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Washington.— Gordon Sond- land, embajador de Estados Unidos ante la Unión Europea (UE), vivió un sorprendente momento de recuperación de memoria y confesó su involucramiento en una trama de quid pro quo con el gobierno de Ucrania que antes había negado, lo que enturbió todavía más la trama de un escándalo ucraniano que impulsó la investigación hacia el impeachment del presidente Donald Trump.
Sondland había pasado por el interrogatorio de los congresistas el 17 de octubre. Casualmente este lunes, al revisar los testimonios de algunos testigos que pasaron después de él y que lo involucraron directamente en el caso, “refrescó la memoria” y recordó que sí, que dio a entender a un asesor del presidente ucraniano, Volodomir Zelensky, que o cumplían la petición de investigar al exvicepresidente Joe Biden por un supuesto delito de corrupción (demostrado que no existió), o no iban a recuperar la ayuda militar que Washington les había congelado.
“Ahora recuerdo hablar individualmente con el señor [Andrey] Yermak [asesor del presidente de Ucrania], donde le dije que la reanudación de la ayuda de EU probablemente no ocurriría hasta que Ucrania proveyera la declaración pública sobre anticorrupción que habíamos estado discutiendo por muchas semanas”, confesó.
Por “ayuda de EU” se entienden los casi 400 millones de dólares en ayuda militar congelados por Wa- shington de forma unilateral. La “declaración pública” debía ser un anuncio oficial, en boca del presidente Zelensky, de apertura de una pesquisa anticorrupción que afectara a los Biden.
Desde el lunes, los comités encargados de la pesquisa del proceso de destitución presidencial están publicando las transcripciones de varios de los testigos que han pasado por sus interrogatorios a puerta cerrada. La emisión de las confesiones de Sond- land y el enviado especial para Ucrania de la administración Trump, Kurt Volker, fueron tan explosivas como dañinas para los intereses de la Casa Blanca.
La declaración de Sondland deja casi sin dudas la presión presidencial para su beneficio político, pone en un aprieto a los republicanos que defendían al mandatario y allana el camino hacia el juicio político.
“Con la publicación total de los mensajes entregados a los comités por parte de Volker y la declaración adicional de Sondland, la argucia del presidente tiene un foco más claro”, dijeron los principales congresistas demócratas en la Cámara de Representantes, en un comunicado. La respuesta del líder republicano en el Senado, Mitch McConnell, fue que el resultado de un potencial juicio político ya es casi conocido, porque “si fuera hoy, creo que no llevaría a una destitución” de Trump.
El testimonio de Sondland también dejó en evidencia el papel protagónico y fundamental de Rudy Giuliani, abogado personal del presidente, en el diseño de la política exterior en cuanto a Ucrania. Volker confirmó su papel junto a Giuliani en la preparación de la célebre llamada del 25 de julio entre Trump y Zelensky.
La Casa Blanca quitó importancia al asunto. “Ninguna cantidad de titulares sesgados y lascivos de los medios de comunicación que están claramente diseñados para influir en la narrativa, cambiarán el hecho de que el presidente no hizo nada mal”, sentenció la portavoz presidencial, Stephanie Grisham.
Para Trump, la llamada sigue siendo “perfecta” y su campaña está aprovechando la insistencia de que se “lea la transcripción” de la conversación con Zelensky para hacer camisetas y otros productos con la exigencia de revisión de la plática. Además, cada vez está más cerca el inicio de los interrogatorios públicos de los testigos del caso ucraniano ante los comités de la pesquisa del impeachment.
Los demócratas que están al mando siguen queriendo acelerar el proceso, mientras la Casa Blanca sigue bloqueando la participación de sus funcionarios como testigos. Si eso sigue, advirtieron los legisladores, es posible que lo usen como parte de los artículos de impeachment, como prueba de “obstrucción de justicia” del presidente.