San José.— La colombiana Fidelia Suárez Tirado, trabajadora sexual en activo y candidata por el opositor Partido Liberal Colombiano a senadora en Colombia, niega ser prostituta y un “mal ejemplo” para la sociedad y admite que, de ofrecer sus servicios en una esquina de su país para perseguir a un cliente o en un prostíbulo, aspira pasar a una silla en el Congreso de su país… sin dejar de ejercer su profesión.

Con 55 años, madre de José Efraín, de 33, Noel Sebastián, 23, y María José, de 21, y oriunda del norteño departamento (estado) de Sucre, aclara en una entrevista con EL UNIVERSAL que, como “mujer hecha y derecha” y sin que nadie la obligara, decidió, como mayor de edad, “ejercer el trabajo sexual autónomamente. A mí nadie me impone”.

Graduada de secundaria en su país en 1984, en 1990 tomó ese camino.

“Llevo más de 32 años en el trabajo sexual y lo sigo ejerciendo. A mí no me induce nadie. El trabajo sexual no es igual a trata de personas para explotación sexual. Soy mi propia jefa. Claro que lo sigo ejerciendo. Mientras siga viva, mi profesión sigue viva”, indica esta mujer quien vive en Bogotá.

Sobre sus medidas sanitarias preventivas, defiende que “no soy foco infeccioso de nadie y mucho menos virus andante. Si yo me quiero, me protejo. ¿Por qué no le preguntan al pueblo, al cliente, al dueño o al administrador del establecimiento si se protegen o si toman las debidas precauciones de salubridad?

“Esto es un trabajo y hay que regularlo para que deje de existir la explotación laboral. Siendo uno de los oficios más antiguos del mundo sin estar reconocido ni legalmente constituido, hace que haya terceras personas y gobiernos que conviertan a nuestra población en una mano de obra de explotación económica”, denuncia.

Colombia elegirá el próximo 13 de marzo a los 108 integrantes del Senado y a los 188 de la Cámara de Diputados; asumirán el 20 de julio de 2022 por cuatro años.

El siguiente es un extracto de la entrevista.

¿Por qué se lanzó a la lucha electoral?

—No me lancé, fui invitada a estar en la lista para llegar a la curul en el Congreso por el Partido Liberal Colombiano.

¿Cuál es su principal propuesta?

—Nosotras necesitamos la garantía y protección de nuestros derechos fundamentales y laborales como personas que ejercemos un trabajo que es el más antiguo del mundo.

Queremos seguridad social y el derecho a créditos, que se nos han negado por ejercer el trabajo sexual. Buscamos mejorar las condiciones, que son tan indignas, de donde prestamos estos servicios y mejorar nuestra calidad de vida. Queremos llegar a esta curul, con voz y voto, para que dejen de hablar de nosotras sin estar nosotras. Somos población vulnerable. Quiero denunciar la corrupción.

¿Hay redes poderosas que manejan la prostitución en Colombia?

—Prostitución es algo muy diferente a trabajo sexual. No soy prostituta. A mí nadie me está imponiendo. Y no son redes, son mafias que usan el trabajo sexual como fachada, pero lo que se realiza es otra cosa, en Colombia y en todo el mundo.

La prostitución la sufre cualquier ser humano de cualquier edad, sexo y parte del mundo cuando se le impone hacer algo que no desea. Soy muy orgullosa como trabajadora sexual, que me tiene aquí invitada a aspirar a esa curul. Por primera vez en Colombia una trabajadora sexual está en la lista para el Congreso.

¿Qué reacción recibe de las trabajadoras sexuales por su candidatura?

—Respeto a la compañera que me apoye y a la que no. Todas están orgullosas de que una compañera sea candidata. Como trabajadora sexual sé lo que son las necesidades y la irresponsabilidad de gobiernos de muchos siglos por jamás habernos tenido en cuenta como parte del pueblo colombiano. Sólo se acordaban de nosotras en tiempos electorales.

No queremos que nos construyan: queremos construir lo que es de nosotras mismas para nosotras mismas y que dejen de utilizarnos.

¿Seguirá ejerciendo trabajo sexual ya como senadora? ¿Irá a un prostíbulo?

—Con la lucha [política] que llevo, lo ejerzo donde se me da la oportunidad y pueda prestarlo. Si hay tiempo y oportunidad, es mi profesión. ¿Por qué no? Tengo que seguirlo ejerciendo. Es otra opción laboral igual a la de un contador o una sicóloga para suplir sus necesidades. Nosotras prestamos servicios, no vendemos el cuerpo. Recibimos una remuneración. Lo que buscamos es regularlos para que se acabe tanta explotación laboral y económica hacia nosotras.

Soy una trabajadora sexual flotante migrante: desde el establecimiento más elegante hasta el más bajo. De estar en una calle o en un parque alcanzando al cliente. Sé lo que es ser trabajadora sexual: hay hostigamiento y persecución de la policía… a nivel mundial. La policía siempre nos ha hostigado y somos su foco de explotación sexual y económica. Por eso nos persiguen. Estando ya en el Senado enseñaremos a la policía cómo manejar a poblaciones vulnerables. Somos seres humanos.

¿Qué piensan sus hijos de su trabajo?

—Ellos dicen que, como nosotros somos muy católicos, Dios me ha colocado ahí para seguir haciendo el bien, porque siempre, desde muy niña, he estado haciendo el bien sin mirar a quién. Los tres están de la mano conmigo, siempre en pie de lucha apoyándome en todo lo que Dios me tiene previsto para seguir hacia adelante.

¿Teme que se le acuse de no ser un ejemplo para la sociedad colombiana?

—El que esté libre de pecado que tire la primera piedra. Ejercer el trabajo sexual no me hace diferente a nadie. No soy mal ejemplo para nadie. Al contrario, soy un ejemplo de vida. Voy barriendo contra el estigma y la discriminación para que nuestro trabajo sea reconocido. Quitar la doble moral que existe en la sociedad de utilizarnos y, a la vez, juzgarnos.

Hay peores males ejemplos que son peores que los peores que pueden ir a un prostíbulo, pero que están sentados donde no tienen que estar sentados en puestos políticos. Por eso, mi caso es un ejemplo mundial. La sola invitación a ser parte de la lista es ganancia para nosotras. Es un aprendizaje para darle voz a las que no tienen voz.

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