Bruselas.— La próspera y paradisiaca nación alpina de Austria, en donde los crímenes violentos son considerados habitualmente una rareza, fue fichada hace cinco años por la Agencia Europea de Estadísticas (Eurostat) como uno de los países con mayor número de feminicidios en la Europa rica.
A pesar de ser encasillado por la oficina comunitaria como uno de los Estados miembro con mayor número de asesinatos a mujeres, cometidos en su mayoría por la pareja íntima, un miembro de la familia o alguien cercano, las muertes han continuado.
En total, 319 mujeres fueron asesinadas en Austria entre 2010 y 2020, con un pico de 43 víctimas en 2019, de acuerdo con un estudio patrocinado por Viena.
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Al siguiente año, las historias de terror siguieron acumulándose. El 5 de marzo, una mujer identificada como Nadie W., de 35 años, fue asesinada por un hombre de origen egipcio en su expendio de tabaco. El sujeto la roció de gasolina y le prendió fuego. Murió en el hospital 30 días después y luego de que le amputaron un brazo y una pierna.
En noviembre, un hombre de 28 años colocó el cuerpo de una joven de 29 años a la entrada de la oficina de las autoridades de la ciudad de Villach, situada al sur del país. Confesó haberla matado. La autopsia mostró que la mujer falleció como resultado de una violencia “brutal”. Al individuo le fue confiscado un bate de beisbol que él mismo hizo.
El hasta aquí llegó en enero del presente año, cuando la sociedad civil se plantó en las calles de Viena para exigir un alto a la violencia. Para recordar a las víctimas, montaron un monumento improvisado en el que se leía con rojo el número 31, en memoria del número de mujeres asesinadas en 2021.
Desde entonces, las autoridades se han acercado a instancias especializadas para tratar de acabar conjuntamente con la plaga de feminicidios, como ha sido el Instituto Europeo de la Igualdad de Género (EIGE).
En las conversaciones sostenidas a lo largo del año, la agencia ha resaltado la importancia de identificar brechas entre la ley y la práctica; de mejorar las técnicas de recopilación de datos, fundamental para entender el fenómeno, de combatir el problema de raíz y prevenir los delitos.
“Cuanta más información tengamos sobre las motivaciones y circunstancias detrás del asesinato de mujeres, es más probable que identifiquemos los feminicidios y diseñemos políticas preventivas y de protección”, dijo Carlien Scheele, directora del EIGE, en una reunión con las autoridades austriacas.
“Mejorar la recopilación de datos es clave para combatir eficazmente el feminicidio. Por lo que implementamos una definición uniforme a nivel nacional para poder evaluar estadísticamente la violencia doméstica. El alto número de feminicidios demuestra que es nuestro deber colectivo iniciar los cambios necesarios para mejorar la seguridad de las mujeres en Austria”, declaró la ministra de Justicia de ese país, Alma Zadic.
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Si bien el marco normativo y la recolección de datos son ámbitos relevantes, se necesita ir más allá, aseguran expertos.
La comisionada de Derechos Humanos del Consejo de Europa, con sede en Estrasburgo, Dunja Mijatovic, pone el acento en la necesidad de proteger a la mujer reduciendo la brecha de género.
En 2020, las mujeres austriacas ganaron 18.9% menos por hora que los hombres en el sector privado. Si bien se ha reducido la brecha en 5.1% en comparación con 2010, Austria sigue estando entre los países con las mayores diferencias salariales; la media europea es 13%.
Criminólogos, feministas y antropólogos, como Rita Segato, resaltan además la importancia de capacitar en materia de género a los aplicadores de la justicia, desde policías hasta fiscales y jueces, para que tomen con seriedad las alertas emitidas por mujeres ante las distintas formas de abuso.
El feminicidio, con 600 casos en total registrados en la UE en 2020, es sólo una de las muchas formas de violencia contra la mujer en Europa, una problemática recrudecida por la pandemia.
De acuerdo con un estudio realizado por Laura Zandersone y Jakob Rustige, del Servicio de Investigación del Parlamento Europeo, la prevalencia de los varios tipos de violencia contra la mujer en la UE, como violencia sexual, doméstica, sicológica, en el trabajo y espacio cibernético, aumentó como consecuencia de las medidas restrictivas adoptadas para contener el Covid-19. “Las víctimas fueron confinadas con sus perpetradores, tenían posibilidades limitadas de ayuda y escape”, dice la investigación.
En la UE, una de cada 10 mujeres reporta haber experimentado algún tipo de violencia sexual, y una de 20 ha sufrido violación sexual, de acuerdo con la Agencia Europea de Derechos Fundamentales (FRA). En el espacio virtual, una de cada cinco mujeres de entre 18 y 29 años ha sufrido violencia, en tanto que en el hogar se estima en 21.2%, con 46.9% de ellas reportando lesiones. El EIGE estima que la violencia de género en la UE cuesta 290 mil millones de euros al año.
La situación podría exacerbarse por la actual crisis alimentaria, energética y de alza de precios. La precariedad social y económica profundizada por la guerra de Rusia en Ucrania aumentará la exposición de las mujeres ante comportamientos abusivos, al tiempo que podría dar lugar a nuevas formas de violencia.
“La violencia contra la mujer aumentará con la acumulación de crisis. Ya se manifestó durante la pandemia. Cuando hay situaciones de crisis está demostrado que suelen acentuarse estas situaciones, por desgracia”, dice a EL UNIVERSAL Carme Cuartero, miembro de la Asociación Dones Juristes y responsable de asesoría jurídica en el Departamento de Igualdad y Feminismo en el gobierno de Cataluña.
“Toda crisis tiene impacto diferencial en los derechos de las mujeres y de las niñas, porque son ellas quienes están menos preparadas, tienen menos herramientas, recursos, posibilidades para sobrellevar situaciones extremas y de riesgo”, señala Linda Cabrera, subdirectora de la organización Sisma Mujer.
La alerta emitida por los expertos no es sólo para Europa. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que una de cada tres mujeres en la región de África, el Mediterráneo Oriental y Asia Sudoriental ha sufrido violencia física o sexual de pareja o por terceros en algún momento de su vida. En la región del Pacífico Occidental, la prevalencia es de 20%.
Antes del estallido de la guerra rusa en Ucrania y las crisis relacionadas, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) había advertido sobre el crecimiento de la desigualdad y, consecuentemente, de la brecha de género. El primer trimestre del presente año registró un déficit de 112 millones de puestos de trabajo de tiempo completo en relación con los últimos tres meses previos a la pandemia, de octubre a diciembre de 2019.
En el marco de una conferencia sobre feminicidios convocada el 17 de noviembre en la sede del Parlamento Europeo por el Grupo de los Verdes, Cuartero explicó a este diario que la pandemia mostró la radiografía sobre la manera como las sociedades están preparadas para enfrentar situaciones de crisis.
El resultado fue que “bastó con jalar un hilo para sacar a relucir el papel de dominio del hombre sobre la mujer”.
“La pandemia reestableció el papel de dominio del hombre en los ámbitos privados, al dejar claro que las mujeres estaban en situación de subordinación. Todo lo que creíamos que habíamos avanzado (...) no era tan real. Así que en cualquier situación de crisis va a pasar [lo mismo]”.
Indicó que la única alternativa que tienen las autoridades es hacer cumplir las normas y aplicar los mecanismos de protección y prevención diseñados por el movimiento mundial de mujeres.
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