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Un hombre que fue acusado el año pasado de atacar a inmigrantes disparó y mató el viernes a tres personas en un centro cultural kurdo en París en un ataque que parecía estar dirigido específicamente a extranjeros, dijeron las autoridades.
El tiroteo, que también hirió a tres personas, sacudió a la comunidad kurda de la capital francesa y provocó escaramuzas entre kurdos furiosos y la policía. También inquietó a los comerciantes en el bullicioso vecindario del centro de París en la víspera del fin de semana de Navidad y puso a los oficiales en alerta por más violencia.
Las escaramuzas estallaron en el vecindario unas horas más tarde cuando los miembros de la comunidad kurda gritaron consignas contra el gobierno turco y la policía disparó gases lacrimógenos para dispersar a la multitud cada vez más agitada. Se incendiaron algunos contenedores de basura.
El ministro del Interior, Gerald Darmanin, dijo que el sospechoso claramente tenía como objetivo a los extranjeros y había actuado solo y no estaba afiliado a ningún movimiento de extrema derecha u otro movimiento radical.
El presidente francés, Emmanuel Macron, tuiteó: “Los kurdos de Francia fueron el objetivo de un odioso ataque en el corazón de París. Pensamientos para las víctimas, aquellos que luchan por sobrevivir, para sus familias y seres queridos”.
Conmocionados miembros de la comunidad kurda de la ciudad lo llamaron un acto terrorista. Dijeron que la policía les había advertido recientemente sobre amenazas a objetivos kurdos y exigieron justicia.
En 2013, tres mujeres activistas kurdas, incluida Sakine Cansiz, fundadora del Partido de los Trabajadores del Kurdistán, o PKK, fueron encontradas muertas a tiros en un centro kurdo en París. Un ciudadano turco fue acusado de su asesinato, aunque las sospechas también recayeron sobre el servicio de inteligencia turco.
El ejército de Turquía ha estado luchando contra militantes kurdos afiliados al prohibido PKK en el sureste de Turquía, así como en el norte de Irak. El ejército de Turquía también lanzó recientemente una serie de ataques aéreos y de artillería contra objetivos militantes kurdos sirios en el norte de Siria.
El PKK es considerado una organización terrorista en Turquía, Europa y Estados Unidos, y lidera una insurgencia armada contra el Estado turco desde 1984.
Los kurdos han sido históricamente perseguidos por los países en los que residen debido a sus ansias independentistas. Hoy, sus comunidades en Irán, Irak y Siria son el foco de campañas simultáneas con diferentes causas, pero raíces comunes.
Lea también : Macron denuncia tiroteo en París como un "ataque odioso" a "los kurdos de Francia"
Kurdos, sin Estado propio
En el último siglo, los kurdos han sufrido todo tipo de agresiones, desde las masacres a manos del dictador iraquí Sadam Husein hasta las más recientes campañas militares por parte de Turquía, Siria e Irán, países que no quieren comprometer su integridad territorial ante el anhelo de independencia de esta etnia.
Precisamente, el deseo de formar un Estado kurdo -que les fue negado con el dibujo de las fronteras de Turquía tras la disolución del Imperio Otomano a principios de siglo pasado- es una de las pocas cosas que les mantienen unidos, junto a la identidad, la cultura y las diferentes variantes de su lengua: el kurdo.
En la actualidad, los kurdos se reparten en cuatro territorios, principalmente en el sureste de Turquía, donde son duramente perseguidos a pesar de conformar alrededor del 20 % de la población de este país de 85 millones de habitantes.
El resto de la etnia está asentada en el Kurdistán iraquí, una región reconocida como autónoma en el norte Irak; el Kurdistán iraní; y Rojava, denominada también Administración Autónoma del Norte y Este de Siria (AANES).
Irak, el más abierto a los kurdos
El norte de Irak es el principal lugar de acogida de grupos kurdos exiliados de Irán y Turquía, países que consideran sus actividades como terroristas, y cuyos conflictos han sido arrastrados más allá de sus fronteras.
Tras décadas de conflicto, persecución y masacres, los kurdoiraquíes gozan de libertades y derechos inexistentes para esta etnia en el resto de países. De hecho, la Constitución iraquí reconoce el Kurdistán como una región autónoma, determina que su capital es Erbil y capacita a su Parlamento regional para que apruebe leyes.
