Bruselas.— Sin importar su rubro, desde una maquiladora hasta el despacho de una firma transnacional, las empresas tienen la capacidad de convertirse en espacios de empoderamiento de la mujer para hacer frente a abusos que enfrentan en casa, la familia o su entorno íntimo.

Esa es la conclusión a la que Greta Guzmán llegó hace tres años cuándo en París fundó Vert Violeta, una empresa de consultoría especializada en sensibilizar y capacitar a las empresas sobre el hecho de que en sus filas hay víctimas de violencia conyugal y de pareja.

Recuerda que durante su desempeño profesional en una firma francesa, se dio cuenta que al interior de las empresas había empleadas, colegas, víctimas de violencia conyugal, urgidas de apoyo y de solidaridad. También se percató que el lugar de trabajo era precisamente un refugio ante la vida de pesadilla en el hogar.

Fue entonces que la mexicana residente desde 2010 en Francia, decidió darle un giro a su trayectoria profesional, apostando por la protección de la mujer desde el espectro empresarial.

“No digo que es responsabilidad de la empresa el tomar la carga para ayudarle a la mujer a salir de su problema, pero sí puede ayudar simplemente con sensibilizarse”.

“Para muchas mujeres víctimas, la empresa se convierte en un territorio neutro en donde el agresor no las puede venir a molestar, es un territorio de paz donde las mujeres pueden ayudarse a enfrentar la violencia conyugal y de pareja”.

Son múltiples las formas como una empresa puede desempeñar un papel importante en la seguridad de la mujer y en los esfuerzos por salir del circulo de abusos.

Afirma que la fábrica, el despacho, la oficina, además de ser suelo negado para el marido, el novio o el familiar abusivo, tiene la capacidad de transformarse en un centro facilitador del espacio y de los tiempos requeridos para que la víctima actúe.

“Si la empresa sabe que tiene este problema puede ser flexible para que ella arregle sus cosas familiares con el apoyo de la empresa”.

Sirven además de caja fuerte para resguardar documentos privados y de gran utilidad cuándo se decide actuar, como pasaportes, credenciales de identidad y documentos que acrediten la posesión de bienes.

“Es importante que recursos humanos, los gerentes, lo directivos, conozcan qué son los mecanismos de la violencia para saber qué hacer, cómo tratar y que y no decir a una persona que está siendo violentada en casa”.

“Al mismo tiempo es importante hablar con las mujeres de la empresa para sepan qué es le violencia conyugal y de pareja, para que se identifiquen como víctimas de ser el caso; y sepan cuáles son los mecanismos disponibles para que se ayuden”.

El problema radica en que es un tema álgido y ante el cual las empresas equivocadamente piensan que se están metiendo en problemas legales o la vida íntima del trabajador, cuando no lo es. Incluso en Francia hay reticencia en las empresas para involucrarse.

La egresada de la Universidad de París Diderot 7 ilustra sus comentarios haciendo referencia al caso de una mamá de dos niñas. El marido abusador le impuso de manera arbitraria la regla de que se turnarían por semana el cuidado de los hijos.

La semana que no le tocaba, la madre debía abandonar el hogar a las 5:30 y no volver antes de las 18:00. Una vez en casa, debía encerrarse en su habitación y no intercambiar palabra alguna con sus hijas hasta la semana que le tocaba; era aguantar esto u olvidarse de ellas.

“En la oscuridad de la madrugada, andaba dando tumbos por las calles de París hasta que abrían las instalaciones de su trabajo. Si la empresa hubiera sabido lo que estaba pasando con ella podría haber ayudado simplemente con permitirle el acceso antes”.

“Es el interés de la propia empresa ayudar a los empleados. Lo que pasa en el hogar repercute en su desempeño”.

Sostiene que la empresa no puede arreglar la situación personal de los empleados, ello requiere de una atención multidisciplinaria, sin embargo, lo que sí pueden hacer es enterarse, saber qué hacer y cómo ayudar a salir de la pesadilla. Insiste en que son acciones poco costosas, sencillas y prácticas.

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Nadie se salva

Si bien en Francia la violencia de género no es comparable a la que tiene lugar en México, para ser una de las mayores economías del planeta la incidencia de feminicidios puede considerarse alta.

En el país galo una de tres mujeres es víctima de violencia conyugal y de pareja, y cada tres días hay un feminicidio.

Los delitos van en aumento, en 2020 murieron por feminicidio 102 mujeres, en 2021 un total de 113 y el año pasado la cifra ascendió a 118.

“Muchos pensarían que por ser Francia no pasan cosas, pero la realidad es que sí. Lo peor es que no existe la noción de feminicidio, el código penal francés no lo reconoce, por lo que es muy difícil castigarlo como tal. En México, por todo lo que ha pasado y la lucha feminista, vamos más avanzados que en Francia, en donde la noción de feminicidio todavía no existe”.

“Para el colectivo francés es una noción muy nueva, de la que se comienza a hablar. Incluso hoy en día la prensa incluye los feminicidios en la sección de hechos diversos, catalogándolos de crimen pasional”.

Asegura que describir un feminicidio como crimen pasional banaliza el delito, porque refuerza la noción equivocada de que el amor mata.

Al hablar del perfil de los perpetradores, dice que son cometidos por el francés común.

“Existe la estigmatización de que unas culturas, unos países matan más que otros, pero eso no tiene nada que ver aquí. Cuando ves los perfiles de los feminicidios en Francia no das crédito, encuentras casos del chico galo, güerito, de ojo azul, trabajador, exitoso en el trabajo. Puede que haya caso del musulmán, del radicalizado, pero no se puede estigmatizar, porque el perfil del feminicida es múltiple, puede ser un joven de 18 años o un anciano de 80 años”.

“El feminicidio es algo muy impregnado en la sociedad y Francia tiene que comenzar a desmitificarlo porque el perpetrador puede ser cualquier persona”.

De acuerdo con una investigación realizada por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) y la Agencia de la ONU para la Igualdad de Género, en Europa murieron 2 mil 300 mujeres en 2022 a manos de su pareja o un miembro de la familia, es decir, se cometieron 0.6 asesinatos por cada 100 mil europeas.

Europa Occidental, concretamente Francia, Alemania, Holanda, Austria y Suiza, suman el mayor número de asesinatos, superando colectivamente los 400 casos anuales.

Al igual que Francia, en Italia los homicidios de mujeres tienen una clara dimensión de género. De todos los homicidios femeninos ocurridos en Italia en 2021, 119 en total, el 84% tuvieron lugar en el ámbito doméstico. Aproximadamente el 59% de todas las víctimas perdieron la vida a manos de su pareja y alrededor del 25% fueron asesinadas por un pariente.

En cuanto a la respuesta penal por parte de la justicia italiana, de los 211 feminicidios ocurridos entre 2017 y 2018, en 192 casos el autor fue procesado por homicidio, mientras que en 19 casos el acusado fue absuelto.

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