Taipéi.— Al interior del imponente monumento de color blanco erigido en memoria del generalísimo Chiang Kai-shek, expresidente de la República de China y fundador con mano de hierro de lo que hoy se conoce como Taiwán, se rinde homenaje al periodista Nylon Cheng.

En la planta baja de un memorial lleno de simbolismos dedicados a la ética, la democracia y la ciencia, se recrea la trágica escena en la que el periodista eligió prenderse fuego antes que guardar silencio.

En enero de 1989, dos años después de que se levantara la ley marcial en la isla, Cheng, quien había fundado la revista Freedom Era Weekly, fue acusado de insurrección. Después de 71 días de protesta pacífica, cuando un equipo de 200 policías, militares y bomberos subían las escaleras para detenerlo, roció de gasolina su despacho y se autoinmoló a los 41 años.

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El distrito Ximending, en el centro de Taipéi, es una zona familiar y
concurrida por jóvenes; es un espacio de comercio, restaurantes y galerías. Foto: Inder Bugarin EL UNIVERSAL
El distrito Ximending, en el centro de Taipéi, es una zona familiar y concurrida por jóvenes; es un espacio de comercio, restaurantes y galerías. Foto: Inder Bugarin EL UNIVERSAL

La obra dedicada al periodista en uno de los sitios más emblemáticos de Taipéi es más que un tributo a su sacrificio por las libertades fundamentales: forma parte de una exhibición dedicada al largo camino atravesado por generaciones para hacer de Taiwán una democracia avanzada en Asia Oriental y la número uno en Asia en el Índice de Libertad Humana 2023 (HFI, por sus siglas en inglés).

También es un recordatorio de que las libertades que disfrutan desde 1991, año que puso fin al régimen autoritario (conocido como el Terror Blanco) y marcó el inicio hacia el pluralismo político, no pueden considerarse como derechos a perpetuidad.

El futuro de Taiwán está amenazado por las políticas ejecutadas por la República Popular China, que considera a la isla como una provincia rebelde que tarde o temprano será unificada con tierra firme por las buenas o por las malas.

Expertos consultados por EL UNIVERSAL afirman que China está dejando caer sobre Taiwán su “poder blando”, tanto económico como político, al tiempo que utiliza la libertad de expresión interna para diseminar noticias falsas, intervenir en elecciones y divulgar información para reforzar la idea de su “principio de una sola China”.

“En los últimos 10 años China ha recurrido a diferentes enfoques buscando aumentar sus intereses en Taiwán, pero hasta la fecha esos esfuerzos no han tenido los resultados esperados; la sociedad taiwanesa ha resistido, hay una taiwanización”, afirma Eric Lai, investigador de la Georgetown Law de Washington.

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Obra dedicada a Nylon Cheng, el periodista taiwanés que prefirió
prenderse fuego que guardar silencio Foto: Inder Bugarin
Obra dedicada a Nylon Cheng, el periodista taiwanés que prefirió prenderse fuego que guardar silencio Foto: Inder Bugarin

Por ejemplo, la mano de Beijing parece estar detrás de la tensión política que se vive en el arranque de la legislatura y del mandato del presidente William Lai Ching-te (20 de mayo), quien gobierna con el Partido Progresista Democrático (DPP) sin mayoría; cuenta con 51 de los 113 escaños que forman el Yuan.

El epicentro del huracán político es una controvertida reforma legislativa impulsada por los 54 legisladores del KMT, el partido de los nacionalistas chinos que gobernó por décadas reprimiendo brutalmente todas las reivindicaciones democráticas o independentistas. La reforma pretende expandir los poderes del Congreso para investigar, cuestionar y castigar al Ejecutivo, en manos del DPP desde 2016.

Eric Lai insiste en que China cuenta con múltiples herramientas para ejercer influencia en la sociedad taiwanesa y debilitar las capacidades del gobierno en funciones; coptar políticos, empresarios, influencers, celebridades y religiosos, son algunas de ellas.

A estas formas de presión se suma el hostigamiento militar. China ha estado llevando a cabo con regularidad actividades miliares en el archipiélago. Incluso el 18 de junio, a 200 kilómetros de la costa occidental, exhibió en la superficie un Submarino nuclear lanzamisiles balísticos tipo 094 Jin-class.

“Cuando [el presidente chino] Xi Jinping llegó al poder, una de sus metas como líder del partido es la unificación de la nación, que incluye a Taiwán. Esa ambición se ha reflejado en sus políticas de los últimos 10 años, lo hemos visto en el Tíbet, Xinjiang y Hong Kong”.

Pero a diferencia de otras latitudes, en Taiwán hay factores que Xi Jinping debe calcular antes de tratar de cambiar el statu quo. La isla está bajo los reflectores del planeta por su relevancia económica, fabrica 92% de los procesadores más complejos. Además, tiene dos empresas que son irreemplazables en el mundo de la automatización y la electrónica: TSMC, líder en la producción de semiconductores, y Foxconn Technology Group, que ensambla esos componentes en dispositivos finales.

