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Ciudad de México.— Los cambios en los modelos de la familia y el incremento de la población adulta mayor, que en muchas ocasiones se queda sola o en situación de abandono, han llevado al gobierno de la Ciudad de México a crear un curso de capacitación para cuidadores.

De acuerdo con la Secretaría de Desarrollo Social (Sedeso), en los últimos tres años se ha certificado a mil 316 cuidadores de los cuales mil 224 son mujeres y sólo 92 hombres. La mayoría de ellos con un rango de edad de entre 48 y 57 años.

Beatriz Galván se encuentra justo en dicho rango y desde hace meses se hace cargo de su papá, quien además padece Alzheimer. “En un principio para mí era muy difícil alimentarlo, moverlo; los cuidados, se quería escapar de la casa. Entonces, este curso me ayudó muchísimo como cuidadora para decidir cuándo no podemos, porque llega un momento en que las emociones, las responsabilidades nos hacen estallar”, dice.

Al ser la hija mayor, dedicarse al hogar y ser “la consentida”, su hermanos la “asignaron” como responsable de los cuidados de su padre, de 75 años. Y aunque reconoce que su esposo e hijos se han involucrado en el cuidado, “la responsabilidad es mía. En principio la que se deprimió fui yo, [al] ver cómo le avanzaba la enfermedad, pero lo hemos ido superando”, recuerda, mientras las lágrimas escurren por sus mejillas y las limpia con una servilleta.

Toma un respiro y continúa: “Ya no podía estar solo y me lo llevé a mi casa, era autosuficiente, pero empezamos a notar olvidos, que andaba sucio y esos eran indicios de su enfermedad”.

Beatriz destaca que hacerse cargo de un adulto es un “trabajo” de tiempo completo y que requiere sobre todo de vocación. Por ello, concluye, es que en muchas ocasiones las personas terminan en el abandono.

En la Ciudad de México, durante 2017 se ubicó a 2 mil adultos mayores (dos terceras partes, mujeres) en “alta vulnerabilidad”, es decir, se encontraban solos, con algún padecimiento y en disfuncionalidad.

Vocación. Durante 12 años, María Teresa Coronado se hizo cargo de su madre, quien falleció el año pasado. Ahora se hace cargo de su esposo, de 74 años, y se da tiempo de ayudar a sus vecinas, quienes ante la vejez también se han quedado solas.

“No es esperar nada de nadie, sino darlo verdaderamente con amor, sin esperar nada de lo que den los demás. Lo voy a hacer y, como dicen, por amor incondicional. Si recibo una sonrisa qué bueno y si recibo un regaño, ni modo, lo apapacho y volvemos a empezar”, expresa.

Pese a ello, reconoce que el contar con una certificación en el cuidado de los adultos mayores no sólo le ayudó a tener más elementos para atender a su esposo, sino también para procurarse ella misma. Beatriz y Teresa coinciden en que más que una certificación, lo que se requiere es de una profesionalización de los cuidadores, que les brinde herramientas para atender a las personas y tener un ingreso adicional.

La convocatoria 2018 para la certificación de cuidadores se abrirá en los próximos meses con el fin de que quienes se encuentran al cuidado de un adulto o mayor o persona en abandono lo pueda cursar, así como jóvenes profesionistas en carreras relacionadas con la salud, sicología y cuidados geriátricos.

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