"Este lugar ya no es lo que era", dice Eben Uys, quitando sin ansia el polvo acumulado en el mostrador de su local, cerrado a cal y canto. Como más de 200 fabricantes de cerveza sudafricanos , intenta sobrevivir a la prohibición de venta de alcohol en el país.
A sus 36 años, este licenciado en química era propietario de un local de moda, a la vez cervecería, bar y restaurante, en el barrio de Newtown, en el centro de la capital económica Johannesburgo .
Hoy emplea a nueve personas en lugar de una cuarentena. "¿Qué pasó? El Covid-19", resume. Ya no se trata de ganar dinero, sino de "sobrevivir", explica.
"Todos los días te preguntas cuánto tiempo más vas a aguantar, esperas que pase algo que te dé un día, una semana más", cuenta.
Sus cubas están llenas. Dentro de unos meses, si no se levanta la prohibición de venta y consumo de alcohol, la cerveza se irá por las alcantarillas.
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Sudáfrica
fue uno de los primeros países en prohibir el alcohol para combatir la pandemia de Covid-19 . De este modo, se limita de manera eficaz la congestión de los servicios de emergencia en relación con los accidentes de tráfico, las peleas y otros actos de violencia doméstica.
El país no dudó en volver a imponer esta medida ante la segunda ola de contagios , a finales de diciembre.
La cerveza representa las tres cuartas partes del alcohol consumido en Sudáfrica, país que también es un importante productor de vino.
Una parte de la industria local, que emplea a unas 30.000 personas, teme no recuperarse.
El 30% de las 215 cervecerías artesanales del país han cerrado desde la primera prohibición en marzo, según la Asociación de Cervecerías Artesanales de Sudáfrica (CBASA), y algunos de los dueños hacen todo lo posible para intentar reconvertirse, al menos temporalmente.
hm