Volvió a suceder. Cuando las autoridades del sur de Florida creían que en el condado de Miami-Dade residentes y habían aprendido la lección, desde el pasado 20 de marzo las autoridades municipales y del orden público se dieron cuenta de que necesitaban tomar acciones drásticas para controlar el enorme desorden y desastre que, especialmente turistas estadounidenses, estaban llevando a cabo sin guardar la distancia y la mayoría sin el uso del cubrebocas.

Las autoridades informaron que Miami Beach entraba en un toque de queda desde las ocho de la noche y hasta las seis de la mañana. Así, la playa más famosa de toda la Unión Americana se convirtió en un auténtico caos; jóvenes de distintas edades, incluidas mujeres, se resistían a retirarse de las calles, rompieron algunos cristales, vandalizaron algunas tiendas y automóviles, al punto que durante el fin de semana pasado más de mil personas fueron detenidas y se han decomisado varias armas blancas y de fuego.

“Es impresionante [ver] cómo la gente comenzó a llegar y a llenar todas las playas y las calles; el ruido, los gritos”, cuenta a Elizabeth Prado, aeromoza de vuelos privados, con base en Miami, originaria de Los Ángeles, California. “Tengo cuatro meses que cambié mi residencia [a Miami Beach] y nunca pensé que me tocaría ver todo lo que está pasando. No entiendo por qué no se comportan para que la policía no se meta con ellos y además para poder disfrutar; es completamente estúpido lo que hacen”.

Inicialmente el toque de queda sólo sería el fin de semana, pero dadas las circunstancias y la poca colaboración de los vacacionistas, se extendió hasta el 12 de abril; se prohíbe que haya gente en las calles a partir de las ocho de la noche y hasta las seis de la mañana; no se permite la venta de bebidas alcohólicas, se cierran los restaurantes, bares y antros a esa hora y cualquier establecimiento no esencial.

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“No se vale, se pusieron como si estuvieran protestando por algún abuso policial en contra de alguno de los suyos [afroamericanos]; en un momento yo me comencé a alejar porque creí que esa vaina se salía de control”, dice impresionada Maura González, de nacionalidad venezolana y residente de Miami.

“Apenas estábamos consiguiendo tener una vida más normal, con todas las limitaciones, pero ya con todo abierto y (...) llegan estos a hacer destrozos, porque hay que decirlo, ahí están las imágenes, la mayoría de los que hacen destrozos son afroamericanos, no es racismo, es lo que es”.

Las playas de Miami Beach ya lucen desiertas y así van a permanecer hasta el 12 de abril. “La gente no se va a quedar aquí, vamos a ir a buscar otros lugares, nos vamos a llevar nuestro dinero a otras playas”, dice con cierto tono de superioridad Elroy, un afroamericano quien no quiso dar su apellido ni comentar de qué parte viene; “ya hay más de 100 millones de [personas] vacunadas [en Estados Unidos], creo que deberían dejarnos divertir”.

Efectivamente se están llevando su dinero a otros lados; hay reportes de que muchos de quienes llegaron a Miami están moviéndose a las playas de Texas, donde su gobernador, Greg Abbott, dijo el 10 de marzo pasado que su estado volvía a una normalidad absoluta, como antes de la pandemia. No hay ninguna clase de restricción preventiva contra el Covid-19.

“Es increíble la irresponsabilidad de las autoridades [texanas], todavía no se termina la pandemia y con este tipo de situaciones [vacacionistas sin control] lo único que podemos esperar es que el coronavirus tarde mucho más en irse”, comenta molesto a EL UNIVERSAL Rubén Zepeda, “lo siento por las muertes adicionales que esto nos va a dejar en el estado; es muy lamentable, muy triste pensar en los que se van a enfermar y se van a morir”.

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Fort Lauderdale, ciudad vecina al norte de Miami, ha tomado sus precauciones para que los spring breakers no lleguen a sus playas a hacer de las suyas.

“Hemos visto que hay muchos jóvenes, que han llegado a nuestras playas y restaurantes, pero no hemos visto desorden”, comenta Charlie Ortiz, residente de Fort Lauderdale, “nada como lo que pasó en Miami Beach; no hemos visto que usen cubrebocas o estén con sana distancia, pero que no hagan disturbios ya es suficiente para nosotros y supongo que para la policía también”.

El estado de Florida, con alrededor de 21 millones de habitantes, ha reportado, desde el inicio de la pandemia hasta ahora, un registro de más de 2 millones acumulados de infectados por la pandemia y casi 33 mil fallecidos. De estas cifras, el condado Miami-Dade, el más poblado de todos con casi 3 millones de habitantes, sobresale con casi 500 mil contagiados acumulados y cerca de 6 mil fallecimientos.

El estado de Texas cuenta con alrededor de 30 millones de habitantes, ahí se han reportado un promedio de más de 2 millones 750 mil casos de Covid, de los cuales cerca de 34 mil han fallecido. Brownsville, a donde están llegando la mayoría de los spring breakers desde Miami, debido a que frente a esas costas está la Isla del Padre, tiene una población promedio de 184 mil habitantes y ha registrado 38 mil infectados y cerca de mil 500 muertos por coronavirus. La Isla del Padre tiene alrededor de 3 mil habitantes y las autoridades comienzan a reportar un desbordamiento de visitantes sin protocolos contra el Covid-19.