Washington.— La epidemia de sarampión sigue imparable en Estados Unidos a pesar de ser une enfermedad que se considera erradicada en el país desde hace dos décadas. El servicio de Salud informó ayer que hay 704 casos de infección en 22 estados, la cifra más alta en el último cuarto de siglo (en 1994 hubo 963 casos).
“Tenemos que unirnos como nación para, una vez más, eliminar el sarampión”, dijo el director del Centro de Control y Prevención de Enfermedades (CDC), el doctor Robert Redfield. En la última semana se han detectado 78 nuevos casos en todo el país.
Todavía no se han reportado muertes por sarampión en lo que va del año, pero al menos 66 han sido hospitalizadas.
El gran problema, lo que está facilitando la expansión de los brotes de sarampión por todo el país, es la falta de vacunación: se estima que casi tres cuartas partes de los infectados no fueron vacunados para prevenir esta enfermedad.
Algunas autoridades han pasado a la acción punitiva para obligar a la vacunación y frenar la expansión. En la ciudad de Nueva York (uno de los focos), las multas ascienden hasta los mil dólares para aquellos que se nieguen a vacunarse, en especial a los niños. En un condado del estado neoyorquino el castigo puede llegar hasta los 2 mil dólares.
Según Redfield, 94% de los niños están vacunados, y se calcula que unos 100 mil menores de dos años no están inmunizados, convirtiéndose en principales posibles víctimas del brote. Por ese motivo, las autoridades sanitarias están “trabajando para llegar a ese pequeño porcentaje de individuos reacios a la vacunación”.
Entre los antivacunas, hay un grupo en específico que ha propagado la idea de que las vacunación provoca autismo. “Las vacunas son seguras”, insistió Redfield.