Bruselas.— Aunque no aparece en la boleta, las en México serán sobre el desempeño, la personalidad y las políticas de Andrés Manuel López Obrador, señalan politólogos, antropólogos e internacionalistas en Europa.

Entrevistados por EL UNIVERSAL, los estudiosos aseguran que los mexicanos consideran que la elección es sobre López Obrador. “Como imagen, como proyecto, símbolo u objetivo para combatir por aquí o por allá”, dice el mexicanista Wil Pansters, profesor de antropología política y social de América Latina en el Departamento de Antropología Cultural de la Universidad de Utrecht.

“No está en la boleta, pero sí está, está en el centro (...) en las casillas, si están a favor o no de continuar con un proyecto de características únicas en América Latina y que se desarrolla en un contexto de polarización nutrido por los distintos actores mediáticos, no sólo por el Presidente que va de salida (...) Si bien es cierto que no aparece en la boleta electoral (…) parece ser una lucha en la que estás en contra de López Obrador o con él”.

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Pansters enfatiza que el mayor distintivo de la elección es la enorme polarización, obra no exclusiva del Mandatario, Morena y la candidata Claudia Sheinbaum, sino también de la oposición con sus ataques. “Lo que se juega este 2 de junio, dado que existe una predominante polarización, es la continuidad del proyecto Amloista, Morenista o la discontinuación”.

El análisis que hace Günther Maihold, profesor del Instituto para América Latina de la Freie Universität Berlin, sigue coordenadas similares. “Es una elección donde se proyecta muy fuerte la sombra del Presidente en todos los candidatos. Por un lado, claramente Sheinbaum, en la mayoría de los temas, mantiene una posición de continuidad, de defensa del segundo piso del proyecto casi revolucionario, de transformación. Por el otro, Xóchitl confronta un proyecto que se ha incrustado en el Estado, los quehaceres de las instituciones y que ha dedicado muchos recursos para cambiar el rumbo (...) En ese sentido, aunque AMLO no está en la boleta, sí definió mucho la campaña. Apostó a que esto sea más una elección de mirar más hacia el pasado que al futuro. De ahí que trató de conectar [la elección] a su persona, confiando en la aceptación que tiene en la población (...) Él mantiene el control sobre el partido, Sheinbaum no tiene los recursos para cambiar algunos de los ejes del voto a AMLO y sus preferencias”.

Por tanto, subraya Maihold, la disputa este domingo es por la defensa de la democracia, ante el achicamiento de los espacios públicos y de participación, la reducción de instituciones de transparencia y presión sobre la opinión pública; y la prolongación de un proyecto social caracterizado por el clientelismo con fondos gubernamentales.

“Xóchitl Gálvez se ha montado en la defensa de la democracia porque la ve amenazada por Claudia Sheinbaum y su concepto de continuismo de la política de López Obrador y, en ese sentido, hay una distancia que va a ser muy difícil de cerrar entre estas dos posiciones”.

Los analistas definen el momento como “crítico” y de gran preocupación por la creciente influencia de las Fuerzas Armadas, violencia política sin precedentes y la decepción absoluta de las agrupaciones de defensa de los derechos humanos por las promesas incumplidas del Presidente.

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“El escenario es muy problemático por los asuntos no resueltos y que, por el contrario, se han hecho más serios, en seguridad, salud y educación”, sostiene Edmé Domínguez, especialista en relaciones internacionales de la School of Global Studies de la Universidad de Gotemburgo.

“Se suponía que era el candidato de los pobres y lo único que ha hecho es darles subvenciones que no resuelven el problema de la pobreza. Este tipo de transferencias son soluciones a corto plazo”. México, sigue, está ante una elección complicada y peligrosa, debido a que Sheinbaum sigue las pautas de López Obrador que “han sido extremadamente miopes”, y Gálvez está apoyada por partidos totalmente contradictorios.

“Ninguna genera confianza. No hay alternativa que sea aceptable. La situación es muy crítica, no hay una verdadera oposición alternativa. Hay desesperanza y frustración. No es ninguna solución el que la oposición llegue al poder, al contrario agravaría ciertos problemas. Lo veo muy difícil. Muy sombrío el escenario, algo que no hubiéramos esperado hace seis años los que depositamos la esperanza en el cambio”.

Los estudiosos califican de “muy positivo” el que México tenga su primera mujer presidenta.

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Pero el cambio de género en Palacio Nacional no necesariamente es sinónimo de mejoría, progreso del feminismo y consolidación de la equidad de género. “No por ser mujer cambia la situación para bien de las mujeres. Es importante porque es un símbolo, más en una sociedad machista como la mexicana pero, como lo vimos en el caso de [la primera ministra] Margaret Thatcher, para darse a valer, ser respetada y ser obedecida puede tomar actitudes sumamente machistas y autoritarias. En el caso de México no me extrañaría que Claudia Sheinbaum las tomara (...) por una situación de contexto totalmente patriarcal (...) Sí, simbólicamente representa un cambio; en la realidad no creo que sea tanto a nivel sustantivo”, dice Domínguez.

Maihold anticipa que el impacto será muy limitado porque el tema femenino, del papel de la mujer, no ha sido factor de la campaña.

Al ser cuestionados sobre el interés que despiertan las elecciones mexicanas en el Viejo Continente, dicen que es limitado al tratarse de un país que desaprovecha oportunidades. Tampoco inquieta porque los indicadores apuntan a que hay el compromiso de mantener el status quo en comercio e inversión. “México es un actor que ha caído del mapa político porque no fue un país con el cual se podría construir alianzas, no fue un país con el cual se podría impactar en la agenda global, no fue un país que estaba dispuesto a prestar recursos para resolver temas globales, estaba muy limitado a su relación con EU, por tanto, no se espera mucho”, sostiene Maihold. “El punto clave es que haya realmente disposición de restablecer el contacto, de reintegrarse en el discurso internacional y de estar dispuesto a colaborar”.

Para Maihold, ninguna candidata ha dado señales de asumir una política exterior más activa.

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