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"Si es culpable, mi hijo deberá pagar por la muerte de su hermana"

Samuel Romero es el padre de la niña asesinada en Putumayo y del joven acusado de ser el culpable

EL TIEMPO GDA
29/12/2017 |11:46
GDA/ El Tiempo/ Colombia
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El pasado 23 de diciembre, Samuel Romero encontró el cuerpo de su hija, de 10 años, a dos kilómetros de la finca en la que residían, en la vereda La Caqueteña, de la inspección de Mayoyoque, en Puerto Guzmán (Putumayo). Estaba totalmente desnuda y con señales de maltrato.

El hallazgo fue un mazazo a su esperanza, pero el desconsuelo fue mayor cuando empezó a sentir, a sospechar, que su hijo, de 15 años, era el responsable de lo sucedido. Por eso, el propio Samuel pidió que el joven fuera entregado a las autoridades.

Los hechos

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“Ese sábado, mi hijo se levantó a la 1 am, porque le pedí que hiciera un mandado antes de que se fuera para la vereda El Balsal, donde, me había dicho, pasaría el día”, contó este campesino del sur del país.

“A eso de las 2:20 am, me dijo que se iba, le entregué lo que tenía que llevar y salió... Se me hizo raro que no agarró el camino que debía coger”, añadió.

A las 3:30 am, alertado por otra de sus hijas, Samuel notó la ausencia de la menor. Desesperado, salió a buscarla, y halló el cuerpo tres horas después.

Tuvo miedo. Pensó de una en su hijo y que estaría en problemas. Pidió que lo buscaran y un vecino se fue hasta El Balsal.

“Cuando lo encontraron y le dijeron que a su hermana la habían matado, lo primero que hizo fue preguntar: ‘¿Pero sí está muerta?’ ”, narró Samuel.

El joven fue llevado hasta su hogar. Allí, según testigos, intentó irse hasta el municipio de Solano. Los vecinos no lo dejaron.

“Nosotros no estábamos en la casa, porque habíamos salido con el cuerpo de la niña hacia Florencia (Caquetá). Cuando me contaron eso, empecé a sospechar y le dije a mi esposa que si no sería que mi hijo había matado a la niña”, agregó.

Samuel señaló que el muchacho fue dirigido hasta Mayoyoque, donde él le había dejado dinero para que viajara a la capital del Caquetá.

“En la morgue, en Florencia, me dijeron que la niña tenía un disparo de arma calibre 22, el mismo de la que portaba mi hijo...”.

De inmediato, el hombre llamó a sus conocidos en Mayoyoque, solicitando que entregaran al adolescente a las autoridades.

“Esto es muy duro, duele mucho, pero si es culpable, que pague por la muerte de su hermana”, sostuvo.

Según los reportes de Medicina Legal, la niña fue arrastrada por caminos de barro y de piedras, y sufrió varios golpes.Lo que vieneSamuel destacó que no vio actitudes raras en el joven. Dijo que era muy callado, pero también muy respetuoso.

No le gustaba mucho estudiar y prefería ayudar a su padre en las labores del campo. A veces peleaba con sus cuatro hermanos, a veces jugaban, “lo normal a esa edad”.

No reniega de los designios divinos: “Ese fue el hijo que Dios me dio”. No obstante, no se atreve a hablar de perdón, por ahora. Cree que la vida será la encargada de “aporriar al muchacho y ahí ya podremos hablar de perdonar”.

La vida de Samuel quedó en el limbo. Ni él ni su esposa ni sus otros tres hijos (un niño y dos niñas) quieren volver a donde vivían.

El joven, por su parte, permanece bajo custodia del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, tras una medida de protección de cuatro meses que ordenó un juez, por amenazas de que la comunidad lo atacaría.

La orden de captura oficial por parte de las autoridades todavía no se hace efectiva, pues los exámenes al cuerpo de la niña siguen sin concluir. Tampoco se ha esclarecido si hubo abuso sexual.

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