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Durante una ruidosa y concurrida concentración política en Caracas para marcar su regreso a Venezuela, el líder opositor Juan Guaidó se subió a un andamio para saludar con la mano a sus seguidores.
Por un corto instante, pareció casi como si se fuera a lanzar a la multitud en plancha.
El gesto, por supuesto, hubiera sido completamente inapropiado para un político aunque, curiosamente, hubiese sido muy en la línea del fervor que se ha desatado en torno a la figura de Guaidó.
A medida que los problemas de Venezuela se acumulan, desde la hiperinflación hasta la creciente desnutrición, muchos en el país han estado buscando a alguien -cualquiera- que prometa un cambio.
Fue entonces cuando, el 23 de enero, Guaidó - el internacionalmente poco conocido presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela- se declaró presidente e inmediatamente asumió el estatus de una estrella de rock.
Las más recientes encuestas lo colocan con un índice de popularidad superior al 75%. Pero Venezuela ha visto esos números antes.
Cuando el desaparecido mandatario venezolano Hugo Chávez saltó por primera vez al escenario nacional, proyectó una imagen mesiánica, la de alguien que rescataría la quebrantada política y economía del país. Y, en efecto, navegó en una ola de popularidad que, en su auge, no se ha visto desde entonces.
"Siempre es una línea muy, muy, muy fina", dijo Edward Rodríguez, el director de prensa de Guaidó. "La gente empieza a creer que el 'mesías' resolverá todos sus problemas. Y evidentemente hay una percepción alrededor de Guaidó en este momento de que se cree que va a arreglarles todos sus problemas".
A pesar de la adoración que los seguidores de la oposición le brindan a Guaidó, su secretario de prensa insiste en que el líder opositor tiene los pies bien puestos en la tierra.
"Él es muy consciente de ese peligro y mantiene su ego bajo control", explicó Rodríguez. "Es consciente de que esta ha sido una lucha de 20 años para acabar con la usurpación del poder, para crear un gobierno de transición y convocar elecciones libres".
"¿Cómo se puede autoproclamar presidente así no más? ¿Eso qué es?", expresó Rosely Riera, cuando hablamos a eso a la medianoche en tejado de su casa, en uno de los barrios populares y bastiones del chavismo de Caracas.
Un grupo de personas leales a Hugo Chávez se había congregado en el edificio -que mira hacia el lugar del descanso final del comandante, el Cuartel de la Montaña- para conmemorar el sexto aniversario de la muertede quien fue presidente de Venezuela de 1999 a 2013.
Estaban proyectando imágenes de Chávez en una pantalla gigante, entonando canciones de izquierda y compartiendo un poco de ron. Al dar la medianoche, la música se interrumpió y empezó el chasquido de disparos desde otros tejados aledaños en señal de conmemoración.
Riera rehusó echarle la culpa al sucesor escogido de Chávez, Nicolás Maduro, del caos económico del país. "Nicolás está haciendo todo lo humanamente posible", insistió. "Es responsabilidad de todos nosotros. No se puede culpar al presidente porque Chávez lo lanzó a la deriva. Pero te digo esto: Chávez no cometió un error".
Pero durante una charla y un café en el bar de un sencillo hotel en Caracas, Héctor Navarro se mostró en profundo desacuerdo.
Durante más de una década, Navarro fue un miembro clave del círculo interno de Chávez, ministro de todo, desde Educación hasta Energía Eléctrica.
Hoy en día ha roto completamente con Maduro, a quien acusa de haberse apropiado de la figura de Hugo Chávez y del chavismo.
"En nombre de Chávez, Nicolás Maduro está destruyendo el socialismo, destruyendo el chavismo, destruyendo las ideas progresivas en América Latina y alrededor del mundo", declaró. "¡Ni la CIA hubiera hecho una mejor labor!".
Navarro, que ha regresado a su profesión de maestro, reconoció que se cometieron errores durante Chávez, en particular el culto a la personalidad que se fomentó a su alrededor.
Pero indicó que había surgido de la necesidad -tal era el clamor por un líder fuerte de izquierda en 1999. Según Navarro, Maduro es un pobre imitador de Chávez.
"Algunos la llamarían una cleptocracia. Cálculos conservadores dicen que unos 300 mil millones de dólares han desaparecido de Venezuela. Otros dicen que hasta 450 mil millones", afirmó.
"Yo diría que es un gobierno improvisado de derecha, que cada vez se está moviendo más cerca al fascismo".
Y continuó: "El fascismo significa la negación de los otros -Te aplastaré simplemente porque puedo... Y es un gobierno de derecha porque está priorizando los sectores económicos de la derecha".
Maduro pasó parte del aniversario de la muerte de Chávez colocando medallas a efectivos del ejército que, bajo sus órdenes, habían evitado la entrada de la ayuda humanitaria de Venezuela desde Colombia. Si Maduro quiere mantener el poder, va a necesitar su ayuda en las semanas venideras.
La mayoría de los venezolanos están exhaustos de la actual situación y simplemente quieren cambio. Muchos es están fijando en Guaidó. El riesgo es, tal vez, depositar todas sus esperanzas en un solo hombre.
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