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Luego de que medios de comunicación estadounidenses informaron que el presidente Donald Trump planea acabar con el DACA, el futuro de 800 mil dreamers pende de un hilo. Aunque aquellos que están contra el programa aseguran que beneficiará a la economía de EU, quienes emplean a jóvenes migrantes creen que si los deportan sería una gran pérdida para el país.
A Georgina Lepe, quien dirige una oficina legal en Rancho Cucamonga, en California, le gustaba tanto el trabajo de la dreamer Karla Martínez que la contrató dos veces.
La conoció cuando Martínez estaba ordenando mesas en un restaurante mexicano y quedó impresionada con su ética de trabajo. Cuando la joven se graduó de la Universidad del Sur de California en 2016, la contrató para ayudar temporalmente con el marketing y ahora es su asistente legal.
Martínez llegó a Estados Unidos con su madre cuando tenía cuatro años y ayuda a pagar las cuentas en el hogar. Ahora tiene 24 años, planea estudiar Derecho si el DACA no termina y puede volver a la escuela. “Obviamente, pienso en ello [que cancelen el programa] y da un poco de miedo, pero no dejo que se apodere de mí”, dijo la joven.
Lepe dice que si el permiso de trabajo de Martínez es rescindido por el gobierno, “mantendría a Karla hasta el último segundo”.
Juan Ochoa, presidente ejecutivo de Miramar Group, dijo que su firma contratará a un abogado para tratar de retener a Jay Meza, un beneficiario de DACA de 23 años.
“Tengo un buen trabajo ahora”, dijo Meza, quien llegó a Estados Unidos desde México con sus padres y su hermano cuando tenía tres años. “En realidad, estoy deseando comprar mi primera casa. Ya tengo un buen auto”, comentó.
“Hemos invertido mucho tiempo y dinero en la formación de Jay, por lo que sería una pérdida importante para nosotros”, dijo Ochoa.
Chuck Rocha, fundador de Solidarity Strategies, emplea a Luis Alcauter, beneficiario de DACA, en su firma de consultoría política en Washington, que se especializa en asuntos con los latinos. Perderlo “sería devastador”, dijo Rocha.
Alcauter, de 27 años, llegó a EU desde México cuando tenía 13 años, estudió en la Universidad Estatal de California y después hizo una pasantía en el Capitolio, lo que fue posible por su estatus DACA.