En 1993, el diputado Jair Bolsonaro se dirigió a un podio en la Cámara Baja de Brasil y pronunció un discurso que sacudió a su joven democracia, al declarar su amor por el régimen militar del país y exigir la disolución de la legislatura.
Bolsonaro, hijo de un dentista sin formación profesional, celebró su noveno cumpleaños pocos días antes del golpe de 1964. Optó por el servicio militar y en 1977 se graduó en la Academia Militar de las Agujas Negras, la principal escuela de formación de oficiales del Ejército brasileño.
Su carrera en el Ejército no fue distinguida. Estuvo en el calabozo durante un par de semanas en 1986, después de que una revista publicó sus quejas sobre el salario de los militares. Pero sus palabras captaron el descontento entre los soldados y aprovechó ese apoyo para lograr en 1988 un lugar como concejal en el municipio de Río de Janeiro y un escaño en el Congreso dos años más tarde.
Sus logros legislativos son escasos, ya que es autor de sólo dos proyectos que se convirtieron en ley. Aún así, nunca se ha visto empañado por corrupción.
Después de casi tres décadas en la política, Bolsonaro está cosechando la frustración de los votantes, que podría llevarlo a la presidencia.