Los combatientes kurdoiraquíes, conocidos como Peshmerga, lideraron la campaña contra el Estado Islámico en el norte de Irak y fueron uno de los principales aliados de Estados Unidos, país con el que mantienen una estrecha relación bilateral.
Sin embargo, la fractura con Bagdad no se ha acabado de sanar, sobre todo por las relaciones entre el Kurdistán y Turquía, principal verdugo de los kurdos pero al que Erbil permite que mantenga una treintena de bases militares en su territorio.
Ankara las utiliza en su lucha contra miembros del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) y recientemente ha iniciado una nueva campaña militar contra la guerrilla.
Por otra parte, los cuatro principales partidos kurdorianíes opositores al régimen de los ayatolás también tienen sus bases en el norte de Irak y las están atacando al considerar que estos grupos «terroristas» están organizando las protestas masivas que sacuden Irán.
Los bombardeos se han saldado ya con decenas de muertos y heridos desde finales de septiembre, mientras que los kurdoiraníes acusan a Teherán de querer desviar la atención de las protestas con estos ataques.
Los kurdosirios, sin más amigos que las montañas
La AANES, constituida en 2018, agrupa diversas áreas del norte y este de Siria arrebatadas al Estado Islámico durante las campañas para acabar con el «califato» y, si bien es una Administración liderada por kurdos, se basa en la convivencia de una miríada de grupos religiosos y etnias.
Como ocurre con Ankara y Teherán, el Gobierno central sirio se opone a las autoridades kurdas, aunque en el caso del país árabe Damasco ha accedido a colaborar con ellas para hacer frente común a Turquía, valedora de la oposición siria y quien amenaza con lanzar una ofensiva contra áreas de la AANES.
Algunos componentes de la autoproclamada administración autónoma, principalmente las Unidades de Protección del Pueblo (YPG), que actúan como un órgano de seguridad en su territorio, son consideradas terroristas por el Ejecutivo turco.
Las ve como una rama siria del PKK, una guerrilla originalmente de inspiración marxista contra la que se enfrenta en Turquía desde hace cuatro décadas y que aspiraba inicialmente a un estado kurdo independiente, ambición que ha sustituido por la demanda de más autonomía.
En los últimos años, Ankara ha logrado tomar varias áreas que estaban en manos de los kurdosirios en una serie de operaciones transfronterizas y se teme el inminente lanzamiento de una nueva ofensiva «antiterrorista» contra zonas controladas por esas fuerzas, tal y como ha amenazado.
Días después de señalar a las YPG por un mortal atentado ocurrido en Estambul el 13 de noviembre, Turquía inició una oleada de ataques de artillería, y bombardeos de cazas y drones contra el norte de Siria, causando más de medio centenar de muertos.
Las fuerzas kurdosirias son un importante aliado de la coalición internacional liderada por EU que lucha contra el EI en Siria e Irak, pero acusan a Washington de inacción a la hora de frenar la «agresión turca», como ya ocurrió en la última ofensiva turca de 2019.
Irán, el gran castigador de los kurdos
Los kurdos de Irán experimentaron la independencia al declarar entre 1946 y 1947 la república de Mahabad, un sueño efímero que quedó aplastado por las tropas iraníes pero que se mantiene vivo en parte de la población, que desde entonces ha vivido una gran represión.
Desde entonces, esta etnia asentada en el oeste y suroeste de Irán ha sido víctima de una repetida marginalización, a pesar de que representa alrededor del 17 % de la población iraní.
Esto se ha traducido también en el exilio de miles de kurdoiraníes, puesto que las actividades políticas de grupos contrarios a la República Islámica están completamente prohibidos y sus miembros expuestos a arresto, tortura o asesinato.
Las protestas contra el régimen han puesto el foco nuevamente en los kurdos de Irán, que están siendo objetivo una vez más de la furia de los ayatolás tanto dentro como fuera del país.
La represión contra los kurdos es uno de los puntos que unen a Irán y Turquía, vecinos no siempre amistosos pero siempre dispuestos a colaborar en lo que signifique mantener a raya a esta minoría.
rcr