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“Taiwán es relevante por su industria de semiconductores y porque el impacto económico de un conflicto se sentiría en todo el mundo, reflejándose en pérdidas multimillonarias. De ahí la gran atención depositada en el Estrecho de Taiwán”, sostiene Ava Shen, experta sobre las evoluciones en el Estrecho de Taiwán de la firma Eurasia Group.

Además, el archipiélago figura en el radar de la doctrina de seguridad estratégica de Estados Unidos, añade la investigadora.

También está la cuestión cultural: la idiosincrasia de los 23.4 millones de taiwaneses es distinta a la de los habitantes de tierra firme. Aquí no escupen en la calle, nadie arroja basura, no hay empujones buscando adelantar al otro en vía pública; por el contrario, hacen fila para abordar el transporte público, esperan respetuosamente la luz verde en los pasos de cebra y nadie contamina el espacio público tocando el claxon o haciendo ruido con bocinas o gritos.

Contrario a lo que añora Xi, sólo 3% de los taiwaneses se consideran chinos; 28% se dicen taiwaneses y chinos, y 67% se identifican principalmente taiwaneses, de acuerdo con el Pew Research Center.

“La gente ya ejerce su derecho ciudadano, votando y participando en la política como en cualquier otra democracia liberal con jurisdicción independiente. Aun cuando China lo desaprueba, Taiwán ha venido ejerciendo su soberanía. En términos prácticos, el gobierno comunista nunca ha gobernado Taiwán [en 1945 dejó de ser colonia de Japón tras 50 años]”, dice Eric Lai. “Así que no es qué quiera China. Más bien es cómo la comunidad global mantiene el orden democrático liberal en el mundo; esto incluye la protección de Taiwán como la única región china que disfruta democracia”.

El gobierno de EU piensa que China invadirá Taiwán buscando la unificación en 2027, pero Brahma Chellaney, profesor de estudios estratégicos del Centro for Policy Research en Nueva Delhi, dice que la agresión podría tenerse antes de lo que proyecta Washington.

Afirma que hay señales ominosas de que Xi Jinping prepara su país para la guerra y podría tratar de aprovechar que las alianzas de Estados Unidos están sobrecargadas por Ucrania y Medio Oriente.

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El monumento Chiang Kai-Shek, en el corazón de Taipéi, en Taiwán. Ahí se rinde tributo al largo camino de la isla hacia la libertad de expresión Foto: Inder Bugarin EL UNIVERSAL
El monumento Chiang Kai-Shek, en el corazón de Taipéi, en Taiwán. Ahí se rinde tributo al largo camino de la isla hacia la libertad de expresión Foto: Inder Bugarin EL UNIVERSAL

No es sí, sino cuándo

Al margen de estos cálculos, en los barrios de Taipéi existe el convencimiento de que tarde o temprano la invasión China vendrá, la cuestión es cuándo. Desde que el DPP arribó al poder, el gobierno se ha venido preparando para proteger la soberanía nacional y defender el derecho de los taiwaneses a determinar su futuro.

Entre los últimos pedidos a EU, hay 18 sistemas de cohetes de artillería de alta movilidad (HIMARS), 400 misiles de medio alcance FGM-148 Javelin, 108 tanques M1A2T Abrams y 66 aviones de combate F-16V. Para finales de este año, habrán llegado mil 700 misiles TOW-2B y 100 lanzadores.

El Ministerio Nacional de Defensa además tiene previsto adquirir este año 968 drones de todo tipo, la lista se estima que sume 3 mil 231 unidades de aquí a 2027. Entre 2018 y 2027, se habrán construido 141 barcos guardacostas. El Ministro de Defensa, Wellington Koo, afirma que Taiwán no busca la guerra con China. “Nuestra estrategia es la guerra asimétrica, desarrollando poder de disuasión en varios dominios y durante ese proceso debilitar [la capacidad de China para invadir]”, dijo Koo.

Si bien las guerras estallan bajo circunstancias imprevistas, Ava Shen no anticipa un conflicto armado durante la presidencia de William Lai. “Una invasión en los próximos dos años es poco probable. Ciertamente, China tiene como objetivo último unificar a Taiwán, pero la situación actual interna y la opinión pública no son favorables, por lo que la prioridad de Beijing es evitar que William Lai adopte políticas que sean percibidas como una forma de concederle aún más autonomía, de allí el duro posicionamiento que estamos viendo”, indicó Shen.

“En este momento no debería preocuparnos un acto de guerra, sino las implicaciones de todas las actividades que están teniendo lugar en la zona gris al suponer un desafío para Taiwán, Estados Unidos y sus aliados”, subrayó.

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