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Washington.- Las elecciones importantes en Estados Unidos siempre son en martes. Es un axioma que se cumple por la tradición rural del país, y que se cumple en dos de las fechas electorales más importantes del proceso democrático en los EU: cualquier elección federal, como por ejemplo la presidencial; y el considerado momento más importante del proceso de primarias para elegir el candidato a la Casa Blanca, el Supermartes.
El prefijo “súper” muchas veces se utiliza en exceso y sin sentido. En este caso, sin embargo, no es una estrategia mediática ni un juego de palabras, ni una hipérbole de comentaristas políticas o de la grandiosidad de la cultura estadounidense. Al contrario: no hay prefijo que encaje mejor para definir la importancia del próximo martes 3 de marzo en el proceso de primarias demócratas. El Supermartes será un día masivo, con votaciones de primarias en 14 estados y un territorio (Samoa estadounidense). En total se repartirán mil 344 delegados de los 3 mil 979 que se ponen en juego durante todo el ciclo. O, lo que es lo mismo, 34%.
Ante tantos puntos de atención, todas las miradas se centrarán en los principales trofeos de la jornada.
Los estados de California (415 delegados) y Texas (228) son los diamantes que todos quieren seducir, puesto que un buen resultado ahí permite amasar grandes números de representantes.
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La magnitud de esa jornada es tan enorme que, del resultado que salga el Supermartes, los demócratas podrán intuir el escenario que se les presenta no solo en las próximas semanas de batalla electoral, sino cuál será su estrategia a medio plazo e, incluso, el candidato virtual que peleará en noviembre la Casa Blanca a Donald Trump.
Biden vence y entra en momento crucial
Carolina del Sur fue, ayer, la última parada del proceso de primarias antes del Supermartes, primera piedra de fuego entre el electorado negro y marcador de estados de ánimo de cara a la cita crucial. Como auguraban las encuestas, el exvicepresidente Joe Biden, que hasta ahora había sufrido enormemente para presentarse como candidato viable tras un mes lleno de dolorosas derrotas, se valió del apoyo abrumador de la comunidad afroestadounidense, de tendencia conservadora y con gran nostalgia por el expresidente Barack Obama para ganar las primarias. Y lo hizo con holgura: justo al cerrar los colegios electorales, todas las proyecciones le daban como ganador con holgura.
Biden, con su triunfo ayer, conseguía la primera victoria en unas primarias demócratas en las tres ocasiones que ha intentado la candidatura presidencial (1988, 2008, y la de 2020). Para su campaña, debería ser un momento crucial, el inicio de la remontada de un candidato que se veía ganador antes de empezar la competencia y al que ahora le urge renacer cual ave Fénix.
El buen desempeño de Biden no oculta sin embargo que el principal favorito sigue siendo Sanders, que no sólo domina las encuestas en la gran mayoría de los estados del Supermartes, sino que además parece que aglutina cada vez más apoyo. Ayer, mientras se contaban votos en Carolina del Sur, miles de personas asistían a los mítines programados en estados del país.
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El último despilfarro de Bloomberg se verá esta noche: ha pagado tres minutos de televisión en horario de máxima audiencia en CBS y NBC para dar un “mensaje a la nación” en el que mostrarse como un líder presidencial.
Todos sus rivales le han criticado por querer “comprar” la nominación. De alguna forma tiene que reponerse de las apariciones públicas en debates televisados, en los que ha hecho el ridículo. Sus números en las encuestas, sin embargo, le sitúan en el podio de favoritos. En resumen, el Supermartes es dejar atrás las sesiones de entrenamiento y pasar a la competición real, la obligación de dar un salto de calidad para competir en las Grandes Ligas.
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Ya no hay estrategia aislada a microcosmos de estados muy concretos: para hacer un buen papel y seguir con opciones hay que demostrar que se tiene un plan nacional global, a gran escala, que pueda seducir a estados tan diferentes como California, Texas, Utah o Alabama. Un mal resultado tras el Supermartes, o el reconocimiento que la candidatura no es viable, llevará seguro a la retirada de los candidatos más débiles. El que ya no llegará al martes es Tom Steyer, el empresario filántropo que lo había apostado todo por un buen resultado en Carolina del Sur y que, tras unos resultados “decepcionantes”, decidió abandonar.
Quedan siete aspirantes para el Supermartes, que pueden ser menos el miércoles, tras el conteo definitivo, cuando quedarán en liza los más fuertes, lo que tengan más apoyo. O los que, gracias a su dinero, puedan seguir costeándose la campaña electoral.