Los líderes republicano y demócrata del Senado de Estados Unidos firmaron ayer la paz momentánea llegando a un acuerdo bipartito presupuestario que debería dar estabilidad de fondos al gobierno federal para los próximos dos años y evitar un inminente cierre de gobierno, aunque el pacto no incluye ninguna referencia a la situación de los dreamers ni de reforma migratoria.

Los demócratas, que hace tres semanas forzaron que el gobierno federal se quedara sin fondos hasta conseguir un compromiso por parte de sus rivales para iniciar un debate sobre migración, esta vez no se opusieron a un “gran acuerdo” que cuenta con el visto bueno de la Casa Blanca.

En total, se garantizaron 296 mil millones de dólares para los próximos dos años: 165 mil millones para defensa (cumpliendo las exigencias de Trump de dotar de recursos al Pentágono) y 131 mil millones para otros rubros, incluyendo infraestructura, lucha contra la epidemia de opiáceos, salud infantil, veteranos y ayuda tras desastres. Además, se pondrán 160 mil millones en una reserva para emergencias.

“Este acuerdo presupuestario es el primer brote real de bipartidismo”, aseguró el líder demócrata Chuck Schumer, quien resaltó que con el pacto se dejará de hablar durante un tiempo de parches temporales y soluciones parciales para evitar cierres de gobierno que no benefician a la población ni a ninguno de los partidos.

Su rival, el líder republicano Mitch McConnell, se felicitó por un acuerdo que podría significar el nacimiento de un “impulso” para sacar adelante leyes que están estancadas.

“Estamos encantados con el gasto en defensa”, aseguraron desde la Casa Blanca, aplaudiendo la propuesta. Trump, a través de Twitter, hizo un llamado a apoyar la ley.

Con el obstáculo del Senado superado, ahora el problema para evitar el cierre de gobierno —que se queda sin fondos la medianoche del jueves— está en la Cámara de Representantes. El ala más conservadora del republicanismo está aterrada con los altos niveles de déficit que significaría esta ley (se calcula que un billón de dólares anual).

Los principales opositores son los demócratas, y a la cabeza su líder, Nancy Pelosi, quien puso una condición a permitir que el acuerdo presupuestario supere el trámite del legislativo: el compromiso en la Cámara Baja de debatir el asunto de los dreamers.

“Sin el compromiso del presidente [de la Cámara de Representantes, Paul] Ryan, comparable con el del líder McConnell [del Senado], este paquete no tiene mi apoyo y tampoco el de un gran número de miembros de mi grupo”, dijo.

Pelosi, en una acción inaudita, presionó al republicano Ryan con un discurso de más de ocho horas —el más largo en la Cámara Baja desde 1909—, en el que sólo bebiendo agua y sobre zapatos de 10 centímetros de alto, la líder demócrata compartió historias de soñadores de todo el país.

“Denos la oportunidad de votar”, suplicó Pelosi, exigiendo al líder conservador que se comprometa a debatir la reforma migratoria. Algo que, por el momento, se ha negado: sólo permitirá que se vote en la sesión un documento que cumpla con lo requerido por el presidente Trump.

Mientras Pelosi hablaba, Schumer, en la otra cámara, terminaba de peinar los flecos del pacto presupuestario que no contiene ni una palabra sobre el programa DACA. Lo único que hay es el compromiso de empezar el debate la próxima semana.

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