Washington.— La búsqueda frenética dio paso al silencio y a las dudas. La Guardia Costera y OceanGate Expeditions, empresa dueña del Titán, anunciaron ayer lo que tanto se temía: que el sumergible sufrió una “implosión catastrófica” y las cinco personas que iban a bordo fallecieron.
“Los restos son consistentes con una catastrófica pérdida de presión de la cámara” del Titán, cuya comunicación se perdió el domingo, menos de dos horas después de haber iniciado la inmersión turística hacia los restos del Titanic en el Atlántico Norte, anunció el contraalmirante del servicio de Guardacostas estadounidense John Mauger, quien transmitió el pésame a las familias.
A bordo viajaban el millonario británico Hamish Harding, presidente de la compañía Action Aviation; el paquistaní Shahzada Dawood, vicepresidente de Engro, y su hijo Suleman —ambos también con nacionalidad británica—; el experto buceador francés Paul-Henri Nargeolet; y Stockton Rush, director general de OceanGate Expeditions, la compañía que fabricó y que operaba el sumergible, cuyos viajes tenían un costo de 250 mil dólares (casi 4.3 millones de pesos mexicanos) por turista.
Las malas noticias comenzaron por la mañana, cuando se informó que un vehículo no tripulado (ROV) había encontrado un “campo de restos” esparcidos a menos de medio kilómetro de la proa del Titanic.
Horas depués, OceanGate Expedition confirmaba que eran restos del Titán y que creían que las cinco personas a bordo “se han perdido”.
La Guardia Costera dijo que una vez que se determinó que los restos eran del sumergible, se procedió a informar a los familiares. “Ofrezco mis más profundas condolencias a las familias”, apuntó Mauger.
Según precisó el experto submarino Paul Hanken, se encontraron “cinco piezas principales” que reconocieron como “restos del Titán”. Lo primero que se encontró fue “el cono de la nariz, que estaba fuera de la sala de presión. Encontramos la campana de la parte delantera de la sala de presión y este fue el primer indicio de que hubo un evento catastrófico poco después”, precisó.
Los restos del Titanic yacen a casi 3 mil 800 metros de profundidad, y los del Titán fueron localizados a casi 488 metros de la proa del mítico transatlántico.
A la profundidad a la que se encuentra el Titanic, la presión del agua multiplica por 400 los valores de la superficie marina. A modo de comparación, la mordedura de un gran tiburón blanco ejerce una fuerza de casi 275 bares, según Scientific American. En una implosión causada por un defecto en el casco o por cualquier otro motivo, el sumergible se derrumbaría sobre sí mismo en milisegundos, aplastado por la inmensa presión del agua.
Las comunicaciones del Titán con el barco nodriza Polar Prince, de la compañía canadiense Horizon Maritime, se perdieron el domingo una hora y 45 minutos después de iniciar una inmersión que debía durar unas siete horas en las frías aguas del Atlántico Norte. La operación de rescate comenzó el lunes, con participación de barcos y aviones militares de varios países, entre ellos Canadá, Estados Unidos, Francia, así como de empresas privadas, entre ellas OceanGate y vehículos a control remoto.
Entre las herramientas utilizadas estuvieron boyas sonares. Sin embargo, éstas no captaron algún ruido consistente con una implosión como la que destruyó al Titán.
En contraste, de acuerdo con el diario The Wall Street Journal, un sistema de detección acústica de la Marina de EU, diseñado para detectar submarinos enemigos, escuchó la implosión del Titán horas después de que el sumergible comenzara su misión. El medio, que citó como fuente a un funcionario de la Marina, dijo que fue esa información la que utilizó la Guardia Costera de EU para reducir el radio de su búsqueda.
“Existen muchas interrogantes acerca de cómo, por qué y cuándo ocurrió” el accidente del sumergible, dijo Mauger, quien subrayó que las investigaciones prosiguen.
El Titán estaba diseñado para soportar la presión extrema del agua a la profundidad del Titanic y al menos 46 personas habían viajado con éxito en el sumergible hasta los restos del Titanic en 2021 y 2022.
Pero en los últimos días se han revelado serias dudas planteadas sobre su seguridad, sobre todo en una demanda que involucraba al exdirector de operaciones marinas de OceanGate, David Lochridge, quien fue despedido en 2018 después de advertir sobre el casco de fibra de carbono “experimental” del Titán y afirmar que la ventanilla de pasajeros sólo estaba certificada para profundidades de hasta mil 300 metros, cuando el vehículo se diseñó, y así se promovía, para alcanzar profundidades de 4 mil metros.
El mismo año, la Marine Technology Society, un grupo profesional de 38 expertos que incluye a educadores, legisladores, tecnólogos e ingenieros oceánicos, pidió a OceanGate someter su prototipo a ensayos supervisados por un experto ajeno a la compañía estadounidense antes de ponerlo en funcionamiento para salvaguardar a los pasajeros.
La empresa aseguró que el Titán que entró en funcionamiento había sido mejorado, respecto del prototipo.
La familia de uno de los pasajeros, Hamish Harding, rindió homenaje al “apasionado explorador”. Era, afirmó en un comunicado, “un guía y una inspiración, una leyenda viva”.
Los gobiernos de Reino Unido y Paquistán expresaron sus condolencias. El primero dijo estar apoyando a las familias británicas afectadas.