Madrid.- El sector del transporte está siendo uno de los más fiscalizados durante la pandemia. Por los altos índices de aglomeración que genera, se le aplicarán de manera más rigurosa las medidas de seguridad que prevalecerán durante la nueva normalidad, y éstas se extenderán hasta que el brote de coronavirus sea derrotado.
Por ejemplo, en los aeropuertos se implementarán los protocolos más estrictos para evitar contagios y garantizar a los usuarios un entorno saludable, aunque el grosor del blindaje dependerá de las directrices que en materia sanitaria adopten los países.
Las acciones preventivas estarán en vigor antes, durante y después de los vuelos; se caracterizarán por la vigilancia de la distancia de seguridad y los espacios comunes, que tendrán aforo limitado, y el chequeo de los viajeros, cuya temperatura será medida por termómetros infrarrojos y cámaras termográficas, especialmente en las rutas internacionales. Además, tanto el abordaje como el desembarque se realizarán en grupos reducidos.
Antes de viajar, los pasajeros tendrán que llenar encuestas de sintomatología, aportando algunos datos personales para que las autoridades puedan contactarlos en caso de ser necesario.
Los empleados de las operadoras aeroportuarias, concesionarios y compañías aéreas que mantengan contacto con los usuarios usarán mascarillas y otros insumos, como guantes de látex. También estarán protegidos por mamparas cuando atiendan al público en general, el cual llevará cubrebocas permanentemente, incluso durante su trayecto.
En los vuelos de larga duración, la mascarilla se renovará cada cuatro horas. Los tripulantes de cabina, que irán convenientemente equipados, deberán someterse a un aislamiento de 14 días si tienen contacto directo con pacientes confirmados.
Muchas terminales se someterán a cambios físicos para adaptarse a la nueva normalidad, entre ellos los que permitan garantizar la distancia entre pasajeros de metro y medio, la reducción del uso de asientos en zonas de espera, así como la limitación de los aforos en las tiendas, cafeterías, salas VIP o baños, que deberán mantenerse en perfectas condiciones higiénicas.
En las terminales y zonas exteriores se mejorarán y adecuarán los sistemas de ventilación y aire acondicionado. En muchos casos se limitará el acceso a las instalaciones aeroportuarias a quienes no vayan a viajar.
Se recomendará también a los pasajeros la facturación en línea y habrá un espaciado mayor en la entrega de equipajes en destino para evitar aglomeraciones en las cintas de distribución.
Estas son algunas de las normas recomendadas por el Consejo Internacional de Aeropuertos de Europa, aunque su aplicación definitiva dependerá de las legislaciones locales.
Las nuevas medidas de seguridad no están exentas de polémica. Por razones económicas, las compañías se resisten a rebajar su capacidad de pasaje en los aviones, los cuales serán desinfectados cada 24 horas.
Las aerolíneas argumentan que con la limpieza de las cabinas y el filtrado del aire, además de las pruebas, la toma de temperatura en los aeropuertos y el uso obligatorio de mascarillas durante el trayecto se garantiza la protección y la seguridad de los usuarios.
Por ahora, la Unión Europea (UE) no prevé exigir que se deje libre la fila central de los aviones para prevenir infecciones, ya que las autoridades de Bruselas consideran que hay otras fórmulas para garantizar la seguridad sanitaria, como una adecuada gestión de la ventilación en cabina y el uso del cubrebocas, entre otros métodos.
En España, donde se impuso una de las cuarentenas más duras a nivel mundial, será obligatorio el uso de mascarillas cuando se utilice el transporte terrestre, tanto público como privado, ya sea Metro, autobús, tren o taxi. Están exentas de esta acción las personas enfermas, con dificultades respiratorias y con alguna discapacidad.
A pesar de que estos medios podrán poner todos los asientos de sus vehículos a disposición de los pasajeros, las autoridades ibéricas siguen recomendando que se mantenga la distancia entre plazas siempre que sea posible, así como los dos metros de separación para aquellos que viajen de pie en el sistema subterráneo de las cercanías.
En el Metro se controlarán los aforos a través de un sistema automatizado, basado en la validación de los boletos en los torniquetes de entrada.
Los operadores del transporte terrestre tendrán que conservar los datos de los viajeros durante cuatro semanas, con el fin de facilitarlos a las autoridades sanitarias en caso de que se produzca un rebrote de coronavirus y sea necesario rastrear los contactos de la persona contagiada para cumplir con la vigilancia epidemiológica.
Las medidas de seguridad que la nueva normalidad impondrá tanto en el transporte aéreo como en el terrestre serán similares a nivel internacional, aunque su alcance dependerá del rigor con el que los gobiernos apliquen los protocolos sanitarios en sus respectivos países.