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elmundo@eluniversal.com.mx
Miami, Florida
Estefanía Álvarez, dreamer mexicana de 26 años, originaria de Durango, estuvo detenida injustificadamente durante un mes y ocho días en un centro de migración, pese a ser beneficiaria del programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA), una experiencia que dice a EL UNIVERSAL es cercana a la tortura. Ahora, libre, cuestiona cómo es posible que un país trate así a la gente.
Su pesadilla inició el 2 de febrero, cuando fue detenida en Miami, Florida, durante una redada realizada por agentes de Aduanas e Inmigración de Estados Unidos (ICE, por sus siglas en inglés). En esa ocasión pudo demostrar que por DACA estaba vigente y fue liberada.
“Estaba muy asustada y decidí ir a ver a mis papás y a mis hermanas para estar con ellos unos días mientras me sentía mejor; volé a El Paso, Texas, y de ida no hubo problema, la situación se presentó cuando quise regresar a Miami”, describe.
“Había atravesado seguridad, pero se me acercó un agente y me pidió mis documentos, le comenté que había pasado la revisión, pero que con gusto se los mostraba y le entregué mi DACA y mi pasaporte”, señala.
Los agentes le indicaron que debían verificar si los documentos no eran falsos y le preguntaron si había tenido algún contratiempo reciente; ella les dijo del asunto de la redada. “En ese momento me informa el agente que debe hacer un reporte”, recuerda.
Fue trasladada a las oficinas de ICE en el aeropuerto y luego al edificio en el centro de El Paso, Texas, donde fue fichada y acusada de portar documentos falsos.
“Me empezaron a cuestionar que la mica [de DACA] era falsa, que a quién le pague y ese fue el cargo por el que me encerraron y así, un sinfín de señalamientos que sólo me intimidaban y me asustaban.
“Todo lo que decían era mentira y después hasta el mismo juez que atendió mi caso dijo que mi detención había sido arbitraria porque sí estoy protegida [por DACA]”, señala con frustración.
Comienza la pesadilla. Estefanía fue llevada al centro de detención de El Paso, “me quitaron mis pertenencias, me dijeron que me iba a quedar ahí hasta ver un juez de migración; no pude hacer mi llamada de ley hasta que me llevaron a los dormitorios, antes me tuve que desvestir y ponerme un uniforme naranja, como los delincuentes”, relata. “Llamé a mi familia, que no tenía idea de dónde estaba, les expliqué y ya sabrás. Mi mamá y mis hermanas estaban llorando; en fin, se comenzaron a mover para conseguir un abogado que me ayudara a salir”, declara la mujer.
Estefanía no sabía si tenía más miedo o más coraje, pero ambos sentimientos dominaron sus primeros días: “Puedo decir que ciertos oficiales tienen cierto sentido de humanidad, pero la mayoría te ven y te tratan mal, te discriminan, te ven como si fueras un criminal. Es horrible sentirte así y no poder hacer nada, no tengo palabras para describir lo que se siente, especialmente cuando quienes te están discriminando y maltratando son personas de origen latino”.
“Hasta donde supe, había más de 800 personas detenidas ahí, entre mujeres y menores; cuando llegué al área común se me acercaron algunas para consolarme, yo estaba llorando y muy asustada”. Relata que las mujeres que la recibieron la apoyaron, la orientaron y algunas se hicieron sus amigas. “Conforme pasaban los días iba sintiendo más confianza en mí otra vez y mis nuevas amigas y yo nos las arreglábamos para matar el tiempo”, recuerda; “leí no menos de 20 libros, de todos los temas y de lo que fuera; necesitaba distraerme para no volverme loca”.
Asegura que es una experiencia que te cambia la vida. “No te puedes reír, no puedes hacer ruido, no puedes escuchar música; te privan totalmente de todo. Todo eso es una forma de tortura, es increíble que EU trate así a las personas. Este tipo de tortura es porque lo que buscan es que todas firmen su deportación voluntaria”. Ahora, en libertad, dice que la experiencia le hace sentir pena por la manera en que el país donde creció y que se presenta como un defensor de la justicia, trata a seres humanos vulnerables. “Estamos en un país donde el presidente [Donald Trump] está logrando que las personas sean igual que él”, lamenta.