Río de Janeiro.— Brasil amaneció de luto. Petrópolis, conocida como “la ciudad imperial”, quedó destrozada por las lluvias que han dejado casi un centenar de muertos, miles de personas sin hogar y un número aún desconocido de , que amenaza con elevar la cifra de víctimas.

Petrópolis, a unos 70 kilómetros de la ciudad de Río de Janeiro, llegó a acumular 259 milímetros de lluvia en seis horas durante la tarde y noche del martes, lo que provocó deslizamientos de tierra en varias zonas de la ciudad, especialmente en el Alto de la Sierra, una zona residencial.

Las tormentas en la zona ya dejan al menos 94 fallecidos, entre ellos ocho niños, 24 rescatados, casi 400 desabrigados y un número aún desconocido de heridos, desaparecidos y estragos, según el último balance divulgado por las autoridades.

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Debido a que todavía se desconoce el número de desaparecidos y por las condiciones en las que se encuentra el municipio, que suma 269 deslizamientos, se espera que la cantidad de fallecidos suba.

Pese a la situación, mucha gente se rehúsa a abandonar sus hogares, una problemática que no han podido controlar las autoridades. “Infelizmente hoy hay personas que se resisten a dejar sus casas”, dijo el mandatario regional, Claudio Castro, quien indicó que las autoridades están analizando cómo abordar esa problemática. Unos 400 militares trabajaban en tareas de auxilio en el lugar junto con equipos de Defensa Civil y bomberos, con perros, máquinas excavadoras, camiones, botes y una decena de aeronaves.

“Es desesperante. Nunca habríamos podido imaginar que aconteciera una cosa así”, deplora Elisabeth Lourenco, agarrando dos grandes bolsas en las que metió a toda prisa su ropa mientras desciende la empinada pendiente, resbaladiza por la lluvia.

“Estaba cenando cuando empezó la tormenta. Mi hermano vino a buscarme y me dijo: ‘Tenemos que irnos, el cerro se está derrumbando’”, explica Jerónimo Leonardo, de 47 años, cuya casa, relativamente conservada, da a la ladera sepultada por el deslizamiento de tierra. Las 25 escuelas que tiene el municipio dejaron de enseñar para convertirse en albergues. El gobernador de Río de Janeiro describió que la situación en la ciudad era “casi de guerra”. La gente no pierde la esperanza de encontrar con vida a sus seres queridos, aunque la desesperación predomina. En el lugar, una madre cavaba sin cesar con sus manos el lodo que cubría la que era su casa, según acompañó EFE, con la esperanza de encontrar con vida a su hija.

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