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Washington.— Donald Trump prometió que cargaría duramente contra China en su discurso en la Asamblea General de la ONU y cumplió con su palabra. El presidente de Estados Unidos sólo dedicó escasos siete minutos a dirigirse al principal foro multilateral, y los centró casi totalmente en atacar a Beijing por “infectar a todo el mundo” de coronavirus y exigir que se haga justicia. “La ONU tiene que hacer que China rinda cuentas por sus actos”, soltó.
Las rencillas entre Washington y Beijing vienen de lejos, y el coronavirus lo que ha hecho es colocar la tensión a nivel de ebullición. Trump soltó todo lo que lleva arrastrando desde hace tiempo contra el gobierno chino y la gestión que hizo de la pandemia, acusándolo de haber ocultado o mentir sobre información del virus —culpa compartida con la OMS—; críticas que llegaron el mismo día que Estados Unidos superaba la cifra de 200 mil muertos por coronavirus y el Capitolio despertaba con 200 mil banderitas estadounidenses clavadas en su explanada de césped, una por fallecido.
La Asamblea General de la ONU y su distopia pandémica, obligando a que todos los discursos fueran grabados de antemano, no supuso sin embargo que las declaraciones de los mandatarios fueran un diálogo punzante, una pelea retórica en el cuadrilátero de la sede de las Naciones Unidas.
El presidente chino, Xi Jinping, que ya sabía por dónde iban a ir los tiros, denunció la “politización” y la “estigmatización” de la pandemia, dos posiciones lideradas por Trump que “deben ser rechazadas”.
Antes de la emisión del discurso de Xi, el embajador chino en la ONU acusó implícitamente a Estados Unidos de propagar el “virus político” de acusaciones “sin base” contra su país.
No fue la única discrepancia e intercambio de golpes diplomáticos. Trump sacó a la palestra el tema medioambiental, quejándose de que la comunidad internacional “ataca el historial medioambiental excepcional de EU”, a pesar de haber sido él el que sacó a Estados Unidos de los Acuerdos del Clima de París, “ignorando la polución rampante china” que inunda de plásticos los mares y de gases de efecto invernadero la atmósfera. “Sólo quieren castigarnos”, se quejó el estadounidense.
En la otra esquina del ring, el presidente chino hizo la apuesta totalmente contraria, promo- viendo una “revolución verde” que deje de “ignorar” las señales que está mandando la naturaleza a través del cambio climático de la necesidad de “remodelar” el tejido mundial hacia un desarrollo verde.
La pelea entre Estados Unidos y China es opuesta a lo que se esperaría hace unos años. Mientras Washington apuesta por el aislacionismo y el America First de Trump, Beijing apuesta más por el multilateralismo.
“Pongan a su país primero”, recomendó Trump a sus homólogos. “El mundo no volverá nunca más al aislacionismo”, respondió Xi.
Dos polos antagónicos que hacen que el planeta, de facto, esté viviendo en una subyacente nueva versión de la Guerra Fría, algo que el secretario General de la ONU, el portugués António Guterres, hace días que pide que se evite de cualquier forma posible.
Xi salió al paso de la preocupación, al asegurar que “no tiene intención de luchar en una guerra fría o caliente con ningún país”.
La pelea está en el centro de la geopolítica mundial ahora, una pugna que permanece en la mente de todos los líderes que, en su mayoría, centraron sus discursos en hacer frente a la crisis de salud que enfrenta el mundo.
En ese sentido, hasta el presidente francés, Emmanuel Macron, pidió que “el mundo no se reduzca a la rivalidad entre Estados Unidos y China”, un “nuevo orden” mundial que apueste al multilateralismo.
Ese sería el deseo de Guterres, muy crítico de los populismos y nacionalismos que han “fracasado” y “muchas veces han llevado a un empeoramiento palpable” de la situación, que además se aíslan de la cooperación internacional para solucionar crisis como el coronavirus.
El diplomático portugués incluso acuñó un nuevo término, “vacunacionalismo”, para criticar las posturas de varios países de buscar una cura al Covid-19 sólo para su territorio, sin pensar en la comunidad global, algo que consideró “injusto y contraproducente”.
En ese sentido, y de forma sutil y poco habitual, Guterres dejó caer un mensaje que no había otra forma de interpretarlo como uno a la población de Estados Unidos, en clave puramente electoral y con miras al mes de noviembre: “La pandemia nos ha enseñado que las elecciones importan. De cara al futuro, asegurémonos que elegimos sabiamente”, dijo.