El expresidente Donald Trump se volvió a sentar este martes en el banquillo de los acusados para la selección del jurado de su juicio penal, proceso que podría durar varias semanas y en el que ya más de 50 posibles candidatos han dicho que no podrían ser imparciales.
Antes de entrar a la sala del Tribunal Penal de Manhattan, Trump se detuvo brevemente para dirigirse a una cámara de televisión estacionada en un pasillo y denunció, una vez más, el procedimiento y al juez.
La jornada empezó con alrededor de 32 miembros del jurado y, cuando estos entraron, Trump giró la cabeza para mirar a los seleccionados.
Los candidatos tuvieron que contestar a una larga lista de 42 preguntas, proceso que duró entre cinco y siete minutos por persona.
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Muchas preguntas eran sencillas: ¿a qué se dedica usted?, ¿quién es su empleador actual?, ¿qué le gusta hacer en su tiempo libre?, ¿tiene algún interés o pasatiempo?, ¿qué medios de comunicación visita, lee o mira?.
Pero otras eran específicas sobre Trump: "¿Alguna vez ha asistido a un mitin de Trump?, ¿está usted inscrito o alguna vez ha estado suscrito a algún boletín informativo o lista de correo electrónico administrado de Trump o su organización? ¿Sigue a Trump en alguna red social o lo ha hecho en el pasado?", fueron algunas de las subpreguntas de la sección 29 del cuestionario.
También se les consultó si han leído libros escritos por Trump o por Michael Cohen, el abogado y mano derecha de Trump, quien se espera que sea uno de los testigos estrella de la fiscalía.
Cuando uno de los testigos dijo que había leído uno de los libros del candidato republicano a las elecciones presidenciales, el mandatario no pudo evitar dibujar una sonrisa en su cara.
Ayer, más de la mitad de los posibles jurados del primer panel de 96 personas -hay unos 200 potenciales jurados en total- fueron excusados después de decir que no podían ser justos e imparciales y al menos 50 fueron eliminados del jurado por ese motivo.
Hoy, en la ronda de preguntas del cuestionario, cuatro potenciales jurados dijeron que tras pensárselo, se han dado cuenta de que no podrían ser imparciales y pidieron retirarse.
Otras de las razones por las que se excluyeron a algunos de los candidatos fueron por motivos personales, como una boda o posibles repercusiones en el trabajo por tomarse tantos días para asistir a un juicio que podría durar entre seis y ocho semanas.
Una vez superada la primera ronda de preguntas, los 18 jurados potenciales que quedaron fueron sometidos a preguntas por parte de los abogados de la defensa y de la acusación, quienes pueden descartar una decena de jurados sin la necesidad de dar el motivo.
El fiscal Joshua Steinglass fue el primero en dirigirse a los posibles miembros del jurado de la acusación, quien comenzó diciéndoles a los posibles miembros que necesitan un jurado de doce personas que "puedan dejar de lado cualquier sentimiento fuerte que puedan tener de una forma u otra y centrarse en las evidencias".
Steinglass, en sus treinta minutos de interrogatorio, pidió a cada uno de los posibles miembros que piensen si podrían mirar al acusado a los ojos y emitir un veredicto de culpabilidad si el caso se prueba más allá de toda duda razonable.
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Por su parte, el abogado principal del expresidente, Todd Blanche, empezó preguntando uno a uno cuál era su opinión sobre Trump más allá de este caso.
La mayoría contestó que su opinión política no afectaría en el caso, mientras que uno de los potenciales jurados destacó que Trump le parecía un personaje "fascinante" por el poder que tiene de levantar pasiones, tanto buenas como malas, vaya donde vaya.
Blanche también mostró su curiosidad por si los potenciales jurados habían seguido los otros casos a los que Trump se enfrenta o se ha enfrentado este año.
Ayer, cuando empezó la selección del jurado, algunos periodistas presentes en la sala anotaron que Trump parecía somnoliento y que había dado alguna cabezeada.
Hoy Trump, vestido de azul marino y una corbata de rayas azules y blancas, parecía más activo -sobre todo en la parte de las entrevistas- y en más de una ocasión optó por taparse la cara con el cuestionario de preguntas, girarse para mirar a los potenciales jurados y susurrar a sus abogados.
Es la primera vez en la historia de Estados Unidos que un expresidente se enfrenta a un juicio penal.
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