Miami.— En un momento de intensas divisiones políticas en Estados Unidos, Donald Trump, ganador de las elecciones, ha propuesto utilizar lo que se denomina “nombramientos en receso” para instalar a su gabinete sin pasar por el tradicional proceso de confirmación del Senado.
“A medida que se acerca su toma de posesión, esta propuesta se perfila como uno de los primeros grandes conflictos políticos de la nueva administración Trump”, señala la analista política Jane Williams, desde Washington, a EL UNIVERSAL.
Los “nombramientos en receso” han sido utilizados tanto por presidentes republicanos como demócratas, pero su alcance ha sido limitado por decisiones judiciales clave. En 2014, la Corte Suprema falló en el caso National Labor Relations Board v. Noel Canning al establecer que, para que estos nombramientos sean válidos, el Senado debe estar en receso por al menos 10 días consecutivos. Este fallo restringió de manera importante el uso de esta herramienta, pero no eliminó su potencial como recurso político.
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Trump señaló recientemente que “cualquier senador republicano que busque la codiciada posición de liderazgo en el Senado de Estados Unidos debe aceptar los nombramientos en receso, sin los cuales no podremos conseguir que estas personas sean confirmadas”. “Esta declaración pública del presidente electo deja ver que su gabinete no es necesariamente el más idóneo para el país, pero sí para sus intereses políticos personales”, dice Williams.
Algunos líderes republicanos han respaldado esta idea, como John Thune, líder entrante de la mayoría republicana en el Senado, quien señaló que “todas las opciones están sobre la mesa, incluyendo los nombramientos en receso”. Rick Scott, senador por Florida, dijo que apoya la idea “de utilizar nombramientos en receso para asegurar que el presidente Trump pueda conformar su gabinete sin demoras innecesarias”.
La propuesta de Trump enfrenta obstáculos significativos, incluso si los republicanos controlan el Senado. Según la Constitución, el Congreso estadounidense, que incluye tanto al Senado como a la Cámara de Representantes, debe acordar cualquier receso prolongado. Por otro lado, los demócratas podrían convocar sesiones denominadas proforma, es decir, breves reuniones simbólicas del Senado diseñadas específicamente para evitar que se declare un receso formal. Esta táctica ya ha sido utilizada con éxito en administraciones anteriores, dificultando la ejecución de nombramientos en receso. Además, cualquier nombramiento realizado en estas circunstancias podría enfrentar impugnaciones legales, particularmente si se argumenta que el Senado no estaba realmente en receso.
Chuck Schumer, líder de la minoría demócrata en la Cámara Alta, afirmó que “eludir el proceso de confirmación del Senado mediante nombramientos en receso es una afrenta a la separación de poderes y a la responsabilidad constitucional del Senado”. Nancy Pelosi, importante lideresa de la Cámara de Representantes, señaló que “esta maniobra socava la integridad de nuestras instituciones democráticas y no debe ser tolerada”.
Varios de los elegidos por Trump para conformar su gabinete no la tienen fácil; por ejemplo, Pete Hegseth, nominado a Defensa, acusado de agresión sexual. El expresentador de Fox News dijo a los investigadores que el encuentro sexual fue consensuado. En la semana se divulgó un informe policial en el que se indica que una mujer de California dijo a la policía que Hegseth le impidió físicamente salir de una habitación de hotel, tomó su teléfono y luego la agredió sexualmente, a pesar de que ella “recordaba haber dicho ‘no’ muchas veces”.
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Aunque el Partido Republicano tenga mayoría en el Senado, las controversias personales, la falta de experiencia relevante y las posturas políticas divisivas de algunos nominados podrían dificultar su confirmación. Es probable que estos candidatos enfrenten un escrutinio riguroso y audiencias de confirmación de pronóstico reservado, si Trump no obtiene un Senado inactivo.
