Washington.— Mañana arranca en forma el histórico juicio de destitución de Donald Trump. Pero la batalla entre simpatizantes y detractores está a todo lo que da.
Comenzando el martes, el Senado se reunirá durante seis horas al días, por seis días a la semana, para llevar a cabo el tercer juicio político de un presidente estadounidense.
Será un “ejercicio agotador”, dijo el senador republicano John Cornyn en CBS. El famoso abogado Alan Dersho-witz, una reciente incorporación al equipo legal de Trump, argumentó ayer que incluso si todos los cargos enviados por la Cámara de Representantes al Senado para el juicio del presidente fueran ciertos, no alcanzan el nivel de un comportamiento digno de la destitución.
“El voto [de la Cámara de Representantes] fue para acusar de abuso de poder, que no está dentro de los criterios constitucionales para un juicio político, y de obstrucción al Congreso”, dijo Dershowitz, profesor emérito de derecho de Harvard, en ABC. Una destitución por motivos políticos, añadió, era la “mayor pesadilla” de los fundadores del país.
Adam Schiff, el congresista de California elegido por los demócratas de la Cámara Baja como el principal fiscal del juicio político, difiere. “El presidente retuvo cientos de millones de dólares en ayuda militar a un aliado en guerra con Rusia, detuvo una reunión en la Casa Blanca con un presidente de Ucrania que la buscaba desesperadamente para dejar establecido en su país y con su adversario el apoyo de Estados Unidos, todo con tal de obligar [Trump] a Ucrania a ayudarlo a hacer trampa en la próxima elección”, aseveró.
“Ellos [la defensa de Trump] no pueden rebatir estos hechos (...) y están argumentando... que el presidente no puede ser destituido por abuso de poder”, añadió.
Además, acusó a las agencias federales de retener documentos relacionados con Ucrania que podrían ser importantes en el juicio. “Parecen sucumbir a la presión del gobierno”, afirmó Schiff, quien señaló que otro fiscal del juicio político, Jerry Nadler, habló de que el argumento de Dershowitz era un “disparate”.
La Cámara de Representantes acusó a Trump de haber abusado de su cargo para presionar a Ucrania para buscar información perjudicial del candidato presidencial demócrata Joe Biden, al retener ayuda militar y condicionando una reunión en la Casa Blanca con el presidente ucraniano. También fue acusado de obstruir una investigación del Congreso.
“Habría horrorizado a los fundadores, a quienes les preocupaba exactamente ese tipo de solicitud de interferencia extranjera en una elección para beneficio personal”, se refirió Schiff al argumento de los republicanos.
Las dos partes han estado discutiendo públicamente sobre si el juicio se llevará a cabo de manera rápida, tal vez en tan sólo dos semanas —algo que Trump claramente prefiere— o si se podrá llamar a testigos y presentar nuevas pruebas, algo que los demócratas exigen para un proceso pleno y justo. El presidente quiere que el Senado descarte casi de inmediato los cargos, pero el legislador republicano Lindsey Graham, cercano a Trump, dijo a Fox News: “Eso no va a suceder. No tenemos los votos para eso”.
Durante el juicio, los senadores, que actuarán como jurado, tendrán prohibido hablar con la persona de al lado, usar el teléfono celular o salir del recinto. El proceso comenzará con una antigua frase procedimental: “A todos los presentes se les ordena mantener silencio, so pena de encarcelamiento”. Seguidamente, los 100 senadores tendrán que sentarse en sus escritorios durante horas para escuchar a la parte acusatoria, a los abogados de Trump y posiblemente a varios testigos.
Mientra, el presidente estará en Davos, una elegante estación de esquí suiza, para articipar en el Foro Económico Mundial anual, que arranca mañana, igual que el juicio. Aunque el tema de Davos 2020 es la emergencia climática, la asesora de Trump, Kellyanne Conway, dijo que “él impulsará su propia agenda. Abordará los peligros del socialismo”.