Los nombramientos de Donald Trump para su administración, a partir de enero de 2025, dejan en claro dos cosas: el gobierno le importa exclusivamente para garantizarse inmunidad y perseguir a sus enemigos, y la lealtad, no la experiencia, es lo que privilegia, buscando no eficiencia, sino obediencia a sus órdenes.
Quien esperara algo distinto ya puede irse acostumbrando a la idea de que Trump está garantizando ser la voz cantante, con todo lo que eso significa. No le importa que sus nominados tengan señalamientos de abuso sexual o agresión sexual, o que no sepan nada acerca de cómo funciona la Inteligencia en Estados Unidos, o que difundan teorías de la conspiración en materia sanitaria.
En el país más poderoso del mundo, quiere poner en la secretaría de Defensa al presentador de Fox News Pete Hegseth, quien pagó a una mujer tras una acusación de agresión sexual; como fiscal general a Matt Gaetz, señalado de abuso de menor; como Directora de Inteligencia Nacional a Tulsi Gabbard, abiertamente proPutin, pro-Bashar al-Assad. Dirigiendo los Servicios de Salud, a Robert F. Kennedy Jr., el antivacunas; como secretario de Energía, al ejecutivo petrolero procombustibles fósiles Chris Wright.
Son malas señales para Estados Unidos, y para el mundo. Trump no busca hacer grande a EU de nuevo. Busca engrandecerse él, protegerse de cualquier juicio, y cumplir con su agenta antiinmigrante, antiambientalista, nacionalista de nuevo.
Sabedor de que sus nombramientos son por demás polémicos, está viendo la manera de evadir la aprobación del Senado y lograr irse por la libre. La forma en que ganó, esta vez con voto popular incluido, llevándose la Cámara de Representantes y el Senado, considera él, le dan carta blanca para hacer con el gobierno lo que le dé la gana.
Los demócratas han alzado la voz contra los nominados y llamado a que sean rechazados en el Senado, pero con la posición tan debilitada en que quedaron, no pueden hacer mucho. A menos que entre los republicanos impere la cordura en un sector y frenen la vía libre de Trump.
Se ve difícil; algunas voces tímidas criticaron a Gaetz y a Hegseth, pero en términos generales, los republicanos, empezando por el presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, están alineados con Trump, poco dispuestos a hacer enojar al hombre sin el cual, los republicanos estarían quizá tan perdidos como sus rivales demócratas.
Aun si estuvieran dispuestos al disenso, Trump está, sin nada qué perder, dispuesto a todo. Si como empresario usó la ambigüedad de la ley para pagar menos impuestos, como presidente busca usar la estrategia de los “nombramientos en receso”, una práctica cada vez menos usada por los presidentes en Estados Unidos y que muchos tachan de inconstitucional.
En resumen, Trump quiere que los republicanos garanticen que se irán a casa cuando sea el turno de evaluar a los candidatos y votar, dejando sin operar al Senado, de modo que los nombramientos puedan salir sin necesidad de la Cámara Alta.
Una prueba más de que las reglas democráticas a Trump le sirven para dos cosas, y que sigue el camino de figuras como Víktor Orbán o Vladimir Putin hacia el autoritarismo. Tiempos negros se ciernen sobre la Casa Blanca.