Si los republicanos logran establecer el proceso para permitir a Trump realizar nombramientos en receso, los demócratas tienen varias herramientas legales, políticas y procedimentales que podrían emplear para contrarrestar esta estrategia. Además de las sesiones proforma, otra opción es impugnar los nombramientos en receso en los tribunales. Los nombramientos en receso pueden ser demandados legalmente si los demócratas consideran que el Senado no estaba realmente “en receso”, de acuerdo con las disposiciones constitucionales.
En 2014, la Corte Suprema falló en el caso National Labor Relations Board v. Noel Canning que los nombramientos en receso realizados cuando el Senado no estaba en receso formal violaron la Constitución. Los demócratas podrían utilizar este precedente para impugnar los nombramientos de Trump si consideran que los republicanos manipularon las reglas.
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Un eventual bloqueo en la Cámara de Representantes es otra manera de contrarrestarlos. Aunque los republicanos controlan el Congreso en su conjunto (Senado y Cámara de Representantes), deben acordar cualquier receso extendido. Y además los demócratas podrían recurrir a la opinión pública, al calificar la estrategia de los republicanos como un abuso de poder y una amenaza a la separación de poderes. Las campañas mediáticas y el activismo ciudadano pueden aumentar la presión sobre los senadores republicanos moderados que podrían estar en desacuerdo con esta táctica. “Si Trump insiste en realizar nombramientos en receso, los demócratas podrían hacer lento el trabajo legis- lativo en el Congreso como represalia, bloqueando o retrasando la aprobación de proyectos de ley importantes”, explica Williams.
Podrían utilizar tácticas como obstruccionismo y otras maniobras parlamentarias para complicar la agenda legislativa de los republicanos, explica. Los demócratas podrían lanzar investigaciones sobre los nombramientos realizados en receso, cuestionando las calificaciones o las posibles conexiones políticas de los nominados. Esto podría desacreditar públicamente a los funcionarios nombrados y socavar su legitimidad. Las tácticas más efectivas dependerían de la correlación de fuerzas políticas y de la capacidad de los demócratas para mantener cohesión dentro de sus filas y movilizar a la opinión pública. También ser senador republicano no obliga necesariamente a estar de acuerdo en todo con Trump.
Entre los republicanos hay moderados, es decir, algunos como Susan Collins (Maine) y Lisa Murkowski (Alaska), votan en contra de las propuestas más conservadoras o controvertidas de su partido.
También están los republicanos institucionalistas, que valoran los principios de transparencia y responsabilidad y que podrían estar en desacuerdo con las tácticas de Trump para eludir los procesos tradicionales, incluso si están alineados ideológicamente con él.
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Desde 2013, los nominados al gabinete estadounidense sólo necesitan una mayoría simple de 51 votos para ser confirmados. Sin embargo, si incluso un pequeño grupo de republicanos decide no apoyar a un candidato, esto podría poner en riesgo su confirmación, especialmente si los márgenes de la mayoría son estrechos.
Adicionalmente están las controversias individuales de los nominados por Trump, donde “muchos de ellos tienen antecedentes o posturas que podrían hacer que incluso senadores republicanos se sientan incómodos”, comenta Williams.
Aunque los republicanos tengan mayoría, el proceso de confirmación no es automático. Los nominados primero deben pasar por una evaluación en el comité correspondiente, donde podrían enfrentar preguntas difíciles y un voto preliminar. Algunos senadores republicanos podrían bloquear a los nominados en esta etapa. “De igual manera, algunos republicanos podrían oponerse a respaldar a nominados que no cumplan con los estándares esperados para altos cargos públicos, incluso si políticamente están alineados”, señala la experta.
Algunos republicanos también podrían oponerse a confirmaciones rápidas o tácticas como los nombramientos en receso.
Tener mayoría en el Senado es una ventaja sin duda importante, pero no garantiza el éxito en el proceso de confirmación del gabinete presentado por Donald Trump a través de un Senado inactivo.