Cuando cerraron sus restaurantes por la pandemia de Covid-19, el colombiano Edwin Contreras se puso a pensar qué hacer con la comida que tenía y decidió repartirla entre aquellos que la necesitan. Así nació Sopitas con Amor, una iniciativa en la que participan decenas de personas preparando alimentos y repartiéndolos.
“Cuando se ordenó el cierre, en los restaurantes teníamos alimentos. En vista del posible deterioro sin preparación, decidí que podíamos compartir una sopa que es muy fácil de hacer; que podíamos compartir no sólo con los empleados, sino con la comunidad que ya empezaba a manifestar algunas dificultades para sostener su cuota de alimento. Le pusimos Sopitas con Amor, porque lo que queríamos era compartir con todo el amor de parte de nuestros restaurantes”, contó a EL UNIVERSAL Edwin, gerente de la cadena de restaurantes.
Apoyado con su equipo de trabajo y con Jorge Rodríguez, encargado de Logística Comunal, prepararon 200 raciones de comida que repartieron entre las comunidades de bajos recursos en Fusagasugá, pero cuando se acabaron los alimentos que tenían en el restaurante, Edwin no tuvo dudas. Había que seguir con la labor.
“La respuesta es sumamente positiva. Cuando llegamos la gente estaba muy agradecida, la comida se recibió con mucho cariño, lo cual nos motivó a continuar cuando los alimentos iniciales se habían acabado y gestionamos alimento para poder seguir con el trabajo de las sopitas. Es un éxito en términos de poder brindar un apoyo y atender las necesidades”, detalló.
El restaurante cocina de una a dos sopas semanales. Iniciativas como ésta se han visto en el mundo, con miles de ciudadanos solidarizándose con vecinos cercanos y comunidades, entregando víveres y elementos de primera necesidad.
Los trabajadores no cuentan con apoyo del Estado, su labor es de carácter privado. “Si bien algunos amigos hacen parte del consejo municipal, no apoyan como entidad pública, sino como ciudadanos a esta causa. El Estado seguirá haciendo lo suyo; desafortunadamente es ineficiente y poco óptimo en la entrega de recursos. Estamos llenando esos huecos que deja el establecimiento público”, afirma.
Los colaboradores se ven expuestos de manera constante a la posibilidad de contagiarse ellos mismos y a sus familias al salir a repartir las sopas. En Colombia, donde la cuarentena inició el 24 de marzo, hay 4 mil 561 casos y 215 muertos. “La posibilidad de contagio y exposición fue una discusión en su momento, pero se guardan los protocolos, se tienen los elementos de protección. Cargamos gel antibacterial, alcohol para minimizar el riesgo. A la hora de la entrega exigimos tapabocas, unas distancias mínimas. Nosotros, manteniendo los protocolos de este tipo de eventos, pudimos abarcar inicialmente las principales zonas marginales, y hemos recorrido 80% del municipio. Las ganas de trabajar superan los temores de contagio, somos personas que hacemos Sopitas con Amor en esta difícil situación en las que las ganas por cooperar son más grandes que el miedo. Este tema no es solamente económico, sino que nos da una mirada a reconocer la importancia del otro”.
La cadena pretende continuar con su labor en toda el confinamiento. Con el fin de controlar la epidemia, el Estado extendió la jornada de cuarentena hasta el 11 de mayo.