza de cambio, la posición de Putin puede no ser inmune a la transformación”, indica Van Bladel.
Revitaliza moral ucraniana
El mayor desafío interno enfrentado por Putin en 22 años no tendrá implicaciones en la guerra en Ucrania desde el punto de vista táctico.
La ecuación en el tablero bélico habría sufrido alteraciones si Prigozhin hubiera materializado la marcha hacia Moscú. Para responder a los 10 mil mercenarios, el Ministerio de Defensa ruso hubiera tenido que llamar a 50 mil efectivos de Ucrania, lo que probablemente provocaría el colapso de las líneas defensivas rusas.
“No hemos podido penetrar en la burbuja informativa rusa para saber hasta qué punto las tropas rusas desplegadas se enteraron de lo ocurrido. Esto puede reflejarse de dos maneras: se han dado cuenta que su líder no es tan fuerte como pensaron o han entendido que la rebelión implica el exilio o quizás la muerte”, explica Sweijs.
Lo que sí habrá es un impulso a la moral de un Ejército ucraniano que muestra agotamiento físico. “Se han dado cuenta que el oso ruso es en efecto frágil y con seguir presionando pueden emerger luchas internas”, sostiene.
Las tropas ucranianas llevan 16 años combatiendo y a diferencia de las rusas no tienen la opción de rotación, el combate es permanente y durará hasta el final.
“Para los ucranianos esto es bueno, porque significa que Putin debe poner atención no solo en Ucrania sino internamente. Esto coloca a los ucraniano en una ventaja política y moral”.
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¿El Keymaker?
Una vez más el presidente bielorruso Alexander Lukashenko demostró el valioso papel que desempeña para el régimen ruso. En esta ocasión no fue usado para amenazar a la OTAN con el despliegue de armas de destrucción masiva, sino en la ejecución de la operación diseñada para gestionar los daños causados por el motín pasajero que humilló a Putin.
La versión oficial es que gracias a la mediación de Lukashenko, Prigozhin desconvocó abruptamente el motín y retiró sus tropas con lo cual se evitó “un mayor derramamiento de sangre”. Lukashenko habría ofrecido paso seguro a Prigozhin y sus hombres rumbo a Bielorrusia.
“Indiscutiblemente Lukashenko jugó un papel, pero fue uno que contó con el visto bueno del Kremlin. Fue instrumentado para negociar y evitar el enfrentamiento”, sostiene Sweijs.
“Fue una señal de debilidad, no de fortaleza, el haber tenido que depender de otro líder para evitar que un mercenario mache hacia la capital. Resultó ser lo más conveniente considerando la frágil posición en la que se encontraba el Kremlin”.
Lété dice a este diario que hay versiones de que Prigozhin estuvo en contacto con la oficina de Putin para negociar la salida y se usó solo a Lukashenko como fachada para anunciar el acuerdo al mundo. “Lukashenko no fue más que un instrumento útil para evitar un desastre de relaciones públicas”, asegura.